
Desde que el pueblo chavista lograra en 2002 dar vuelta uno de los tantos golpes de estados que Estados Unidos orquestó junto a las burguesías locales, Venezuela pasó a estar en el eje del mal para el amo imperial. Desde entonces ha puesto en práctica distintas formas de asedio: bloqueo, robo de riqueza, guarimbas, desestabilización en las fronteras, atentados, desconocimiento de elecciones, reconocimiento a gobiernos títeres y un largo etcétera. En la actualidad, el ataque militar vuelve a ser puesto en agenda. Otra vez, la respuesta de Venezuela muestra la disposición a defender el derecho a definir su propio destino.
En la historia de Nuestramérica (como el resto del Tercer Mundo) contamos con un largo historia de las operaciones psicológicas y propaganda que buscan maquillar de legitimidad el intervencionismo más descarado. En esta oportunidad, la “denuncia” es que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y altos funcionarios del gobierno de Caracas, serían líderes del dudoso “Cartel de los Soles” o del igualmente dudoso “Tren de Aragua”. La Casa Blanca acusa así al gobierno de un estado de “narcoterrorista”. Trump, Marco Rubio, la gusanera de Miami y toda la runfla de cow boys del siglo XXI, se atribuyen la potestad de definir qué pueden hacer nuestros pueblos y quiénes tienen el derecho (o no) de gobernar.
Fiel a su historia, el tío Sam le ha puesto precio a la cabeza de Maduro, 50 millones de dólares. La prensa oficial celebra y hace comparaciones con el monto que había tenido la cabeza de Bin Laden. De paso hablan conjuntamente del Chapo Guzmán, del cartel de Sinaloa y del ELN o las FARC. No es nuevo este guión. Desde la época de Ronald Reagan (otro payaso yanqui) la llamada “guerra contra las drogas” fue una política de injerencia imperialista. El escándalo “Irán – contras” demostró cómo el estado yanqui financiaba a los contras nicaragüenses estrechamente vinculados al narcotráfico vendiendo ilegalmente armas Irán. El Plan Colombia también usaba la lucha “contra el narcotráfico” para desplegar una política contrainsurgente, de terrorismo. Desde la caída del Muro, la (supuesta) lucha contra el “terrorismo” y su asociación con “bandas criminales” y el “narcotráfico” ha servido no sólo como justificación del terrorismo imperial y de sus aliados, sino también para desprestigiar a referentes y organizaciones revolucionarias, populares, asociándolas al narcotráfico.
La declaración actual del “Cartel de los soles” y el “Tren de Aragua” como “organizaciones terroristas” vinculadas al narcotráfico, y de la atribución de su dirección al gobierno venezolano va acompañada del envío de una flota de guerra yanqui a las costas venezolanas. Francia, por su parte, refuerza su presencia en el Caribe acompañando la iniciativa a través del “ministerio de ultramar”. Obedientes, gobiernos de países en los que el narcotráfico está entramado en las máximas alturas del poder político, económico y financiero, como Ecuador, Paraguay y Argentina se sumaron rápidamente a la declaración del “Cartel de los Soles” como organización terrorista. El Grupo Libertad y Democracia, de ex presidentes, aplaude la ofensiva. Iván Duque (el delfín del narcoparaco Uribe a quien defienden los Estados Unidos…) y Mauricio Macri afirman la posibilidad de “restablecer la democracia”.
Esta vez las bravuconadas imperiales parecen más serias que en otras oportunidades. Tras el fracaso de que la desestabilización interna forzara el “cambio de régimen” como dice la jerga imperialista, tras el fracaso de hacerlo participando en las elecciones, tras el fracaso de atentados y de consolidación de grupos paramilitares en las fronteras (con Colombia o en el Esequibo), la intervención a la usanza tradicional está en el horizonte. La publicación por parte de Trump de un video que, supuestamente, muestra cómo se destruye una “embarcación que llevaba droga” ha sido cuestionada desde Venezuela. Es probable que sea una construcción de Inteligencia Artificial.
Más allá de eso, la historia tiene un tendal de acciones como éstas de parte de los Estados Unidos. ¿Qué derecho tiene Estados Unidos a bombardear, asesinar, torturar donde se le dé la gana? ¿Cómo sabían que una embarcación de 11 personas llevaba drogas? ¿Por qué la concentración en el Caribe cuando el grueso del narcotráfico llega al principal consumidor, Estados Unidos, a través del Pacífico? ¿Una embarcación que porta armas nucleares es acorde a la lucha contra el narcotráfico?
Frente al despliegue de prepotencia imperial, Venezuela responde una vez más con la movilización del pueblo. Las y los 4,5 millones de milicianos que hacen parte de las Fuerzas Armadas Bolivarianas fueron movilizados. Somos pacíficos, dicen, pero si se atreven a venir, los estaremos esperando. Ante el primer ataque, declararemos “la república en armas” que está prevista en la Constitución. Las filas para el alistamiento voluntario, las movilizaciones por las calles y por ríos, demuestran una vez más que el pueblo venezolano sabe muy bien qué le espera si la bota imperialista se impone
Una vez, la capacidad de Venezuela de enfrentar al imperialismo, de resistir mediante un pueblo armado moral y materialmente, demuestra que sin duda éste ha sido el proceso más avanzado de transformación del siglo XXI.
Denunciamos la operación del imperialismo, repudiamos sus planes de intervención y hacemos un llamado a estar alertas, ya que el ataque a Venezuela busca no sólo el petróleo del país caribeño, sino escarmentar a su pueblo y a todos los pueblos de Nuestramérica.
¡NO A LA INTERVENCIÓN YANQUI!
¡MANOS FUERA DE VENEZUELA!
¡VENEZUELA SE DEFIENDE!