Ya se van a cumplir tres meses de conflicto paritario de los trabajadores de la educación en Córdoba y no hay acuerdo. El año arrancó con una paritaria trimestral a la baja, y la nueva propuesta de mayo no recompuso la pérdida, sino que la consolidó. Los salarios docentes ya están lejos de la línea de la pobreza, con el cargo testigo en 600.000 pesos. El contexto de vida de las docentes hoy no es el mismo que hace años: muchas son sostén de familia, alquilan y no consiguen estabilidad laboral.
Al comienzo del conflicto, Llaryora apuntó a endurecer posiciones. En parte empujado por el clima nacional de ajuste y sus aspiraciones presidenciales, en parte porque la deuda provincial supera los 100.000 millones de pesos y su caja negra preferida, la caja previsional, no logra cubrir el supuesto déficit porque Milei, desde que asumió, no le envía los fondos nacionales que superan los $ 80.000 millones. En ese marco y durante este conflicto, el PJ cordobés, acostumbrado a que la UEPC maneje la base docente al dedillo, se encontró con una Celeste dividida y en reconstrucción de poder. Cristalli, el nuevo secretario general provincial, coterráneo de Llaryora como muchos otros funcionarios, no alcanzó a consolidarse en los departamentos cuando estalló la paritaria. Además, el año comenzó con la delegación más grande recuperada por la oposición independiente que despertó mucha expectativa en la base. La avanzada del capital sobre el trabajo en Córdoba, al revés de disciplinar a la docencia, la empujó a salir a la calle.
Una rebelión de la base docente
Lo cierto es que detrás de las acusaciones del gobierno provincial respecto de una “izquierda intransigente” que “tomó el sindicato”, hay una base docente que rechazó las propuestas en asambleas y superó las maniobras de la conducción provincial Celeste. La pérdida de poder adquisitivo es tal que se ven movilizaciones masivas y acciones autoconvocadas en toda la provincia. Hoy, la única expresión de masas de oposición al gobierno es la docencia, organizada en su sindicato. Ningún partido del sistema se anima a salirse del plan Milei. Por ahora. Y son lxs trabajadorxs de la educación quienes marcan la diferencia. Pero aquí se juega mucho más que el salario. Este conflicto pone sobre la mesa el rol de la patronal/gobierno y qué lugar ocupamos los y las trabajadoras de la educación para el capital. No tenemos derecho de decidir sobre cómo queremos enseñar y educarnos, mucho menos de cómo queremos vivir. La proletarización como proceso objetivo que sufre la docencia transforma, de a poco, su conciencia y es posible que estos conflictos logren mostrar la verdadera cara de la explotación. Hay que aprovechar esta pelea para transformar ese sentimiento anti gobierno en un sentimiento antisistema, anticapitalista. Porque esa es la razón de todos nuestros problemas. Porque si de verdad queremos cambiar la situación y no estar detrás de un salario que nunca va a ser digno en este sistema, necesitamos repensar nuestro rol como trabajadorxs de la educación. Necesitamos recuperar el control de lo que se enseña y de lo que consideramos son condiciones de trabajo. Debemos ser nosotrxs quienes decidimos qué se hace en la escuela, qué se enseña y cómo queremos trabajar. Para eso, hay que reforzar la organización. Se ha constituido en la lista 2 una alternativa al yugo de la Celeste. Pero es un comienzo. Por un lado, hay que debatir en cada escuela e instalar asambleas generales para construir un programa de salida real que proponga la lucha por otra educación, para otra sociedad. La sociedad socialista, donde lxs trabajadores controlemos los procesos productivos, la educación y la salud. Y a la vez que fortalecemos un sindicato antiburocrático, de lucha y profundamente democrático, necesitamos construir partido revolucionario. Es tarea de quienes queremos una sociedad no capitalista, construir una herramienta que se disponga a enfrentar a la burguesía y su aparato.
Por la nacionalización de la educación.
Por un gobierno de lxs trabajadores y el pueblo.
Por la unidad de lxs que luchan.