
El comienzo de un nuevo ciclo lectivo en uno de los momentos más endebles del gobierno de Milei encuentra los principales sindicatos nacionales y centrales como la CTERA en una posición claudicante que lejos está de las necesidades de la docencia. Ante los ataques de la Casa Rosada y los gobiernos locales a la educación, el desafío es unir para la lucha aquello que las burocracias dividen y desarticulan.
Mientras en numerosas provincias y jurisdicciones del país la docencia intenta organizarse y dar pelea contra las políticas de ajuste del gobierno nacional y de los gobiernos provinciales, lejos de dirigir y organizar un plan de lucha nacional contundente que golpee a los gobiernos, tanto los sindicatos nucleados en la CGT como la CTERA y sus organismos de base, se encuentran negociando migajas, claudicando y arrastrándose frente a la ofensiva contra lxs trabajadorxs de la educación y el sistema educativo público. A nivel nacional, la degradada cartera de Torrendell ha ofrecido un salario inicial de $500.000 para la docencia, algo que la ubica cercana a la línea de indigencia ($450.000) y muy por debajo de la línea de pobreza, que no supera incluso accediendo a doble cargo. Dicha línea de pobreza (incluso subvaluada) fue fijada por el INDEC en $1.033.700. Ante este panorama salarial, y las políticas de reformas reaccionarias, las centrales no sólo no convocan a un plan de lucha sostenido, sino que anuncian medidas de fuerza que luego levantan sin siquiera mediar una nueva oferta – como hicieron UDA y AMET bajando el llamado al paro el 5/3-, o dilatan, desorganizan y desmovilizan, como lo hace la CTERA llamando a una tibia jornada de lucha el 13 de marzo, que aún no se sabe si incluirá medidas de huelga. Todo esto, en lugar de darle continuidad al paro del lunes 24 con una nueva medida de fuerza para el próximo 5 de marzo, como reclamaba la docencia.
Como sabemos, no es que no existan motivos para impulsar un fuerte plan de lucha unificado. Las políticas de ajuste a nivel nacional y en todas las jurisdicciones son brutales. Salarios por debajo de la línea de pobreza con una paritaria nacional congelada y paritarias locales que no superan el 2% real, docentes trabajando dos y tres turnos en condiciones tremendas, escuelas con graves problemas de infraestructura, cierres de cursos, reformas educativas a la medida del mercado que empobrecen la educación y precarizan el trabajo, ceses compulsivos que son en la práctica despidos de trabajadorxs docentes, persecución política, censura. Todo acompañando de un ataque a la implementación de la ESI y de un cercenamiento de los derechos laborales y previsionales (la edad jubilatoria, el 82% móvil, y las cajas provinciales) y de un ataque al derecho a huelga y a la organización sindical.
A todo esto, debemos sumar la profunda crisis social y económica que afecta a las familias de la comunidad educativa, con una pobreza que se incrementa en términos galopantes, con un sistema de salud vaciado y que se desfinancia cada día más, y el consecuente impacto que esto tiene en las escuelas. Allí debemos abordar cotidianamente situaciones que exceden con creces lo que podemos contener, muy a pesar de los discursos de “inclusión” y “bienestar emocional” que pretenden instalar como política educativa.
En este escenario, urge que la docencia y trabajadorxs de la educación nos organicemos en cada escuela, que podamos impulsar medidas de acción locales, presionando a las burocracias de cada jurisdicción, que siguen diletantes sosteniendo en la práctica la paz social que garantiza la gobernabilidad de los gobiernos provinciales y del gobierno nacional. Pero también es indispensable que podamos construir una articulación amplia a nivel nacional entre todas las organizaciones, sindicatos, seccionales, agrupaciones democráticas, combativas, que no se subordinan a la burocracia de CTERA, respetando la diversidad y la heterogeneidad del movimiento docente, pero apostando a la unidad en la lucha, sobre la base de los puntos de acuerdo que puedan ir construyendo un programa común, que señale un norte para la docencia a nivel nacional. Un norte que no sea solo declamativo sino que vaya construyendo en la práctica, sobre la base del respeto y de los acuerdos, un frente único de la docencia que lucha.
Solo con la movilización y la lucha en las calles podremos frenar estas políticas. Solo con la unidad en la diversidad podremos construir la movilización nacional que necesitamos.
El 5 de marzo, varias jurisdicciones convocan a una Jornada Nacional de Lucha, con diversas modalidades de acción. En la Ciudad de Buenos Aires, en Santa Cruz, en Chubut, en provincia de Buenos Aires, Córdoba, Misiones, Tierra del Fuego, San Juan, Chaco, Catamarca habrá paros, movilizaciones y diversas medidas de fuerza.
Con unidad y con lucha, es necesario salir a enfrentar a este gobierno nacional y los gobiernos provinciales.
Hay que construir un movimiento nacional docente y de trabajadores de la educación que – en unidad con lxs estudiantes y toda la comunidad educativa- logre derrotar las políticas que quieren aplicar todos los gobiernos provinciales. Hay que echar a este gobierno.