Se cumplen 17 años de la masacre de Avellaneda donde las fuerzas represivas del Estado, a la orden del gobierno de Eduardo Duhalde y con la veña del FMI, desataron una brutal represión al pueblo y las y los trabajadores más humildes de nuestro país donde asesinaron a nuestros compañeros Dario Santillán y Maximiliano Kosteki y dejaron más de 30 heridxs de bala. A 17 años de la masacre de Avellaneda, el reclamo de justicia y castigo para los responsables políticos sigue más vigente que nunca; al igual que las reivindicaciones y los motivos por los cuales decenas de miles de familias se organizan, como en aquel entonces, por trabajo, diginidad y cambio social. Porque 17 años después, el pasado se nos hace presente con líneas de continuidad por arriba y por abajo.
El final de la década del 90 y los inicios del nuevo milenio, nos mostraban un país sumergido en la crisis económica. Donde 1 de cada 2 argentinxs vivía en situación de pobreza. Con un país quebrado y los principales pilares de su estructura productiva entregados a capitales privados. La deuda que pesaba sobre las espaldas de las y los trabajadores y la entrega de la soberanía política al FMI. Bancos que se enrriquecían mientras a la mayoría de la población se la excluía de los derechos más elementales. Familias durmiendo en la calle. Una moneda devaluada y la falacia de “1 peso – 1 dólar” que tocaba su fin. Por aquel entonces, los Movimientos de Trabajadores Desocupadxs y el método piquetero de lucha ganaban las calles y las rutas a los largo y ancho del país. Marianela “Pini” Navarro, referente del FOL e integrante de Venceremos, estuvo presente ese día y recuerda: “El pliego de reclamos era por trabajo y alimentos pero también tenía elementos políticos porque se rechazaba el acuerdo con el FMI, el ajuste sobre el pueblo y el plan neoliberal que se venía implementando durante la década del 90 de entrega de lo público a las privatizadas”.El objetivo del gobierno era claro: desarticular a las organizaciones piqueteras que venían en ascenso con su lucha. Organizaciones que son parte de un sector que ha crecido como consecuencia de la tendencia mundial del capitalismo argentino que arroja cada vez más a lxs trabajadorxs a la precarización, la subocupasión y la supervivecia como único horizonte posible. Pero también los movimientos se han consolidado organizativamente, aprendiendo de las experiencias históricas, y hoy son un actor protagónico en la lucha sindical y política del país.
Si seguimos en el plano de las y los protagonistas, la escena del 26 de junio del 2002 se nos va tiñendo cada vez más de presente. En aquellos años, Eduardo Duhalde era el presidente transitorio luego de interrumpido el mandato de Fernando De La Rua y hasta llamar a elecciones en el 2003. Del riñon del PJ, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, luego fue impulsor de la candidatura del electo presidente Nestro Kirchner. Duhalde fue el responsable político principal de aquella masacre. Lejos de haber ido a juicio y ser investigado, ultimamente se lo vió en la escena pública con el objetivo de reorganizar al Peronismo para construir la unidad opositora que pueda ganarle a Macri en las próximas elecciones y que un nuevo gobierno peronista quede al mando de la Casa Rosada. Otro de los actores protagónicos fue Anibal Fernandez, por entonces Secretario General de la Presidencia y quien instaló la hipótesis de que “los piqueteros se mataron entre ellos” cuando la sangre de Dario y Maxi todavía herbía. Desde entonces, y desde mucho antes, Anibal Fernandez ocupa sucesivos cargos públicos. Luego de la derrota electoral del 2015 cuando se postuló para gobernador de la provincia de Buenos Aires, también hizo lo suyo para el rearmado del Peronismo. Con un capital devaluado, se presentará como candidato a consejal en Pinamar. En esta tanda de dirigentes políticos reciclados de asesinos a salvadores, también se encuentra Felipe Solá, por aquel entonces máxima autoridad de la Provincia de Buenos Aires. Solá fue de los primeros funcionarios del gobierno en salir públicamente a respaldar el mensaje de la policía de que “se mataron entre piqueteros”. Inmediatamente después de la represión, realizó una conferencia de prensa junto al comisario Afredo Franciotti para respaldar su accionar, iniciando así el operativo de prensa que pretendía encubrir el accionar de las fuerzas de seguridad aquel 26 de junio. 17 años después, Solá se postuló como pre candidato a presidente con el lamentable apoyo de organizaciones como el Movimiento Evita y la CCC (PCR), maquillando así su figura y presentandolo como posible salvador de la penurias del pueblo. En el sentido opuesto, movimientos combativos como el Frente de Organizaciones en Lucha, entre otros, se posicionarion en claro repudio y señalando su responsabilidad en los asesinatos de Dario y Maxi y el operativo represivo en el Puente Pueyrredon. Los otros ex funcionarios por quienes continuamos exigiendo juicio y castigo son Oscar Rodríguez (vice jefe de la Side), Luis Genoud (ministro de seguridad de la provincia); Alfredo Atanasoff (jefe de Gabinete), Jorge Vanossi, (ministro de Justicia), Juan José Álvarez (secretario de Seguridad Interior), Carlos Ruckauf (exgobernador de la provincia) y Jorge Matzkin (ministro del Interior). Respecto a los autores materiales, se logró la condena a cadena perpetua del ex comisario Alfredo Franchiotti y el ex cabo Alejandro Acosta. Otros siete efectivos recibieron penas mínimas y fueron liberados al poco tiempo.
No sólo las lineas de continuidad se dan por arriba, en la superestructura política, sino también del lado de lxs de abajo. Actualmente, las organizaciones de trabajadorxs desocupadxs, cooperativistas y precarizadxs continuan siendo la herramienta de un sector creciente de nuestra clase a quien los sucesivos gobiernos han mantenido privados del pleno ejercicio de sus derechos. En épocas de ajuste y de aumento de la pobreza, los movimientos sociales han enfrentado en la calle y en unidad las políticas del Macrismo. Con la apertura de la campaña electoral, algunas de estas organizaciones han decidido ser parte de un armado político que integran algunos de los responsables de la masacre de Avelaneda. Desde Venceremos -Partido de Trabajadorxs- consideramos errada esta posición ya que no se trata de un apoyo táctico si no de una integración al armado peronista que termina socavando la independencia política de sus organizaciones. Los asesinos de ayer no puede ser los salvadores de hoy.
17 años después, el reclamo por trabajo y una vida digna continua vigente en cada olla popular, en cada movilización y en cada piquete. El ejemplo de Dario y Maxi, militantes populares del campo de la izquierda, sigue siendo el fuego que impulsa a la juventud que se organiza y lucha en cada barrio, en cada pueblo, en cada rincón del país. “Con Dario Santillan teníamos ambos 21 años. Quienes comenzamos a militar en esa época lo hicimos en un contexto muy adverso, con niveles de represión muy altos, con un Estado inexistente ante una pobreza inmensa. Eso hizo que se forme un perfil de militancia abnegada donde aprendimos a que sólo podíamos confiar en la organización y en nuestrxs propixs compañerxs”, describe Marianela “Pini” Navarro.La historia de Dario y Maxi, es parte de la historia de las luchas populares de nuestro país. Con el piquete como método de acción directa y las banderas que exigen una sociedad sin explotadxs ni explotadores. Hoy, levantamos la bandera de nuestros compañeros Dario y Maxi, con la firme convicción de construir una alternativa política de lxs de abajo que termine con todo tipo de opresión y explotación. Una alternativa política con un horizonte socialista y feminista.