Se cumplen 21 años de la masacre de Avellaneda. Aquel 26 de junio de 2002, las fuerzas represivas del Estado, a la orden del gobierno de Eduardo Duhalde y con la venia del poder económico, desataron una brutal represión sobre los movimientos de trabajadorxs desocupadxs. El operativo conjunto de fuerzas locales y nacionales, coordinado desde el Estado nacional, apuntalado por la SIDE, culminó con el asesinato de nuestros compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki y dejó más de 30 heridxs por balas de plomo.

Darío y Maxi viven en las luchas. No son solo memoria, sino presencia en cada barriada donde el pueblo pobre se organiza y no se doblega al aparato punteril y estatal. Están presentes en las organizaciones barriales, sociales y políticas que no se cobijan bajo el ala de ningún gobierno, se vista de gendarme o progresista. Viven en cada piquete, en cada corte de calle y de ruta, como los que se alzan en el norte de nuestro país en estos mismos momentos. Porque, como dijera el querido Vicente Zito Lema, “la esperanza es un arma cuando se pone el cuerpo”.

Darío y Maxi están presentes. Hoy, como ayer, seguimos exigiendo cárcel común para los responsables políticos de la masacre. Seguimos diciendo que la masacre de Avellaneda fue un crimen de Estado; que Duhalde, Solá, Aníbal Fernández deben rendir cuentas por estos asesinatos. Nosotrxs no olvidamos, no perdonamos ni nos reconciliamos.

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