El gobierno porteño pretende eliminar el distanciamiento físico en las aulas y convoca compulsivamente a la totalidad del alumnado a cursar en simultáneo. Una medida demagógica, carente de sustento sanitario y sumamente peligrosa en un contexto de preocupación por el arribo de nuevas cepas de covid más contagiosas. La docencia se prepara para un nuevo capítulo en esta pelea que se reedita con el reinicio del ciclo lectivo tras el receso.

El aperturismo en la Ciudad de Buenos Aires

El jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta anuncia, como si la pandemia ya hubiese terminado, las etapas para “volver a la normalidad”. Si bien es cierto que la cantidad de contagios muestra hace semanas un descenso importante, el esquema de vacunación aún no ha sido completado en toda la población, y la amenaza de la variante Delta del coronavirus está latente.

La política aperturista que llevan hace meses los diferentes gobiernos, algunos a un ritmo mayor que otro, es una clara muestra de que la campaña electoral y la necesidad de mover la economía, hoy son los ejes para tomar las decisiones.

Por su parte, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, habla de variables y estadísticas que utilizan para tomar las decisiones de apertura, que jamás publican en ningún lado.

¿Qué pasa en educación con la presencialidad?

El lunes 19 de julio, primer día del receso escolar de invierno, Larreta se apura a anunciar cómo será el regreso a las escuelas una vez que éste finalice.

Si recordamos las palabras de Soledad Acuña, Ministra de Educación de CABA, en marzo de 2019, ella sostenía que el protocolo para las escuelas se basaba en dos variables principales: la ventilación y el distanciamiento. La primera variable, lejos está de cumplirse como se debe: son muy pocas las escuelas que pueden garantizar la ventilación cruzada correspondiente, y en este aspecto el Gobierno de la Ciudad no ha invertido un solo peso en reacondicionar los espacios. La segunda variable, el distancimiento de 1,5 metros, que daba como resultado la conformación de burbujas, será eliminado a partir del 4 de agosto, comenzando por las escuelas secundarias y continuando por las primarias y el nivel inicial. Y su suman también los Institutos Terciarios que hasta el momento continuaban trabajando en formato virtual. En este escenario, para fines de agosto, ninguna de las dos variables fundamentales para reducir el contagio del coronavirus estarán vigentes en las escuelas.

Esto es una clara muestra de la concepción que tiene el Gobierno sobre el rol de las escuelas: necesitan que funcionen como guarderías para que lxs trabajadorxs puedan retomar de lleno la actividad económica.

Desde mediados del 2020 que la docencia porteña junto a la comunidad educativa viene dando una enorme batalla contra estas medidas aperturistas que ponen en riesgo la salud de toda la comunidad educativa. Sin dudas la segunda mitad del año no será la excepción, que comienza con un paro docente convocado por Ademys para el 2 de agosto, y una asamblea para definir como continuar.

Como si esto fuera poco…

A todo esto se le deben sumar los problemas históricos que atraviesa la educación. La inversión en educación en CABA no solo es la más baja de todo el país en proporción al resto del presupuesto (17,3%), sino que además viene sufriendo recortes año tras año (ver, por ejemplo, https://www.tiempoar.com.ar/politica/caba-el-distrito-que-menos-invierte-en-educacion-en-el-pais/).

Esto implicó, entre otras cuestiones, que se cerraran los planes de entrega de dispositivos para alumnxs de primaria y secundaria, que tan necesarios hubiesen sido en este contexto. Pero también se visibiliza en la falta de inversión en infraestructura: enorme cantidad de escuelas sin gas, y por ende sin calefacción, escuelas nuevas cuyos techos se desmoronan, escuelas sin pintura, edificios sin terminar. En ese contexto lxs pibxs van a la escuela, pero Larreta y Acuña se la pasan desfilando por los medios, sosteniendo que la educación les importa. Lo que les importa es su propia campaña política, y hacerla en función de un sector social que, sin dudas no es principalmente el que transita la escuela pública.

La falta de inversión sin dudas también se dejó ver en los salarios docentes, cuyos “aumentos” salariales hace años que son siempre por debajo de la inflación, distorsionando el escalafón, con paritarias que de discusión salarial solamente tienen el título. Este año, por supuesto, no será la excepción. Sin hacerse cargo, de que el acuerdo impuesto desde el Gobierno a principios de año era inaceptable, ofrecieron un nuevo aumento que más que un aumento es un insulto, ya que por ejemplo entre los salarios de julio y agosto, el incremento salarial es menor a 100$ por hora cátedra (https://www.ademys.org.ar/v2/se-agrava-la-perdida-del-salario-contra-la-inflacion-vamos-por-la-reapertura-de-paritarias/)

Reforzar la lucha

Esta situación nos demanda redoblar esfuerzos, organizar a la docencia, y reforzar la lucha contra un Gobierno que nos ofrece violencia y maltrato, frente a un contexto de pandemia mundial como el que estamos atravesando.

La docencia organizada con las familias somos quienes debemos protagonizar esta pelea, los sindicatos docentes deben estar a la altura para facilitar las herramientas y acompañar las demandas que desde abajo se despliegan. Desde Ademys, impulsamos paro y asamblea este 2 de agosto, con la perspectiva de reabrir un ciclo de lucha para enfrentar estas medidas.

En cada escuela, en cada barrio, en cada distrito, nos encontramos y nos organizamos exigiendo PRESUPUESTO PARA EDUCACIÓN YA, de manera que se contemple no solo lo salarial sino también alimentación saludable para lxs pibxs, dispositivos y conectividad, inversión en infraestructura.

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