El ciclo lectivo porteño se inicia con una jornada de paro convocada por Ademys. Las maniobras del gobierno de Larreta por enviar personal precarizado para suplir a la docencia en huelga, muestran su preocupación ante una medida que creció en adhesión en la base del gremio. La aceptación de un acuerdo de hambre y que no da respuestas a las muchas problemáticas laborales y educativas, deja expuesta a una burocracia sindical sumamente degradada, apuntalada mediante prebendas estatales. El sindicato de base de CTERA (UTE) guarda una incómoda quietud: proclaman el rechazo al acuerdo, pero su accionar desmovilizador desmiente sus dichos… Pese a la complicidad de las burocracias, se reabre un canal de resistencia.
En la Ciudad de Buenos Aires, al igual que en distintas jurisdicciones del país, la crisis educativa se viene profundizando. Mientras la inflación escala a pasos agigantados, el salario continúa bajo la línea de pobreza y las burocracias garantizan al gobierno la paz social aceptando un miserable 60% de aumento anual, en cuotas y con sumas no remunerativas. El acuerdo paritario nacional firmado por CTERA y demás sindicatos nacionales docentes pretende establecer ese techo salarial, para evitar un incremento de la conflictividad y cumplir con las metas y pautas del FMI y el gobierno nacional. La central negoció un tramo inicial de 43% hasta mitad de año, pero sobre un piso muy rezagado (partiendo de $90.000 y llevándolo a cerca de $130.000). Muchos de sus sindicatos de base, dirigidos por la Celeste, no trasladaron esa pauta a sus jurisdicciones. En CABA, la UTE demuestra una vez más su papel: pese al masivo rechazo de la docencia a la oferta de aumento salarial (la primera cuota es del 14%, hasta mayo), no convoca a una medida de fuerza ni conduce un plan de lucha que permita enfrentar las políticas del gobierno de Larreta y la Ministra Soledad Acuña.
Sin embargo, las clases no comenzarán normalmente en CABA y tampoco en otras provincias. Con un importante nivel de adhesión, el paro docente convocado por Ademys expresará el rechazo de lxs trabajadorxs de la educación que vienen luchando por un aumento que recomponga el salario docente, pero también en defensa de las condiciones de trabajo y educativas que el gobierno viene atacando sistemáticamente. Es que además de los bajos salarios, que pretenden naturalizar la necesidad de trabajar dos o tres cargos, o más de 40 hs cátedra, desconociendo que la jornada laboral docente incluye mucho más tiempo de trabajo que el que estamos en el aula, desde el gobierno se viene avanzando en una ofensiva a las condiciones de trabajo: reformas al Estatuto Docente eliminando derechos, estableciendo las designaciones a dedo y digitando ascensos a cargos de conducción; eliminación, además, la transparencia y la democracia en las designaciones; imposición de un sistema de gestión de licencias online (MIA) que impide ejercer el derecho a la ausencia por enfermedad, lo que se suma al vaciamiento de la Obra Social; sub-ejecución del presupuesto de infraestructura, con los consecuentes problemas edilicios que se generan y agravan la falta de vacantes, porque no se han construido las escuelas necesarias; vaciamiento de Educación Especial, dejando a sectores vulnerables sin la atención adecuada; reformas curriculares que empobrecen y precarizan nuestra formación, nuestra labor y el aprendizaje de lxs pibxs.
En línea con estos ataques a los derechos garantizados por los Estatutos Docentes, desde las usinas burocráticas de los sindicatos nacionales y la CTERA se viene impulsando la elaboración de un convenio colectivo de trabajo, que lejos de mejorar las condiciones de negociación para la docencia, borraría de un plumazo lo que ya está garantizado por ley en los estatutos, dejando libradas las condiciones de trabajo a las negociaciones anuales de esa misma burocracia con los gobiernos locales o nacional, lo que claramente perjudicará a la docencia.
Cabe señalar que las mencionadas reformas de planes de estudio en los diferentes niveles y áreas de la educación, avanzan en sintonía con los lineamientos de los organismos internacionales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial. Por un lado, la reforma en el nivel secundario que ya se aplica en CABA y en casi todo el país, que implica una precarización y degradación educativa, preparando a lxs jóvenes para su “adaptabilidad” a un mercado de trabajo justamente precario y flexibilizado. Así, se restringe el objetivo de la formación en el nivel secundario de las escuelas públicas a la mera preparación laboral precaria. Nada de pensamiento crítico, de apropiación de conocimientos disciplinares y herramientas que les permitan acceder a la formación superior. En el nivel superior, se avanza en el intento de eliminación de los profesorados y la reforma de la formación docente: este año se pretende llevar adelante una profunda modificación de los diseños curriculares de los institutos terciarios de formación docente que apunta a acortar las carreras, establecer exámenes de ingreso, recortar contenidos y materias y reducir la autonomía y la libertad de cátedra, entre otros elementos.
Todos estos problemas, que evidencian la gravedad y profundidad de los ataques a los derechos de lxs trabajadores docentes y a la educación pública, no se restringen por supuesto a la Ciudad de Buenos Aires, sino que tienen una dimensión nacional y continental. El lugar estratégico que ocupa la educación, es lo que está en la disputa de fondo: por un lado, desde perspectiva de los organismos imperialistas y los gobiernos locales y su necesidad de garantizar el orden social se promueve una escuela que contribuya a promover la contención social. Por el otro, desde la perspectiva de los pueblos, la escuela engendra la posibilidad de abonar a un pensamiento crítico que impulse la organización popular y la transformación social.
La organización y la lucha que nos demos les trabajadores de la educación, por nuestros derechos, por nuestro salario, pero también y fundamentalmente por un sistema educativo que aporte a la emancipación de los pueblos, es el norte por el que trabajar, en cada una de nuestras jurisdicciones y a nivel nacional, por una mayor unidad y articulación que nos permita enfrentar esta ofensiva y construir una perspectiva desde abajo.