En el marco de una profundización de la crisis capitalista mundial y las disputas interimperialistas, con la multiplicación de guerras y conflictos armados, la crisis interna de la principal potencia mundial se agudiza.

La disputa entre los distintos sectores de la burguesía

Finalmente, luego de varias semanas y frenéticas negociaciones, la cámara de representantes de EEUU eligió a su presidente: Mike Johnson, un trumpista ultra conservador y evangelista que sostiene que Biden hizo fraude en las elecciones. Esto sucede luego de que, por primera vez en la historia, esa misma cámara destituyera a su presidente, el también republicano Kevin McCarthy, por un voto muy peleado (216 a 210) a principios de octubre. La crisis en el congreso se cierra dando por vencedora al ala más radical del Partido Republicano que logró su cometido este 2 de noviembre, aprobando ayuda militar para Israel en 14.600 millones de dólares que saldrán del fondo del IRS (la AFIP de EEUU) dedicado a perseguir la evasión. En un solo golpe el GOP (Grand Old Party, como se conoce al Partido Republicano) obtiene dos victorias: asegurarse la evasión de los grandes empresarios y financiar al sionismo internacional. Sin embargo, no se aprobó nuevamente ninguna partida presupuestaria para Ucrania, ni para Taiwán, lo que será motivo de veto de Biden si es que esta ley pasa por la cámara de senadores. Detrás de estos hechos de golpes palaciegos se encuentra la crisis económica más grande de la historia yanqui por su magnitud y por las consecuencias que está trayendo en la geopolítica mundial. ¿Qué hace la burguesía yanqui frente a este colapso?

 

¿Qué hay detrás de la destitución de McCarthy y la dificultad para negociar sucesor?

El republicano McCarthy había negociado con Biden una resolución de financiación de corto plazo para mantener el congreso funcionando. Los gastos no previstos por el presupuesto que requieren financiamiento extra de lo estipulado por impuestos regulares generan controversia porque implican o bien aumentar los impuestos (que afecta a todes pero también a la gran burguesía) o bien reducir el gasto público de los servicios sociales o subsidios a la población trabajadora (que sólo afecta a la clase trabajadora). La solución que se ha dado EEUU históricamente es el endeudamiento, que no es otra cosa que pedir prestada plata al gran capital estadounidense a cambio de bonos del tesoro, los bonos más seguros del mundo. Esto no sólo permite no recaer en el aumento de impuestos, sino también en garantizar el aumento de ganancias para el sector financiero. Y es por eso que la principal presión para que no se caiga en cesación de pagos viene de Wall Street. La resolución negociada por McCarthy implica el levantamiento del techo de endeudamiento a 3,3 billones de dólares, arrojando un déficit fiscal de 2 billones. Como se ve, EEUU impone restricciones a los déficits en todos los países a través del Fondo Monetario Internacional, pero no en su propio terreno. Con esta resolución, McCarthy permitía que el congreso siguiera sesionando y en eso, se siga debatiendo un juicio político a Biden, pedido por el mismo McCarthy, por enriquecimiento de su familia con la guerra en Ucrania. Sin embargo, la principal preocupación del Partido Demócrata no se consiguió y la resolución no incluyó el paquete de ayuda para Ucrania, porque el ala ligada a Trump en el Partido Republicano está en contra de ese financiamiento. Ahora, con el frente abierto en Palestina, la falta de presidente de la cámara y la paralización del congreso no permitía tratar la aprobación de nuevos fondos para apoyar a Israel. Claro que esto no disuadió al gobierno de EEUU de enviar a su territorio estratégico en Medio Oriente dos portaviones al Mar Mediterráneo, junto con un crucero y un destructor de misiles guiados, además de los 4.400 millones de dólares que ya viene inyectando a Israel en lo que va del 2023 según el Servicio de Investigación del Congreso (CRS). Más allá de las disputas en el parlamento, el Pentágono siguió inyectando dinero a sus dos frentes.

La negociación entre Biden y McCarthy provocó que el ultra derechista y trumpista Matt Gaetz – también republicano, pero de otra facción- con los votos del Partido Demócrata, consiguiera la destitución del presidente de la cámara baja alegando que el acuerdo no contenía planes de cortes de gasto público ni financiamiento para proteger la frontera con México. El escándalo McCarthy y las posteriores dificultades para elegir un nuevo candidato, evidencia las luchas intestinas que se aceleran a un año de las elecciones presidenciales en las que Trump intentará volver, aun enfrentando 6 juicios simultáneos y decenas de cargos en su contra, todo en medio de una gigantesca corruptela que enchastra a ambos partidos.

 

Resurgen las luchas de la clase trabajadora

La crisis abierta desde 2008 agudiza las contradicciones internas y la burguesía no sabe o no puede resolverlas. El aumento del gasto público a través de endeudamiento acicatea la inflación, que ya ha llegado al 3,7% interanual, una cifra altísima para EEUU. La Reserva Federal tiene la política de aumentar las tasas de interés para mantener el consumo controlado y, así, bajar la inflación. Si bien la Reserva viene aumentando las tasas, la inflación no baja como esperarían; no obstante, esta herramienta sigue siendo la preferida. Los últimos informes de sus analistas indican que el aumento de tasas empieza a perjudicar al sector industrial que podría entrar en crisis y producir cierres de fábricas o despidos masivos en muy corto plazo, y es por eso que, sin abandonar la herramienta, la FED no ha subido las tasas durante la última semana.

Este es el gran dilema al que se enfrenta la burguesía yanqui en el plano doméstico, en medio de un resurgimiento de luchas de la clase trabajadora evidenciado en las grandes huelgas del ferrocarril, camioneros, la industria automotriz (quienes obtuvieron importantes victorias luego de 6 semanas de huelga), los actores y actrices, en la creación de cientos de nuevos sindicatos en comercio, hospitales, municipales, periodistas, la industria de las tecnologías y hasta trabajadorxs “strippers”. Por otro lado, las altas tasa de empleo se explican por la sistemática pérdida del poder adquisitivo de los salarios que no cesa desde hace más de 50 años y que produce trabajadores pobres también en ese país. Este aumento de la pobreza a su vez, obliga al endeudamiento de las familias trabajadoras. El aumento de las tasas de interés que no para, afecta a estas familias y ya se están observando cifras de morosidad de este sector demasiado altas. La capacidad de ahorro de la clase media ha estado bajando. El sistema crediticio está en juego y todo apunta a una recesión en el corto plazo.

El régimen político yanqui muestra la desorientación de la burguesía frente a la pérdida de su hegemonía mundial y de sus problemas económicos internos que se retroalimentan. El propio Gaetz se mostró preocupado de que “que el dólar pierda su estatus de moneda de reserva mundial”. La diferencia entre los partidos Demócrata y Republicano ha sido siempre sobre cómo gestionar el Estado. Estas luchas intestinas actuales ¿indican que estamos frente a una diferencia estratégica entre el partido Demócrata y el partido Republicano en tanto a qué hacer frente a la inminente pérdida de hegemonía mundial? El fenómeno Trump (que fue abrazado por grandes masas trabajadoras por su visión de “generar trabajo estadounidense”) ¿tiene que ver con una visión de parte de la clase dominante en el GOP que intenta resguardarse frente a su colapso mundial mientras que la salida demócrata es salir hacia adelante con más guerra negando lo inevitable? El lema “make América great again” encierra una nostalgia con el pasado pero también una salida a la crisis: la constante baja de la rentabilidad y la pérdida de nivel de vida de la clase trabajadora (que ya no ve compensado su bajo salario con los bajos precios relativos internos) quiere ser resuelta invirtiendo en alguna medida el imperialismo, es decir, volviendo a repatriar la industria, abandonar algunas ocupaciones armadas que necesitan mucho gasto público como lo que sucedió con Afganistán, y volverse hacia adentro. Sería una situación parecida a la de Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial. Quizás ahí radique la diferencia respecto del financiamiento en Ucrania: la aventura imperialista de pelearle con todo al bloque de China y Rusia conlleva un riesgo que parte de la burguesía no quiere (o sabe que no puede) correr.

Sea como fuere, estas aproximaciones a un entendimiento de lo que pasa expresan el hecho de que, ante las crisis, la competencia y las divergencias interclasistas se agudizan y no todos los sectores de la burguesía están dispuestos a pagar los platos rotos. En ese contexto, también asoman las luchas de la clase trabajadora y la revitalización del activismo antiimperialista que ondea banderas palestinas. Allí germina la esperanza.

 

 

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