Una nueva andanada de agresiones militares del Estado israelí sobre el pueblo palestino deja más de 15 muertes en un puñado de días en Cisjordania. Bombardeos, incursiones terrestres, ataques a campamentos de refugiadxs. La crueldad colonialista del sionismo se renueva contra un pueblo que sigue resistiendo. Compartimos nota elaborada junto con lxs compañerxs de M.A.Iz.

 

Cuando Palestina arde, empezamos a recibir documentos, declaraciones encendidas, circulan miles de fotos (muchas repetidas), litros de tinta (o miles de caracteres) describiendo la situación, recriminando la violencia del ejército de ocupación israelí (mal llamado FDI: Fuerzas de Defensa de Israel, porque hay que tener mucha imaginación para detectar de quién se defiende cuando su razón de ser es llevar adelante la limpieza étnica).

Lo lamentable es que, entre matanza y matanza, parecería que todo va bien. Se considera que cuando no hay un operativo de las fuerzas de ocupación, en Palestina se vive en paz. Tampoco es noticia para los medios cuando las retroexcavadoras derriban casas y escuelas. No se evalúa como violencia quitarles las tierras y expulsar a lxs palestinxs. Se ha naturalizado que existan más de cinco mil presas y presos políticos en las prisiones de la ocupación sionista, entre las cuales más de mil presos y presas administrativas, incluyendo niñxs, es decir sin causa, sin juicio ni defensa legal. No conmueve al mundo la “normalidad” cotidiana de los checkpoint, puestos que los milicos manejan con absoluta arbitrariedad para permitir, o no, el paso de los y las pobladoras.

Y de eso se trata precisamente. De la “normalidad” de la vida en Palestina. La peor situación que puede sufrir la humanidad es la naturalización de la injusticia, el acostumbramiento al dolor ajeno, la resignación ante la opresión de un pueblo, la incapacidad de reacción ante la limpieza étnica.

En estos días se han encendido todas las alarmas. A medida que avanza la crueldad del colonialista Israel, se van generando reacciones en todo el mundo. Pero no nos equivoquemos. La preocupación de occidente y de varios gobiernos de Medio Oriente no tiene la intensión de parar la masacre que se sostiene desde mucho antes de 1948, sino que trata de evitar el contagio de la resistencia armada del pueblo palestino y que se expanda su ejemplo como reguero de pólvora. Porque allí, en la pequeña y sufrida Palestina, se está llevando a cabo la más atroz venganza del imperialismo contra un pueblo que no se resigna. Venganza por la imposibilidad de doblegarlo.

Hace más de 75 años, mucho antes de 1948, comenzó este plan nefasto. Ante la imposibilidad del Imperio Británico de aquella época de hacer pie en esa región para someter al mundo árabe, asistieron con todo lo que tenían a mano para que el sionismo desarrollara lo que ellos ya eran incapaces de lograr: una cabeza de playa, un oasis occidental (y militar) en Medio Oriente. Mijael Bar-Zohar, sionista indiscutible, escribió  la biografía más fidedigna de David Ben Gurión. Su simple lectura deja en evidencia la política del despojo de sus tierras al pueblo palestino.

Luego vendrá la Segunda Guerra Mundial y el Imperio Británico será sustituido por el imperialismo yanqui. Cambió el patrón pero no los objetivos. Y el sionismo siguió con su estrategia: la limpieza étnica, con el total apoyo del nuevo gendarme del planeta. Mientras, el mundo, conmocionado por el sufrimiento del pueblo judío a causa del holocausto nazi no fue, ni es, capaz de frenar al sionismo, que no es otra cosa que el fascismo aplicado en toda su dimensión.

No son dignas de crédito las condolencias de los gobiernos de turno. Las declaraciones de “honda preocupación” por las consecuencias de las acciones militares son expresión de la hipocresía del cómplice.

La burguesía sabe detectar cuando el capitalismo no logra otra cosa que la rebelión de los pueblos. En su análisis de clase, la resistencia armada del pueblo palestino pone en jaque la supervivencia del sistema. Las acciones del gobierno israelí no son obra de unos religiosos fanáticos. Las causas las encontraremos en los objetivos imperialistas, ya que no importan las consecuencias. Hay que sostener a Israel a como dé lugar, porque es su portaviones en la mejor ubicación posible. Y la limpieza étnica es la moneda de cambio, porque así el sionismo termina de apropiarse de toda Palestina.

Sin embargo hay una nueva generación de palestinas y palestinos que mamaron las enseñanzas de sus mayores. Lejos de lograr que el tiempo haya borrado la memoria de este pueblo, la historia vuelve con toda su fuerza para reivindicarlo. El despojo, las expulsiones, las muertes, no han eliminado el amor por la tierra, por la vida. El coraje surge como resultado de sus convicciones, de su voluntad inquebrantable de liberación.

El desafío que enfrentamos es relacionar, articular, las luchas en Palestina con las nuestras en América Latina, porque el enemigo es el mismo, el sistema que debemos derribar es el mismo, la liberación es bandera de todos los pueblos, y podríamos seguir. No se trata de algo retórico. Un triunfo en Palestina es un triunfo de los pueblos del mundo, así como debilitar al imperialismo en cualquier parte favorece a los pueblos que luchan por su liberación.

El problema con el que nos enfrentamos es la dificultad de visibilizar esta relación a causa de, entre otros motivos, los miles de kilómetros de distancia, los idiomas, la falta de conocimiento. A pesar de todo tratamos de hacer lo necesario para apoyarlos en su lucha. La mayoría de las veces solo expresamos nuestra solidaridad. Esto es importante pero no alcanza para frenar al sionismo.

Entendemos que hay medidas exitosas que se vienen aplicando en Europa como el boicot a los productos israelíes. En algunos casos se han logrado avances en el área de productos alimenticios, informática e incluso armamentos. Por supuesto, depende de la fuerza con que se cuenta para realizar tales presiones.

Aunque sabemos que en estos momentos estos objetivos no están a la orden del día en nuestro país y región, realizar campañas de información y coordinación por parte de quienes sostenemos estos propósitos seguramente nos permitiría tener resultados auspiciosos.

Actualmente, la Campaña Fuera Mekorot está logrando la coordinación de asambleas ambientalistas de todo el país. Mekorot, para quienes lo desconocen, es la empresa estatal israelí más importante para administrar el agua y generar el apartheid, mecanismo que apunta a favorecer la limpieza étnica, ya que deja afuera del consumo a pueblos palestinos. A nuestro país viene para facilitar el extractivismo, redireccionando los cursos naturales de los ríos y perjudicando a la población para beneficiar a las empresas. De esta manera, los pueblos originarios serán las primeras víctimas de esta política y, en segundo lugar, el resto de los y las trabajadoras y el pueblo en general.

Es un punto desde donde arrancar. Para que esto sea posible debemos generar, construir, una verdadera coordinación de todas las fuerzas que entendemos la importancia de defender nuestros bienes comunes. Luchas y luchadores hay, pero estamos con una visión muy parcial del problema. Debemos comprender que es el estado el instrumento que están utilizando para doblegarnos.

Nuestro éxito fortalecerá las posibilidades del pueblo palestino. Y el avance palestino nos fortalecerá. He aquí un punto en común fácilmente de visualizar.

Nuestras organizaciones, MAIz y Venceremos-Partido de Trabajadorxs, pondremos lo que esté a nuestro alcance para aportar en esta lucha.

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