Compartimos la segunda parte de la entrevista realizada a Johnny Peralta Espinoza, ex militante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka y preso político por 15 años en el Penal de Máxima Seguridad Chonchocoro, Bolivia. Donde nos comparte sus reflexiones sobre los procesos políticos vividos en Nuestraamérica en las últimas décadas (Para ver la primera parte de la entrevista http://venceremos-arg.org/2020/07/01/bolivia-actualidad-y-perspectivas-entrevista/)

 

V-PT: Desde el campo revolucionario, ¿que balance debemos hacer sobre lo que se conoció como los gobiernos progresistas en América del Sur?

J.P.E: Hace unos días vi un debate entre dos profesores, Diego Sztulwark (argentino) y Juan Carlos Monedero (español),  ellos hablaban  del por qué las masas que en América del Sur habían accedido a mayores niveles de consumo, a un poco de salud, estabilidad económica, en su momento dieron la espalda a Kirchner, a Dilma, a Evo; ellos concluían que lo que había fallado era la subjetividad.

Intento comprender porque se expresan de esa manera, sé que hablan desde su comodidad, de su situación de profesores y filósofos, otra cosa es hablar desde la experiencia como hizo ese ejecutivo provincial indígena de la Tupac Katari que dijo que en 14 años no habíamos podido construir estructura partidaria. Desde mi punto de vista, lo que hicieron los gobiernos progresistas fue recuperar la función social que cualquier Estado debe poseer, y a partir de esa característica distribuir el excedente económico, que es distribuir en última instancia las rentas que tiene un país, para afrontar varios problemas por ejemplo la reducción de la pobreza, elevar los niveles de consumo, el acceso parcial a la vivienda. Pero lo que les faltó  fue crear instituciones con identidad, y aquí me refiero a dos temas concretos, la salud y la educación con calidad. Quizás en algún país, se amplió la cobertura escolar, como en Bolivia pero esto no garantiza que amplios sectores de jóvenes puedan cumplir con todos sus estudios y sean partícipes del proceso de movilidad social. Una educación de calidad responde a la preocupación de miles de madres de familias, sobre el futuro de sus hijos.

Hoy en día pensar en el futuro de nuestros hijos desde la educación, cuesta dinero. Lo mismo sucede con la salud, ya que si un miembro de la familia se enferma gravemente y tiene lo mínimo para vivir, prácticamente tenemos que endeudarnos para salvarlo. Así que si tenemos instituciones de educación y salud con calidad, con identidad, o sea que respondan a las expectativas de nuestros pueblos, tengan seguridad que eso crea identidad política, y esa gente que ve en riesgo esos derechos, a partir de la destitución de sus presidentes, esa gente va a salir a la calle a defender esos procesos políticos. Los bonos que se han distribuido entre sectores necesitados, el incremento de ingresos a poblaciones que pasan a ser clases medias, quedó demostrado que estas medidas no han creado identidad política. Mientras esos filósofos piensan que la gente les ha dado las espaldas por mal agradecidos, eso no es así. También faltó generar por otro lado la batalla cultural de las ideas, de la música, de las costumbres, de los valores, que permitan lograr la reforma moral intelectual y que hubiera ayudado también a construir identidad política.

Leer también: Primera parte de la entrevista

Los gobiernos progresistas crearon máquinas electorales, movilizaciones masivas que no tenían objetivos por los cuales luchar, no había principios por los cuales la gente va a dar su vida;  todo venía desde arriba, desde el Estado y a las masas se les consultaba el día de las elecciones. Cuando se trataba de ir construyendo poder popular, con la participación de las masas que puedan construir democracias de consensos para tener programas políticos más inclusivos. Pienso que no falló la subjetividad de las masas, como decían los dos profesores, lo que falló fue que a las masas sólo se les consultaba en las urnas para que después los gobernantes tomen sus decisiones a nombre de los pueblos.

Otra característica que veo en los gobiernos progresistas es una conducta poco revolucionaria, si el pueblo no tiene todavía una vida digna, los líderes o gobernantes deben hacer un sacrificio para tener una vida un poco más modesta y aquí me estoy refiriendo a los niveles patrimoniales que durante esos gobiernos progresistas han permitido que muchos lideres y gobernantes “izquierdistas”, hoy fuera del gobierno estén gozando de una vida tranquila.

Mientras que millones de personas en estos momentos estamos soportando muchas preocupaciones, no he visto ningún jerarca que haya formado parte de los gobiernos progresistas y hoy la este pasando mal. Entonces ha sido correcto llamarlos progresistas a esos gobiernos porque en este punto no fueron nada de revolucionarios. Si volvemos a tener gobiernos progresistas que quieran aparentar ser revolucionarios yo creo que esa gente al ostentar cargos jerárquicos debe rendir cuentas al pueblo, por su conducta, su trabajo, su entrega si dicen que son revolucionarios. Hay algo también y es que estos gobiernos se olvidaron de la juventud, no tuvieron la capacidad de plantear proyectos de vida para millones de jóvenes que hoy no pueden darle un sentido y un significado a sus vidas. Y esto se lo hace con educación y empleo de calidad, con políticas culturales, con una difusión masiva de libros, películas, teatro, etc. Sin embargo, ahora tenemos lo que tenemos, una ofensiva de la derecha y nuevamente el sufrimiento de los pueblos. No basta con decir algo que he escuchado a algunos dirigentes, que demagógicamente repiten que nuevamente se va a venir una oleada de la izquierda, que la crisis del capitalismo provocará nuevos triunfos electorales de la izquierda, no sirven. Mientras en este momento y como siempre el pueblo ponga sus muertes, su gente sin empleo, sus hijos sin educación, sus familias sin salud, esto debe indignar a cada uno de nosotros. Este es el balance que hago.

 

V-PT: Aún reconociendo múltiples afinidades, nosotros hemos diferenciado las experiencias de Venezuela y de Bolivia de gobiernos como los del PT en Brasil o del kirchnerismo en Argentina. ¿Qué fue y es lo distintivo del proceso de cambio en Bolivia?

 

J.P.E: El saqueo de Bolivia tiene larga data, ese saqueo y la subasta de los recursos naturales se ahondó durante el neoliberalismo que fue instaurado  hace 20 años. Las desigualdades que sufrimos fueron y son una afrenta para nuestro pueblo, por ejemplo las muertes por embarazo, la esperanza de vida de 63 años, los niveles de consumo de bajas calorías, el salario mínimo nacional era de 62 dólares, no había vinculación caminera lo que dejaba en total abandono a muchos pueblos, faltaban escuelas y hospitales, medios de transportes masivos, había una invisibilización de las naciones indígenas y todo eso se revirtió durante el proceso de cambio. También se llevó a más de tres millones de personas a ser clase media y si en algo fundamental acertó el MAS fue que la base de su política estaba sentada en la lucha contra la desigualdad. Y esto hace que el proceso de cambio sea distinto a los otros gobiernos progresistas, con todas las medidas estructurales. También lo que marca diferencias es que se llevó un indio al gobierno y esto provocó que la derecha se saque su velo, su  máscara y durante 14 años junto a los medios de comunicación destilaran odio racial a todo lo que olía a poncho, a indio a pollera. En un país donde los indios jamás fueron tomados en cuenta. Otro de los méritos del proceso de cambio fue introducir en la constitución los conceptos de democracia intercultural, comunitaria y participativa, además de declarar que los servicios básicos como el agua, la electricidad, el gas son derechos. También en la constitución se reconocen las autonomías indígenas, que no se profundizaron por instrucciones gubernamentales y eso fue un enorme error. También el proceso de cambio marca diferencias por la nacionalización de los hidrocarburos y de las empresas estatales, esto implica que el Estado empezó a jugar un rol importante en la generación de recursos para atender políticas sociales. Quizás muchas de esas políticas las cumplieron también otros gobiernos progresistas, pero lo que marca diferencias es que Bolivia era uno de los países más atrasados y era urgente hacer esas tareas a partir de un gobierno indígena popular.

 

V-PT: El cuestionamiento al capitalismo se ha convertido en un tabú para muchas fuerzas y organizaciones se ha propuesto el carácter de masas que requiere cualquier transformación con un planteo revolucionario anticapitalista. ¿Qué elementos piensas que debiera tener la reconstrucción de un proyecto Revolucionario anticapitalista con profundización de masas?

 

J.P.E.: En este momento decir que tenemos un proyecto alternativo sería demagogia total, porque no hay ese proyecto. Podemos aprender mucho del zapatismo, estuve casi 2 años con el zapatismo y es necesario preguntarse qué clase de hombres y mujeres están construyendo allí, si cada día comen, palpitan, sienten autonomía, autogestión y autodeterminación, y ya llevan más de 25 años con ese proyecto. Otras experiencias de las que también vale la pena aprender, son las cientos de empresas recuperadas en Argentina, en Brasil y en otros países. Son caminos que abren la senda por donde podemos sembrar y cosechar anticapitalismo.

Por otro lado hay millones de personas que nos encontramos por fuera de esas experiencias, y qué podemos hacer para construir esos proyectos revolucionarios, considero que lo primero por hacer es pensar, pensar y pensar. Quizás recordemos esa frase de Marx que dice “los filósofos hasta ahora no han hecho más que interpretar el mundo y de  lo que se trata es de transformarlo”, entonces hay que invertir esa idea, hoy en día es necesario precisamente interpretar lo que está sucediendo en el mundo, en nuestros países. Pensar por ejemplo cómo construir un proyecto anticapitalista que se ajuste a la realidad, junto con  la participación del mundo, con toda la militancia en auténticos debates políticos. A los dirigentes y líderes de los gobiernos progresistas se les ha pagado por militar, con los ingresos fiscales, y mirá lo que tenemos hoy en día. Una derecha avanzando a paso militar, con paso de parada. Si queremos construir proyectos anticapitalistas es necesario que haya dirigentes cultos con gran bagaje teórico, pero teniendo el cuidado de que esos cumpas no tienen la verdad, creo que hoy esto hace daño a los proyectos anticapitalistas, a los proyectos revolucionarios. Existe tanta información, pero tan poca gente que se informa, frente a esta realidad podemos tener la tentación de crear sacerdotes de las verdades políticas, de las verdades revolucionarias que después las comparten en reuniones y se las asume como si fueran consensos. Debemos profundizar las formas de construir consenso y creo que  para eso sirven las lógicas no occidentales, de los pueblos indígenas, donde  se discute mucho, se escuchan muchas voces para llegar al consenso y arribar a una verdad.  Nos ayudaría a reconceptualizar la democracia.

Otro aspecto preocupante es combatir lo políticamente correcto que nos entorpece y aquí no debe haber concesiones en el uso del lenguaje en las prácticas políticas. Un triunfo ideológico del capitalismo hoy en día es que en la práctica en los últimos años no se usa la palabra anticapitalismo, la izquierda, los sindicalistas la han expulsado de sus vocabularios.

También hay que hilar más fino, los excluidos, los explotados, los nadies que quizás aspiramos a ser izquierdistas, anticapitalistas, comunistas, pero estas palabras son verdades universales, la pregunta que debemos hacernos es qué es ser anti capitalistas, comunistas, desde nuestras creencias justificadas de nuestro partido, de nuestro país, de nuestra revolución. En este sentido debemos ver cuáles son esas creencias justificadas que palpitan en nuestra comunidad. Por ejemplo se palpita la creencia de la dignidad, pero dignidad en qué, en educación, en salud. Otro ejemplo, se palpita la creencia de la libertad, pero libertad en qué, la libertad de expresión, la libertad de saber que si te esfuerzas va ser dirigente o si se palpita autonomía y esta cómo se materializa. Lo que estoy queriendo decir es que no hay mejor experiencia que la que emerge de nuestra propia comunidad, de nuestro propio partido, de nuestra propia revolución. Creo que es el contexto lo que determinan el ser comunista, el ser Anticapitalista. Por eso es que la pregunta básica que hay que hacerse es ¿Qué es lo primero, las prácticas o el sujeto? Yo creo que las prácticas. Y aquí debemos luchar cotidianamente para que haya un vínculo entre creencias y prácticas. Porque si yo afirmo como creencia que soy un antimachista, pero este fin de semana me resisto a lavar la ropa ¡vaya antimachista que soy! lo mismo pasa si me reivindicó desde mis creencias como comunista.

Entonces cuidémonos de gente que exclame “hay que luchar contra el imperialismo”, esto es un exceso de verborrea. Hay que luchar por las creencias que se palpiten en nuestro pueblo, en nuestra comunidad, en nuestro partido. Que hay que destruir al capitalismo sí, pero al capitalismo se lo destruye con actos concretos, a través de sus agentes políticos que tienen nombre y apellido. Al capitalismo se lo destruye mediante sus acciones pero no se  destruye a un sistema anónimo.

Otra tarea que debemos emprender es debatir, analizar, reflexionar si el viejo concepto de clase sigue siendo útil en el actual contexto. Debemos tomar enseñanzas de viejas experiencias como son la de los comunistas chinos y rusos que a la hora de plantear sus consignas movilizadoras nunca fueron dogmáticos. Por ejemplo en China la consigna movilizadora fue Liberación nacional y unidad contra la corrupción,  en Rusia esa consigna se expresó en Tierra y Paz. Entonces el programa para que sea lo más inclusivo posible tiene que pisar los pies en la tierra. Porque, en qué ayuda la fraseología, la verborrea cuando alguien reivindica la nacionalización de la banca privada, si bien ésta consigna es universal  y es correcta  pero en este momento ¿la correlación de fuerzas reales nos permite hacer realidad esta reivindicación? ¿Ayuda a los actores populares esa consigna? En política uno sabe cuándo es una victoria y cuándo es una derrota, al menos logremos pequeñas victorias vitales pero superando formas y contenidos de lucha ya gastados y fracasados. La victoria se materializa cuando se consigue algo que realmente cambie la vida de la gente o  le proporcione un sentido político. Educación y salud de calidad, no al servicio militar obligatorio, ante la dejadez estatal en cuanto al feminicidio organizar en los barrios, en los sindicatos, al partido para parar el exterminio de las mujeres. Participación política real de las mujeres y jóvenes para renovar liderazgos. Proyecto de vida para la juventud organizados desde los barrios, desde el partido. Exigir la nivelación de los salarios de los que dirigen gobiernos progresistas, todas estas acciones tienen un carácter afirmativo de la política que propone algo realmente nuevo que nosotros llamamos el acontecimiento Esto del acontecimiento yo lo aprendí con los zapatistas. Cuando uno llega a Oventic te preguntan de dónde eres, qué haces, porque has llegado ahí. Después de escuchar, los zapatistas te narran, te cuentan por un buen tiempo su revolución y al contarte te transmiten sus experiencias y no hay otro modo de politizarse que  hacerlo desde la experiencia. Puedes leer muchos libros y te pueden ayudar, pero nadie puede contarte, narrarte con conciencia lo que sucede cuando se gana algo en una batalla política. Entonces de lo que estoy hablando es que estamos posicionando el comunismo como resistencia frente al capitalismo desde las experiencias,  las prácticas, las victorias pequeñas y que palpitan en la gente común, porque no hay mejor escuela que la experiencia ya que esa experiencia es la base para modelarnos como hombres y mujeres nuevos y nuevas, porque esa experiencia tiene efectos morales, educativos, políticos, sociales, culturales sobre nosotrxs.

 

V-PT.: ¿Cuáles son las tareas coyunturales y de largo aliento que deberíamos (y podríamos) encarar nivel continental?

 

J.P.E.: Voy a contestar desde la experiencia que tengo.

Veo una fuerte contradicción entre la única esperanza que tenemos que es cómo nuestro pueblo se puede volver revolucionario frente a este triunfo invisible del neoliberalismo, del capitalismo que ha convertido a cada trabajador en su propio capitalista. Cómo convertirnos en revolucionarios, si al mismo tiempo si el capitalismo nos ha convertido en emprendedores de nosotros mismos. El capitalismo ahora nos ha dado la tarea de ocuparnos de la educación de nuestros hijos, de la salud de nuestra familia, de nuestra vivienda, hay una igualdad formal y legal entre los trabajadores, entre el pueblo trabajador y los empresarios capitalistas y esto es algo impúdico .Entonces yo creo que es hora de que las izquierdas desde sus luchas y prácticas auténticas comiencen a construir unidad y solamente aquellos que auténticamente estén luchando por nuestros pueblos van a dar ese paso hacia la unidad. No creo en llamamientos como los que hizo Varoufakis para crear esta internacional progresista donde esta Chomsky, Alicia Castro García Linera, Haddad el ex candidato a la vice presidencia de Brasil porque nuevamente tenemos que preguntarnos desde dónde nos están convocando a esa internacional progresista y es desde la comodidad de sus hogares, nadie niega que son buenos tipos, eso nadie lo pone en duda. Pero eso no sirve porque no nace desde la experiencia. Cuando nos han convertido en emprendedores, ya se expresa una derrota política de los seres políticos. Mientras los intelectuales nos llaman a construir una internacional progresista, hay gente y no son pocas que están haciendo revoluciones de contenidos concretos y prácticas concretas contra el capitalismo. Ustedes mismos tienen un potente movimiento de luchas feministas, por otro lado están las luchas de los negros contra el racismo, las luchas de los excluidos, la lucha de las economías alternativas, hay que aprender de esas experiencias. Estoy totalmente distanciado de afirmar que la revolución es un problema de estudiar, de leer muchos libros, la revolución no es un problema de descubrimiento bibliográfico o teórico es un problema de imaginación, de cómo podemos construir esa revolución. Hay que preguntarse por ejemplo cómo lograron la autorrealización las mujeres para ir a la huelga mundial, vaya que tenemos mucho que aprender de esas lecciones. Hay partidos todavía comunistas que se legitiman con el discurso marxista, pero se olvidan de un principio básico que es la autoorganización como fuerza revolucionaria para enfrentar al capitalismo. A esa autoorganización los partidos comunistas hace mucho tiempo la dejaron en el olvido y es esto lo que debemos comenzar a pensar de forma inmediata. Otra cosa es también cómo compartir experiencias, formas de lucha de organización, de formación política. Sobre  la formación política ya es tiempo de superar el adoctrinamiento de la gente, y poder recrear, dar herramientas para que la gente piense, analice, reflexione y pueda debatir.

Ahora que estamos sufriendo la pandemia millones de personas sin seguro de salud público, sin educación porque no tenemos portátiles o laptops para nuestros hijos, éstas carencias hay que convertirlas en reivindicaciones del día. Y es ahí donde resucita la idea del comunismo pero es necesaria la unidad de las izquierdas porque estas reivindicaciones que afectan a trabajadores desempleados, precarizados, migrantes, mujeres solas, colectivos lgtbi y campesinos, jóvenes son nuevos sujetos históricos que amplían el concepto de clase. Todo  esto  se tiene que resolver en los marcos de la democracia, todavía liberal pero que tenemos con la fuerza de las masas que empezar a cambiar ese concepto mismo de la democracia liberal.  Hay que resolverlo dentro del marco de la democracia porque si algún precio tiene la democracia, es buscar el bien común que nunca en toda la historia de la humanidad el capitalismo y su clase social pudo hacer realidad.

Los contenidos y las formas de los marcos democráticos los dan los sujetos a través de sus prácticas, la derecha también ha gobernado democráticamente y ha dado contenidos, formas, prácticas de explotación, de rapiña, de entrega, de subasta. También debemos cuestionarnos qué clase de partido estamos construyendo, para qué batallas, para qué confrontaciones y dentro del partido cómo mirar esos usos de la costumbre y el hábito capitalista que todavía conviven dentro de muchos partidos. Transformar esos valores o creencias capitalistas que conviven dentro de partidos de izquierda para convertirnos en hombres y mujeres políticos políticas e iguales. No creo que vaya a suceder el advenimiento de una violencia divina que nos pueda salvar del capitalismo salvaje, van a continuar batallas y enfrentamientos donde mueran muchos compañeros y compañeras, gente anónima y de eso tienen que estar conscientes los líderes y los dirigentes. Porque la única manera de honrar esos muertos es seguir el camino de la lucha. Y eso es el costo doloroso que tenemos que seguir pagando porque no podemos pensar en una resistencia armada, sabemos que no podemos socavar directamente al capitalismo pero estamos conscientes que podemos transformar nuestras costumbres cotidianas es el nuevo campo de batalla.  Muchos pensarán que esto es poco, pero el auténtico coraje no consiste en imaginar una alternativa que no existe en este momento, eso es soñar y sólo funciona como un obstáculo que nos impide pensar bien el punto en el que nos encontramos. La gente está furiosa y hemos sufrido años de neoliberalismo, hemos pasado otros años de gobiernos progresistas y seguimos en las mismas situaciones. Quizás algo ha cambiado, cómo articulamos esa furia en un programa, en un nuevo proyecto político de izquierdas que no sea populista y reitero solamente lo podemos hacer escuchando la mayor cantidad de voces.

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