El hermano país continúa atravesando la crisis política que se iniciara durante los meses de octubre y noviembre del año pasado, cuando el presidente Evo Morales había ganado la primera vuelta de los comicios del 20 de octubre, y posteriormente fuera derrocado por un golpe de Estado encabezado por la derecha política, la policía y los militares, con el apoyo del gobierno de los EEUU. Para conocer en profundidad su actualidad y las perspectivas en el futuro inmediato, atravesado por las elecciones convocadas para el 6 de septiembre, entrevistamos a Johnny Peralta Espinoza, ex militante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka y preso político por 15 años en el Penal de Máxima Seguridad Chonchocoro, Bolivia.

 

Venceremos-Partido de Trabajadorxs: Si bien lo has dicho en varios artículos, nos gustaría que repusieras qué significado y propósito tuvo y tiene la dictadura surgida del golpe de noviembre en Bolivia

J.P.E.: Lo que se produjo en noviembre del año pasado en Bolivia fue más que un golpe de estado. Fue un golpe que se impuso por los métodos más violentos de una derecha reaccionaria, que desde el 2006 venía expresando su racismo. Una derecha que no solo se propuso echar al indio Evo Morales, sino que pretende y pretendió borrar todos los avances económicos que tuvo el país en los últimos años. Por eso, además de quemar urnas y papeletas, también quemaron instituciones, amenazaron dirigentes, secuestraron a sus familiares, y finalmente masacraron a gente humilde en las varias represiones de fines del año pasado. Todo esto hizo la derecha para imponer un nuevo orden ideológico, económico y político que tiene como sustento la violencia y el racismo. Esta derecha personificada en Carlos Meza, Camacho, Tuto Quiroga y ahora también en la golpista Añez, ha decidido que el gobierno debe retornar a manos de la oligarquía, porque ellos piensan que tienen un destino manifiesto, que es gobernar y saquear a Bolivia, y para lograr esto han pisoteado la constitución y los derechos políticos y civiles del pueblo boliviano.

Pero yo pienso que el pueblo está consciente de esto, de que toda la derecha ha jugado un rol fundamental en el golpe. Ya que además han manifestado claramente sus propósitos, propósitos de saquear los recursos naturales, de subastar las empresas estatales, o sea, desmontar todo lo que hizo el gobierno del MAS. Y no solo eso, sino también borrar toda esa historia de 14 años, con apoyo de los Yankees. En este sentido, los medios de comunicación juegan un rol nefasto en cuanto a recrear una narrativa que niega el golpe y que durante 14 años han jugado el mismo papel, repitiendo constantemente el mismo discurso, de que el gobierno del MAS era un gobierno de narcotraficantes y corrupto.

En la actualidad, para intentar mantenerse en el poder, la derecha se ha inventado un enemigo que llaman la “narcoguerrilla” que, según dicen, irónicamente, intenta dar un golpe de estado. Este discurso ha servido para justificar los epítetos que lanzan contra el campo popular. Epítetos que van desde la “delincuencia”, “narcotráfico”, “terrorismo”, todo para justificar la represión que mantienen contra el pueblo. Ahora, el problema es que nosotros sabemos que los planes de la derecha son de largo plazo, pero lo que no sabemos es cuál es exactamente el plan de los Yankees y sus aliados locales para la región. No sabemos cómo será el nuevo dominio y sometimiento Yankee, no sabemos qué métodos y qué contenidos tendrán esas acciones. Entonces sólo nos queda un camino, y es preparar una lucha expresada en otra estrategia. Una estrategia política y cultural en gran medida diferente a la que hemos llevado hasta ahora, porque lo que decidamos hacer en esta coyuntura, tendrá efectos en el futuro y le dará sentido a nuestro accionar.

 

V-PT: A la represión racista, clasista y patriarcal de la dictadura se sumó una corrupción a gran escala para entregar el país al imperialismo y empresas privadas, su manejo de la crisis económica y sanitaria está siendo desastroso ¿hay una crisis política abierta en Bolivia hoy?

J.P.E.: Como dices, el manejo de la crisis económica y sanitaria que están haciendo los golpistas es desastroso. Pero hay también otros aspectos que deben ser analizados. Por ejemplo, a partir del año 2009 un jerarca del gobierno de Evo planteó la idea de que el país vivía un embate que se arrastraba desde la época de la Independencia y que se embate catastrófico se había superado con la aprobación de la nueva constitución política en el año 2009, ya que desde ese año las fuerzas populares habían triunfado y por lo tanto la hegemonía estaba en manos de los sectores populares. Yo particularmente nunca creí en esa idea. Yo creo que las clases dominantes siempre tuvieron el dominio para dirigir Bolivia y ese dominio lo ejercieron siempre con violencia, reprimiendo a los sectores populares. Violencia que desde el campo popular jamás se dio, que sí se intentó una vez, en la asamblea Popular de 1971, pero aquello concluyó un poder dual desarmado. Entonces, los sectores oligárquicos siempre poseyeron el dominio de los destinos del país. Por eso en noviembre los sectores dominantes, y en gran medida con apoyo de las clases medias, tomaron el camino de la violencia para restaurar su dominio, porque la dirección política, económica, ideológica y cultural del país nunca la perdieron.

Entonces, desde mi punto de vista, desde el 2006 siempre existió una crisis política en estado embrionario y que se desató con violencia en 2019, con el separatismo de la oligarquía agroindustrial. Pero a pesar de ello, el gobierno del MAS jamás se propuso saldar ese separatismo. Por ejemplo, siguió conviviendo con esa clase media tradicional incrustada en el aparato estatal y si tú no cambias la institucionalidad que respira aire burgues, estás perdido. Yo creo también que si además metes gente militante y la mezclas con esa pequeña burguesía reaccionaria, y si tu militancia no está firmemente ideologizada, tu militancia se deja comer por valores capitalistas; eso es lo que finalmente ocurrió y que nadie quiere reconocer. Por otra parte, a la oligarquía jamás se le planteó una lucha de clases abierta por la disputa del excedente económico. Lo que sí sucedió es que las empresas estatales eran rentables, los precios de las materias primas eran buenos, entonces durante los años del gobierno del MAS, el estado tuvo margen para distribuir las rentas excedentes de esas materias primas. Pero mientras esto ocurría, la oligarquía nunca dejó de enriquecerse, nunca perdió poder y nunca dejó de planear la desestabilización de Evo. Lo mismo sucedió con los militares, que fueron el único sector privilegiado durante el gobierno del MAS. Por ejemplo, son los únicos que tienen una jubilación del 100% de su salario, entre tantas otras ventajas sobre el resto del pueblo. Y lo que sorprende es que en el gobierno había gente con formación política, que parecería que nunca desconfiaron de esa oligarquía, ni de esos militares que, incluso por la experiencia histórica de nuestro país, sabemos que nunca regalaran una revolución. Entonces lo que ocurre es que ahora esa crisis política que veníamos arrastrando desde 2006 se hace más abierta y afloran las contradicciones. La derecha ha venido a imponer a sangre y fuego el nuevo orden, quiere dilucidar la contradicción de clase y de proyecto a partir del racismo y la violencia, de su lado tiene el ejército y la policía, y ellos están unidos en su proyecto reaccionario. Más allá de las divergencias en su participación electoral, políticamente están unidos y se han propuesto sí o sí eliminar cualquier posibilidad de participación democrática de los movimientos indígenas y populares, con Evo Morales como su principal fetiche. Esta derecha intentará por todos los medios democráticos y antidemocráticos imponerse, dominar y someter al pueblo boliviano; por supuesto, la manifestación de esto es una evidente crisis política. Nosotros tenemos que saber responder, y dentro de esa respuesta tenemos que tener en claro qué rol deben jugar las elecciones de septiembre para el campo popular.

 

V-PT: Hablando de eso ¿Qué papel vienen a jugar las elecciones (en teoría del 6 de septiembre) en el presente contexto?

J.P.E.: Desde el primer día los golpistas han querido aplastar todo indicio de resistencia y esperanza, han pervertido el significado y el contenido de la democracia. Hoy día cualquier sujeto político que se oponga al golpe es acusado de «narcoterrorismo» o «narcoguerrilla». Si hace 20 años el país sufría la democracia pactada que significaba que los líderes de la derecha se repartían el botín político, hoy esa misma derecha quiere vaciar los principios y los ideales de la democracia como son la libertad de expresión, como es el «hacer política». Esto debe interpelarnos a cada uno de nosotros, para poder respondernos desde dónde debemos lanzar ahora proyectos democráticos mucho más agudos, muchos más ambiciosos. Cómo podemos incendiar la rabia contenida del pueblo que desea una mejor democracia. Entonces, lo que nos jugamos el 6 de septiembre, es la posibilidad de corregir eso. La posible victoria electoral debe servir para seguir luchando contra la desigualdad, por supuesto, pero también aparece aquí la batalla de las ideas, la batalla cultural que no se dio en profundidad durante los 14 años de gobierno del MAS. Las elecciones deben servirnos también, fundamentalmente, para tomar en cuenta que es importante la formación del pueblo para dar un salto político en cuanto a la profundización de la democracia. Por otro lado, la clase obrera, que estuvo acostumbrada a una conducta economicista durante los últimos años, hoy debe animarse sí o sí a dar el salto para transitar de ser la clase en sí a ser la clase para sí, y también los movimientos indígenas deben, desde su visión, desde su cultura, ser parte de esa profundización democrática.

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Evo Morales, cuando llegó al poder, intentó cambiar esas reglas tan rígidamente establecidas, intentó basar el poder en los movimientos sociales y planteó diversas formas de auto organización social. Pero todo quedó en intento. Evo planteó una democracia amplia con sesgos pacíficos de cara a la oligarquía, pero las formas de la democracia han cambiado mucho con este gobierno golpista. Por ejemplo, el ministro de gobierno Murillo plantea meter aviones de guerra al trópico, el ministro de defensa, López, amenaza con militares para combatir el supuesto terrorismo. De cara a las elecciones la derecha tiene esa iniciativa, prepotente, racista. Entonces lo que nos resta al campo popular es recuperar nuestra propia iniciativa, con coherencia y firmeza. En síntesis, lo que nos jugamos con las elecciones del 6 de septiembre es si recuperamos la democracia, o si se instaura una larga noche de dominio de la derecha y el imperialismo.

 

V-PT: ¿Cuáles son las posibilidades del triunfo del MAS?

J.P.E.: Con respecto a eso se me ha quedado muy grabada una frase de una reunión a la que asistí con hermanos de la Túpac Katari, donde un compañero decía lo siguiente: «hemos descubierto que en 13 años de gobierno no pudimos construir estructura, ya que en 4 días nos han hecho trizas, nos han despedazado». Esta afirmación que surge a partir de un conocimiento práctico de los hechos ocurridos, de la experiencia directa, nos permite responder a una paradoja «¿cómo es posible que hoy en día el MAS pueda tener alguna posibilidad de ganar las elecciones sino tiene una estructura organizada?». Creo que hay causas para responder a este interrogante. La primera causa tiene que ver con la posición política de los movimientos indígenas que desde hace muchos años vienen reclamando su voluntad de tener participación real en la dirección de nuestro país. Estos movimientos tienen una gran fidelidad que se expresa en un voto duro hacia el MAS, pero esta fidelidad también expresa su voluntad de seguir formando parte de un proyecto político indígena. Ese voto duro indígena ronda un 30% del padrón electoral. La segunda causa tiene que ver con la ofensa que la derecha ha hecho contra el campo popular al quemar la wiphala. Esta fue una ofensa a centenares de miles de personas que defienden este símbolo, que de alguna manera representa la lucha contra la opresión milenaria ejecutada por el racismo y éste es un factor importante. La tercera causa para que el MAS tenga grandes posibilidades de ganar las elecciones, está relacionado con el desgobierno de la derecha, que en todo este tiempo ha mostrado su carácter antinacional y antidemocrático. Bolivia ha vivido en los últimos 14 años, con todas sus luces y sombras, un proceso de amplias libertades democráticas y libertades civiles. Hoy hay mucha gente que simplemente por opinar, por escribir en redes sociales, en grupos de WhatsApp han sido acusadas de terrorismo. A esto se suman los negociados en la compra de insumos de bioseguridad para combatir el coronavirus, la falta de transparencia en general. También las deudas que se han acordado con el FMI y que no se saben cuáles son sus destinos, el mal manejo de la educación, el empobrecimiento que, en apenas seis meses, han sufrido, por ejemplo, sectores de la clase media. Muchos que se sienten defraudados no solamente por la ineficacia de los golpistas qué estás llevando a la miseria a este país, sino por la evidencia de que los personeros de este gobierno no son estadistas, no tienen una visión para gestionar lo público y que solo se han dedicado a robar las finanzas del Estado, y que aquello que no pueden resolver con política, intentan resolverlo con violencia y autoritarismo. Yo creo que ahora se está viviendo, se palpita, se siente una victoria electoral. Pero no debemos olvidar la capacidad que tiene la derecha para cocinar un fraude, para entorpecer esa posible victoria electoral del MAS, para hacer interferir nuevamente a los militares, o incluso generar el escenario para que la disputa se resuelva nuevamente en las calles, como a fines del año pasado.

 

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