El Caracazo del 27 de febrero al 8 de marzo de 1989, fue un levantamiento emblemático en la historia reciente venezolana. Considerado por algunes como la primer rebelión popular contra el neoliberalismo, consistió en una serie de fuertes protestas y enfrentamientos callejeros contra la policía, las fuerzas armadas y la guardia nacional. El origen se encuentra en el rechazo a las medidas económicas impulsadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez y el FMI. El resultado fue hacer retroceder parcialmente al gobierno y se lo obligó a modificar su plan original, otorgando algunas medidas para calmar el descontento del pueblo. Se cuentan alrededor de 300 muertos por la represión y cientos de desaparecides.  Para conocer más de este episodio de la lucha popular en América Latina, entrevistamos a Norberto Bacher, militante socialista que vivió en Venezuela varios años.

1) ¿Qué fue el Caracazo como hecho de masas en la historia de Venezuela?

Fue la rebelión popular más significativa – tanto por su masividad como por su trascendencia política – al menos del período de la llamada » democracia «. Es decir, el período de hegemonía política de la socialdemocracia (AD adecos) y el socialcristianismo (COPEI, copeyanos) que se inició con la caída de la dictadura de Pérez Jimenez el 23 de enero de 1958. Caída que se produjo por un levantamiento militar precedido también por importantes movilizaciones de masas, pero de naturaleza distintas al Caracazo, que no es el caso detallar

2) ¿Quiénes lo protagonizaron y qué características tuvo?

El detonante fue una protesta callejera difusa, o multiforme por sus protagonistas iniciales, ante el anuncio el día anterior (26/02/89) de un «paquetazo de ajuste» tras la firma de un préstamo «stand-by» con el FMI, que incluía un aumento significativo del precio de la gasolina (nafta) y su consiguiente incidencia en el precio del transporte de pasajeros.

La protesta inicialmente se focaliza en Guarenas, una suerte de ciudad dormitorio aledaña a Caracas ubicada a unos 15 km al este, donde para la época predominaba una población de las capas bajas de la clase media y obviamente sectores pobres, necesitados de desplazarse diariamente a trabajar a Caracas, lo cual naturalmente los afecta.

Pero en pocas horas las movilizaciones no sólo se extienden, sino que cambia su epicentro geográfico, el carácter social de sus protagonistas y desnuda la verdadera esencia política del cataclismo social que vivirá el país los días siguientes, que trasciende en mucho a la oposición a un aumento del transporte.

Si bien las protestas tienen diversas repercusiones en varias ciudades, principalmente de los estados (provincias) que rodean a Caracas, es en la capital donde se produce un salto cualitativo porque se instala en los barrios (en lenguaje venezolano equivale a zonas pobres, nuestras «villas»). Es decir, en los cerros que rodean al valle de Caracas, particularmente en los del oeste, donde está el populoso sector del «23 de enero», con una tradición de luchas sociales desde décadas anteriores al estallido. Este barrio además cuenta con ciertas prácticas de auto-organización popular y con algunos niveles importantes de influencia (al menos ideológica-cultural) de la izquierda anti-adecopeyana, para ese momento fraccionada en varias vertientes. Si bien todos esos elementos sociopolíticos estuvieron presentes en la eclosión popular, ésta tuvo un alto grado de espontaneidad, ya que ni fue prevista ni orientada en sus acciones por los actores políticos que tenían presencia en los barrios. Por el contrario, es la masividad y el estallido de la «bronca» popular la que arrastra a la militancia organizada. Esto se puso de manifiesto en la forma que adquiere la protesta social: una multitud que bajando de los cerros se orienta al saqueo indiscriminado de comercios (los especuladores inmediatos, recordar que para Marx todo comerciante es un especulador en potencia) y no hacia objetivos gubernamentales o de los partidos gobernantes (los estrategas de la especulación). La feroz represión del aparato estatal militar (desatada una horas después, dado que la policía común fue desbordada) permite que aflore la persistencia en esos barrios de resabios de los grupos guerrilleros de los 70 (ya desarticulados para esa época), que junto a otros sectores marginales oponen un nivel de resistencia armada a esa represión, que causa bajas en las fuerzas represoras (entre ellas un capitán, Acosta Carlés, que formaba parte de un grupo de oficialidad joven que también integraba el entonces ignoto Chávez y ya pensaban en un alzamiento contra el régimen). Esta resistencia se prolongó aisladamente incluso más allá de los sucesos del 27 y 28 de febrero.

Esta explosión masiva indicaba que la ruptura no era sólo con el reciente asumido gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), que volvía por 2a vez a la presidencia. Y que además era el líder del partido hegemónico, que supo tener una amplia base popular y logró derrotar a los grupos insurgentes de los 70 y 80. Sino que la ira estaba orientada hacia todo un régimen corrupto, ya deslegitimado «en sordina» por la pobreza creciente en medio del despilfarro de la riqueza petrolera de los 30 años anteriores. Ahora tomaba notoriedad nacional e internacional, que la tan mentada democracia venezolana estaba corroída en sus cimientos. Después, nada fue igual.

3) ¿Se puede encontrar algún vínculo con el levantamiento militar del año 1992? ¿De qué manera este episodio marcó el desarrollo del proceso de lucha del pueblo venezolano hacia adelante?

La conspiración dentro de las filas militares tiene varias causales que no es del caso detallar. Algunas estrictamente corporativas, pero sin duda que fue este estallido popular el que le dio un piso social para que cobre impulso y fundamentalmente direccionalidad política anti-neoliberal y nacionalista de izquierda. Porque ante el desprestigio social del régimen, el estado de inquietud popular latente a pesar de la represión que siguió al Caracazo, y las fracturas internas de los dos partidos que hasta entonces habían sido sus pilares, lo cual no garantizaba la gobernabilidad, hubo varias tendencias conspirativas simultáneas que no se concretaron. Algunas con tendencia a la derecha para instalar «un gobierno fuerte y de orden».

Fracasado militarmente el alzamiento del 4 F de 1992 se producen dos hechos políticos trascendentes: el derrumbe político del gobierno de CAP al que se lo destituye por juicio político, una década del 90 de mayor incertidumbre política entre los fragmentos dispersos de los partidos tradicionales y la emergencia como figura política de Chávez desde su «derrota» militar capaz de aunar a distintas fuerzas sociales y políticas que en defensa de sus propios intereses buscaban una salida opuesta a la de los planes neoliberales, con tanto predicamento internacional en la región y en el mundo. Esa coalición contradictoria del primer chavismo empieza a crear otra época a partir del triunfo electoral del 6 diciembre de 1999.

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