Estamos llenxs de entusiasmo participando de las vísperas del Festival Puentes de Agua que augura ser parte del camino de una nueva construcción, de encuentro, de enlaces, de afirmaciones de trayectorias de distintos lugares del país donde numerosos movimientos socioambientales viene dando una batalla. Batalla que vive cada unx de lxs habitantes sometidos a la dictadura del capital. En algunos lugares es la “dictadura minera”, en otros es la “dictadura del agrotóxico”, en otras es la “dictadura del extractivismo urbano”.

Nos encontramos con Patricio Escobar, integrante de Artó Cines, director de ¿Qué democracia?

¿Qué motivó tu película “¿Qué democracia?”?

Surgió de haber vivido el 2001, lo que surgió en las asambleas barriales, yo participé en la de Parque Lezama. Ahí empecé a entender de qué hablamos cuando hablamos de democracia y si es realmente una democracia en la que vivimos o si es simplemente un mecanismo utilizado para que las elites o las corporaciones nos gobiernen mientras estamos traquilxs de que vivimos en democracia.

Empecé a trabajar y a investigar. Leí un libro de Eduardo Colombo que se llama La voluntad popular. Colombo es uno de los entrevistados de la película. Es un anarquista argentino que en ese momento estaba viviendo y Francia. En su libro desarrolla la idea de que la voluntad popular no se puede delegar. Cuando unx va a votar, ¿qué se vota? Votamos cada cuatro años sin ningún tipo de revocación.

También se cumplían por la fecha de elaboración del documental 30 años de democracia en Argentina y nosotrxs pensamos que era una oportunidad para discutir qué democracia queremos. Obviamente, la democracia representativa no nos respresenta, no es la democracia que nos representa a nosotrxs, el pueblo. Unx vota a sus representantes y una vez que están en el Congreso o en las legislaturas, hacen lo que quieren. Las mineras son un ejemplo. Hacen lobby con cuatro o cinco senadores y ya están cubiertos para hacer lo que quieren. El extractivismo, el glifosato, un montón de cosas que se resuelven en un Congreso donde supuestamente representan al pueblo pero donde el pueblo está ausente. ¿Quién votó ir al FMI?

Por otra parte, haber vivido la libertad que generaba la asamblea, por lo menos a mí, me di cuenta de que era necesario hacer una película. Nos llevó 8 años hacerla. Porque necesitábamos que fuera una película que sea llevadera, que tenga una narración. Era más fácil escribir un libro sobre la democracia que hablar en una película sobre la democracia. Y creo que nos salió una linda peli en la que hablamos de todo: cómo se construye al candidato, cómo los medios están en épocas de elecciones bombardeándote para que vayas a votar y cómo en el colegio nos enseñan este tipo de representación y no nos enseñan cuestiones asamblearias, o de cooperativismo.

¿Y cuál es tu relación con el movimiento socioambiental?

Nuestro aporte busca ayudar a visibilizar lo que está pasando. Sea en cine o en televisión nos permite mostrar cosas que los medios ocultan. Esto es una forma de hacer una película o un corto sobre la situación medioambiental es algo que necesitamos hoy. Y me parece a mí que no es sólo Andalgalá, nos tiene que tocar a todxs. Me siento tocado por lo que está pasando en Catamarca, por lo que pase en Neuquén o lo que pasa en los humedales. Ese es otro ejemplo cómo diputados y senadores bloquean que haya una ley de humedales. Todo el pueblo está a favor de una ley de humedales. Sin embargo, ellos la retienen. Toda esta cuestión es algo que nos toca, y nos tiene que tocar, nos tiene que sensibilizar; y el cine puede colaborar en ello.

A veces vemos que en la problemática ambiental no aparece nítidamente la cuestión de clase. Hay un sentido de clase que es de todos los expropiados. En este momento el nivel de expropiación de nuestras condiciones de vida, de los bienes comunes, es masivo. Y esa dimensión de clase queda un poco diluida, apareciendo como si fuera abarcativa de infinitos sectores sociales. ¿Qué mirada tenés al respecto?

Yo creo que hay desclasados en todos lados. Pero también hoy como clase no estamos reconocidos como clase. Mucha gente tiene un discurso que no es de su propia clase. Eso también genera un individualismo de pensar en unx mismx y no en los demás. Por eso, volviendo a la película ¿Qué democracia? Un concepto que cuestionamos allí es el del sujeto individualizado, privatizado que tienen libertades de decidir qué shampú va a usar hoy en el baño, pero no tiene libertad a cuanto a qué elector elegirsino que hay que elegir el “mal menor”. Todo esto influye. No es una sola cosa, sino muchas dimensiones que van conformando un sujeto privatizado, individual, que sólo se mueve por lo que le afecta personalmente. Y eso es una expresión de desclasadx.

Nos despedimos por ahora ya iremos compartiendo en el transcurso de las jornadas. Nos parece muy rica la mirada que estás proponiendo y es esperanzadora esta construcción de violentar el privatismo que implica esta experiencia.

Esta experiencia es muy importante porque es autogestiva, está organizada por compañerxs que están laburando, poniendo el lomo, desde hacer varios meses y se logró esto. Estamos yendo allá para abrazarnos entre todxs y levantar el puño.

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