En el día de hoy habrá variados actos en conmemoración del “Día de la Lealtad”. Fecha que recuerda la huelga y movilización a Plaza de Mayo en 1945 para exigir la liberación de Juan D. Perón y simboliza el origen del peronismo como movimiento político. En el marco de una caída estrepitosa de los salarios, de una persistente desocupación y precarización laboral, y de un sometimiento explícito y obsceno al imperialismo yanqui, el Frente de Todos mide su correlación de fuerzas internas. Nuestra visión sobre el peronismo de ayer y de hoy.
La tradición que reivindicamos como propia dentro del marxismo supo evitar dos confusiones importantes respecto del peronismo. Por un lado, la versión que desde el propio peronismo asimilaba a este movimiento como de “liberación nacional”. En esos años numerosos movimientos de liberación nacional encaraban luchas frontales contra el colonialismo y el imperialismo. Por otro lado, el marxismo latinoamericano supo no caer en la visión del reformismo que encarnado por los partidos comunista y socialista identificaron al peronismo con el fascismo.
Un intelectual revolucionario de la talla de Silvio Frondizi realizó una caracterización mucho más precisa, teórica y políticamente. El peronismo surgió en un contexto mundial en el que el imperialismo tenía su atención económica, política y bélica en otros territorios (Europa y Asia). Ese “impasse” imperialista sumado a los ingresos de las ventas de alimentos en la inmediata posguerra permitieron la experiencia más acabada (y la última) de un desarrollo autónomo del capitalismo. El desarrollo de la industria y la confrontación con el imperialismo tuvieron el límite claro de la definición estratégica del horizonte capitalista como el único posible. La llamada “tercera posición” era en realidad una versión afín a la Doctrina Social de la Iglesia del capitalismo, con la definición de la pertenencia al mundo “occidental y cristiano”, con el carácter sagrado de la propiedad privada (pero con perspectiva social) y la búsqueda de que la lucha de clases quedara dentro de los parámetros de la realidad burguesa.
La visión estratégica de Perón identificaba que la confrontación entre revolución y contrarrevolución no quedaría fuera de la dinámica de la Argentina. El bonapartismo apuntaría a la incorporación al sistema institucional a través de la ciudadanización y la sindicalización masivas de la clase obrera. Esa apuesta empalmaba con una estrategia de la clase que apuntaba en el mismo sentido.
Esa confluencia no puede comprenderse sin integrar el rol de dos partidos que habían sido dirección de una parte muy importante del movimiento obrero: el Partido Socialista y el Partido Comunista. Caracterizaron al peronismo como fascismo. En el caso del socialismo, la impronta liberal era una marca de origen.
En el caso del comunismo, había tenido una fuerte labor de inserción y de organización en el seno de la clase obrera, aunque con la impronta sectaria propia del llamado tercer período de la III Internacional, o Komintern. A mediados de la década de 1930, el Partido Comunista Argentino dio uno de sus virajes característicos. Siguiendo o, mejor dicho, haciendo seguidismo acrítico de las directivas del PC de la URSS controlado por Stalin. La dirección de la Internacional se guiaba cada vez más por las necesidades inmediatas de URSS que por las necesidades de la revolución mundial de la URSS. Fue así que de la política de “clase contra clase” que implicó desechar cualquier unidad de acción con los “socialfascistas”, se pasó a la política del Frente Popular que ponía como eje principal la lucha antifascista, la defensa de la democracia y la alianza con la burguesía “progresista”. La aplicación de esta línea dilapidó años de construcción en el seno de la clase, dejó en segundo plano el eje antiimperialista de la lucha, regalando al creciente nacionalismo esa bandera. Dirigentes obreros con toda una vida de lucha, como José Peters, llamaban a no hacer huelga en frigoríficos ingleses porque eso entorpecía la lucha de los Aliados en contra del Eje.
Desde entonces, mucha agua corrió bajo el puente. La radicalización de bases peronistas en el contexto de la resistencia a la Fusiladora y al desarrollismo. El proceso de burocratización y de integración al estado burgués de muchos dirigentes sindicales surgidos al calor de esa lucha. La confrontación entre dos partes del pueblo y entre dos partes de la clase obrera en el contexto de definición de la lucha entre revolución y contrarrevolución en los 70s. El rol de Perón en esa coyuntura, mucho más coherente con su concepción del mundo y con su posicionamiento ideológico de defensa del capitalismo de lo que muchxs se atreven a reconocer. El rol de una parte importante del peronismo (y del radicalismo) en el terrorismo de estado, incluso aniquilando a quienes creyeron en que el peronismo podía ser un medio para la construcción de la revolución socialista. Más tarde, el innegable rol del peronismo en las reformas de la década de 1990 así como en la reconstrucción de una legitimidad que se caía a pedazos luego del 2001.
No fueron pocos los “descubrimientos” de que el peronismo tenía una base popular de masas. Con ese horizonte, izquierdas de todos los colores una y otra vez oscilaron entre el sectarismo y la subordinación al peronismo. La visión del marxismo latinoamericano y de Silvio Frondizi fue mucho más compleja y permitió una mejor política revolucionaria. En este presente en el que el ajuste, el hambre y la miseria se combinan con una ofensiva extractivista redoblada, con la represión sobre los territorios codiciados por terratenientes y empresarios, con el expolio de la deuda externa, y con una subordinación al imperialismo yanqui que ya ni guarda formas, vemos que el peronismo busca una vez más, crear un nuevo espejismo. La idea de que el problema no es éste gobierno, sino el contexto, la herencia recibida o, en todo caso, algunos de sus funcionarios. En este capitalismo en descomposición que en nuestro país adquiere formas cada vez más perversas e injustas, entendemos que de lo que se trata es de plantearnos una verdadera solución a los problemas de nuestros pueblos. Verdadera solución que sólo vendrá de la acción independiente de las masas, de la revolución como condición para el desarrollo del poder del pueblo, para la construcción de un país basado en la igualdad. Es decir, de superar el capitalismo, construir socialismo.