
El 22 de este mes deberán cerrar las listas para competir en la próxima contienda electoral: la fórmula Fernández- Fernández impactó de lleno en el escenario político, desorientó a propios y ajenos, mientras que el macrismo atraviesa un momento de alta complejidad al compás de la crisis económica y política. Un panorama aún incierto en donde la necesidad de construir una alternativa de las y los trabajadores se encuentra a la orden del día.
La aguda situación económica que atraviesa nuestro país continúa agravándose: la pérdida de miles de puestos de trabajo, las estadísticas que develan que más del 40% de los niños se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, la inflación que continúa en ascenso y la volatilidad e incertidumbre que a diario rodean al dólar, son expresiones de una crisis económica, que se traduce en crisis política. Con un país profundamente endeudado y atado a las demandas del FMI y a la influencia del imperialismo en la región, los próximos meses estarán atravesados por la disputa electoral, que plantea al momento un escenario de creciente polarización, pero que, a menos de 20 días de cerrar las listas, aún rondan muchas incertidumbres, con negociaciones en curso, que develan que aún no esta todo cerrado.
La jugada inesperada: la fórmula Fernández-Fernández
El sábado 18 de mayo la expresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, sacudió el tablero político nacional con un video de 12 minutos difundido en sus redes sociales en donde el mensaje principal se centraba en presentar la fórmula para competir en las elecciones con Alberto Fernández como candidato a presidente y ella a vice.
Presentada por algunos como una estrategia magistral para ampliar su base electoral y bloquear el desarrollo de una alternativa pejotista que divida el voto opositor al macrismo, mirada con detenimiento, las implicancias de esta fórmula son más profundas y arrojan como primera conclusión que es una decisión fuertemente condicionada por múltiples factores que devela más debilidad que fortaleza en el kirchnerismo.
En este sentido, la postulación de Alberto Fernández como candidato a presidente es en primer lugar un claro guiño a los sectores conservadores, corporaciones económicas y mediáticas, con el objetivo puesto en señalar al FMI y el establishment internacional en que será esta figura moderada, ex operador de Repsol y Clarín con quien acordarán el pago de la deuda y los compromisos asumidos por el país. Llevar tranquilidad a los “mercados”, no es sólo un deseo del macrismo. La relativa y precaria estabilidad de estos últimos días son leídos como un buen augurio de que el mensaje ha llegado claramente a su principal destinatario.
A su vez, el kirchnerismo necesita ampliar su acuerdo electoral a los gobernadores peronistas que serán garantes de la gobernabilidad, como son también sostenedores del ajuste macrista. Busca de esta manera la expresidenta, cargando en sus espaldas con las derrotas electorales del 2015 y 2017, resolver el escenario en donde sin Cristina no se puede ganar, pero solo con Cristina no alcanza.
La decisión inesperada y adelantada, no puede soslayar que se basa en una apuesta de ampliación hacia sectores conservadores y moderación discursiva que se venía desarrollando al menos desde el discurso en Ferro, reforzado en la presentación de su libro en donde pregonaba un nuevo pacto social “con responsabilidad ciudadana”, marcada por los hechos y gestos concretos en las elecciones provinciales, como se vio en el apoyo al sojero Omar Perotti en Santa Fe y en Córdoba, donde definió bajar su propia lista encabezada por Pablo Carro, allanándole aún más el camino a Schiaretti.
La jugada se completa en un intento de desarticular la opción “antigrieta” de Alternativa Federal (Massa, Urtubey, Pichetto, Schiaretti) y aislando a Consenso 19 espacio encabezado por Lavagna, quien, frente a una caída de la figura de Macri, comenzaba a explorarse como “plan B” del establishment. En este sentido, la crisis que atraviesa Alternativa Federal y su desenlace será uno de los grandes interrogantes a resolver de cara al cierre de listas: con Urtubey, a quien se le suma en nuevo giro a la derecha Libres del Sur, siendo visitado por el presidente en su provincia pero reafirmando que no irá “ni con Macri ni con Cristina”, con un Congreso del Frente Renovador que mandató a Massa a negociar una «coalición opositora amplia, plural y federal para competir y ganar en las próximas elecciones», en un claro guiño al kirchnerismo, y con Pichetto y Schiaretti cada vez más escépticos y alejados de la disputa.
En este marco, Cristina Fernández también apuesta a una preservación de su figura frente a un futuro inmediato en donde la aplicación de medidas de ajuste y antipopulares estarán a la orden del día. Busca así evitar los costos políticos directos de la política económica del futuro gobierno –más aún considerando que entre los asesores económicas de Alberto Fernández se encuentra el economista ortodoxo Guillermo Nielsen-, sin correrse porque la experiencia brasileña le ha demostrado que los votos son intransferibles. Mientras que para el otro Fernández y los sectores de poder Cristina será una figura de contención del conflicto social. Así, la fórmula se garantiza en la figura presidencial la negociación con los grandes capitales nacionales e internacionales, el FMI y el acuerdo amplio con el PJ, mientras que la vicepresidenta cuenta con la legitimidad en los sectores populares.
El impacto en el amplio espectro de apoyo al kirchnerismo es diverso, si bien sus principales referentes y aliados justifican la maniobra en pos de derrotar a Macri en las urnas, también hay sectores genuinamente desilusionados con la decisión de la ex mandataría que entienden que esta situación es un corrimiento a la derecha que se alejan de sus expectativas del “vamos a volver” a años de mejoría económica y, aunque limitadas, políticas redistributivas.
La definición anunciada por Martín Insaurralde el pasado 28 de mayo de que la fórmula (¿definitiva?) para la gobernación de la provincia de Buenos Aires la conformarán el ex ministro de Economía Axel Kicillof y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, intenta contrapesar dicha desilusión, en una combinación de una reconocida figura del kirchnerismo y una representación de los intendentes de la provincia, para hacerle frente a Vidal en la “madre de todas las batallas”. Si bien el panorama continúa abierto, al menos pareciera un adelantamiento de quienes estarán encabezando lugares importantes en las listas, como también ha circulado la figura de Felipe Solá -responsable político de la masacre de Avellaneda- para encabezar en diputados y resta ver que pasará en las negociaciones con Massa. Por su parte, Magario cuenta con un importante caudal de votos: ganó la intendencia en el 2015 con más del 50% de los votos en el distrito más poblado del conurbano bonaerense. Dato llamativo para proyectar el perfil político y las alianzas del espacio es que días antes del anuncio creó la Subsecretaría de culto en el municipio, que estará a cargo de Gabriel Ciulla, presidente del Consejo de pastores evangélicos de Laferrere.
Con la fórmula presidencial se abren una serie de especulaciones, entre las cuales se encuentran la comparación de esta fórmula con la del 73 de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, enaltecida por el macrismo que busca la polarización constante y desarrollada en su máxima expresión en el programa de Lanata que teatralizaba a un Alberto Fernández marioneta dirigido por la ex presidenta. Las tremendas diferencias de contexto y de motivos con la experiencia del 73 y la capacidad política y de operación de Alberto Fernández, nos empujan a pensar que no será esa relación la que regirá en casa de ganar esta fórmula, el próximo gobierno y que el escenario es más parecido al de Lenin Moreno, el sucesor del ex presidente ecuatoriano Rafael Correa devenido en precoz “traidor” a poco de asumir.
En este punto se abre un interrogante central donde pueden verse las consecuencias profundas de la fórmula elegida por Cristina Fernández ¿representa esta fórmula el cierre de una experiencia política que logrando suturar la institucionalidad burguesa resquebrajada en la rebelión popular del 2001 supo canalizar en un proyecto político de conciliación las expectativas de amplios sectores populares? Más allá del resultado electoral, ¿podríamos estar frente a un cambio cualitativo para el kirchnerismo: el adiós definitivo al progresismo? El giro conservador es claro, como también lo es que las masas deberán transitar la experiencia que les permita arribar a nuevas conclusiones, que sopesen sus expectativas con la propia realidad.
El laberinto de Cambiemos
El gobierno atraviesa uno de sus peores momentos, condicionado fuertemente por la crisis económica, intentando calmar a “los mercados” a medida que va acercándose la fecha de los comicios. En términos económicos, lograr una relativa estabilidad en estos meses se constituye en punto de partida para cualquier estrategia. Se ilusionan así con que el miedo al cristinismo opere más en la clase media y sectores indecisos, en palabras del propio Durán Barba: «Cristina asusta y Macri decepcionó. Creo que a la hora de votar el miedo será mayor que la decepción» y se centran en una seguidilla de inauguraciones de obras públicas para lanzar la campaña.
Punto importante en el plan de Cambiemos es que efectivamente exista una tercera alternativa con capacidad de dividir el voto opositor, mientras que profundiza en una estrategia de polarización directa con CFK, subestimando la figura de Alberto Fernández. Se vale en este marco de la ayuda de la justicia y los carpetazos vinculados a los casos de corrupción, como lo devela la operación mediática sobre el tema, buscando cristalizar este objetivo en Comodoro Py y la foto de Cristina sentada en el banquillo de los acusados junto a sus exfuncionarios José López y Julio de Vido.
Sin embargo, la propia coalición gobernante se encuentra tensionada a la interna: están quienes plantean bajar el operativo de reelección, entendiendo que Macri no sería el mejor candidato en este momento y debería dar un gesto “como hizo Cristina”, y promueven el “plan V”, que la gobernadora de Buenos Aires niega rotundamente. A su vez, Larreta y los gobernadores del radicalismo presionan porque el Gobierno muestre apertura a la hora del armado de listas. En este sentido, resuena el nombre de Martín Lousteau, como relevo, para competir en las PASO o acompañando al candidato presidencial.
Las definiciones de la Convención radical que finalizó el 27 de mayo, trajeron tranquilidad al macrismo al quedar en clara minoría el sector rupturista que pretendía un acuerdo con Lavagna. Sin embargo, los radicales pretenden lograr una mayor incidencia en las negociaciones por la fórmula electoral e institucionalizar el funcionamiento de Cambiemos para conquistar otro peso en la coalición.
En definitiva, Cambiemos tendrá que realizar múltiples equilibrios en un momento económico sumamente complicado y desgastada su imagen en la sociedad. Sin subestimar lo que puede lograr el marketing político y el voto anti-k, es preciso visibilizar en la crisis económica, política y social que el gobierno de Macri ha hundido a nuestro país y las reformas estructurales que plantea en su programa lo que no se traducirá en más que hambre y misera para nuestro pueblo.
Las tareas de la izquierda
En este escenario de fuerte polarización y en donde las distintas variantes en disputa no plantean una salida política de la crisis a favor de los intereses populares, ya que seguiremos atados a las demandas del FMI, las tareas y desafíos de la izquierda se renuevan.
La necesidad de desarrollar un polo unitario de izquierda que pueda mantener y ganar terreno en una coyuntura adversa, es una tarea central que nos permita mostrar una única opción de izquierda ante la sociedad. En ese sentido, los avances en un posible acuerdo en donde el MST y el MAS se integren a las listas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores es un dato alentador. En este marco desarrollar la ampliación del FIT y lograr que los acuerdos de dicho frente se expresen no solo en el terreno electoral, pudiendo ser un polo de independencia de clase que impulse e intervenga en las principales luchas sigue siendo una tarea de primer orden. Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs impulsamos la corriente de izquierda Poder Popular con el objetivo de aportar a ese desafío, integrando las listas del FIT, apostando así también a coordinaciones con organizaciones que hace muchos años nos venimos encontrando en las calles, como son, entre otras, FPDS CN, MULCS, Izquierda Latinoamericana en Movimiento de los Pueblos.
A su vez el sostenimiento de las distintas luchas en curso, la necesidad de continuar en las calles para derrotar el ajuste y la profundización de la represión, en un marco de creciente canalización de la conflictividad social en la disputa electoral, es imprescindible para no retroceder en nuestras conquistas, hacerle frente a esta acuciante realidad y condicionar al gobierno que viene con la lucha popular.
La apuesta a ganar terreno con una alternativa que plantea decididamente una ruptura con el FMI y el no pago de la deuda para priorizar los recursos de nuestro país en saciar las necesidades de las grandes mayorías; como así también sosteniendo las banderas por nuevas conquistas, que son urgentes, como es el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, nos demanda poder interpelar y dialogar con aquellos sectores que habiendo depositado expectativas en un retorno del kirchnerismo hoy visualizan el desdibujamiento del proyecto al que apostaban. Como así también entablar un debate político con aquellas fuerzas de la “izquierda popular” que integrándose a la lista Fernández-Fernández, tributan a una salida que no se plantea solucionar los problemas de fondo de nuestra patria y que posiblemente quedarán corridos de papeles importantes en una alianza que se amplía cada vez más hacia sectores conservadores.
Convencidxs que el desafío sigue siendo plantar una fuerza que sea capaz de combinar la necesaria unidad de acción en las calles contra este gobierno servil al imperialismo que sólo promete más miseria para nuestro pueblo, y construir una alternativa política de lxs trabajadores que tenga como eje central la necesidad del protagonismo popular para que de una vez por todas seamos quienes movemos al país los que tomemos las riendas de su futuro.
¿Quién es Alberto Fernández?
Fue Jefe de Gabinete del kirchnerismo entre los años 2003-2008, previamente se desempeñó como Superintendente de Seguros de la Nación durante el menemismo y en el 2000 fue candidato a Jefe de Gobierno por las listas de Cavallo en la Ciudad de Buenos Aires. Fue posterior al conflicto con el campo con motivo de la 125 que Fernández abandona el kirchnerismo, siendo acusado de agente de Clarín, lobbysta de Repsol, por la propia Cristina y medios de ese entonces oficialistas. En los últimos días en una nota en Tiempo Argentino ha reafirmado que la “comunicación es un negocio” y enviado un mensaje al Grupo Clarín «Dejen de disparar, que conmigo, la guerra se terminó«. Además, en una entrevista, se refirió a la legalización del aborto y aseguró que «no hay necesidad» de avanzar rápido con ese debate, ya que es un tema que «divide a los argentinos», desconociendo así la enorme marea verde que se moviliza para conquistar este derecho que implica la salud y la vida de las mujeres y personas con capacidad de gestar.