Avanzan los despidos y suspensiones. Las condiciones laborales reciben una presión a la baja de la mano del aumento del desempleo y mediante la extorsión de las patronales. El gobierno trata de imponer de facto una reforma en las condiciones laborales, y a la vez, no descarta nuevos avances en forma de ley o de decreto. Mientras tanto las cúpulas de las centrales sindicales hacen la vista gorda siendo abiertamente cómplices del macrismo, preocupadas por los armados electorales en vez de poner toda la fuerza para frenar el avance de los de arriba. Las y los trabajadores necesitamos unir las luchas y ganar las calles. Hay que empujar desde abajo el reclamo urgente de paro general.

El fantasma de la reforma laboral recorre las fábricas
Con cientos de despidos, y en un marco de una inflación que no da tregua, el gobierno y las patronales tratan de aplastar los salarios y pauperizar aún más las condiciones de trabajo. Buena parte de los despidos en curso se aplican mediante un uso extendido y abusivo de los “procedimientos preventivos de crisis”, que permiten a las empresas bajar costos laborales despidiendo o suspendiendo masivamente a sus trabajadores amparados por la ley y a menor costo, al aducir ante la Secretaría de Trabajo “razones de fuerza mayor” o caídas en las ventas. Esto facilita achicar planteles y sobreexplotar a los trabajadores que permanecen, por un lado, y por otro extorsionar a los trabajadores para que renuncien a conquistas laborales a cambio de no ser despedidos (bajo presión y con complicidad de sus sindicatos, como se viene intentando en la rama textil) o bien recontratar a nuevos empleados fuera de convenio (es decir flexibilizando y precarizando sus condiciones).

Mientras la carestía de la vida, los tarifazos y la nueva escalada del dólar carcomen el salario, el gobierno y las patronales insisten con aplicar de hecho una reforma laboral por sectores sin descartar por ello avanzadas en el plano legislativo para este año, aunque esto implique encontrarse con la resistencia de lxs trabajadorxs.

Lo más grave no es el dibujo
El Ministerio de Producción y Trabajo, a cargo de Dante Sica, ha hecho circular un borrador donde puede observarse que el espíritu reforma laboral forma parte aún de las perspectivas de este gobierno. El texto, titulado “Leyes para la transformación productiva” (febrero 2019), no es otro que el portador de la escandalosa ilustración donde un grupo de siete personas rubias y de traje sostienen sobre sus hombros a una muchedumbre de trabajadores morenos. Este gráfico exhibe con una visión falaz y distorsionada por el racismo y su perspectiva de clase la supuesta falta de equidad impositiva según la cual los que más tienen sostienen a los que menos tienen. Esa ilustración, lejos de ser un descuido o un exabrupto, no es más que el reflejo del resto del documento, que contiene un esbozo pobre desde lo informativo (poco texto, abuso de gráficos, una marca registrada del oficialismo) donde se enumeran medidas destinadas a “reducir el costo argentino en el plano laboral y la presión impositiva”. Se propone para ello “incentivar el blanqueo” laboral y “desincentivar la litigiosidad” (Pág. 25). Para esto, se prevé la nada novedosa medida de condonar deudas y eliminar multas a los empleadores por haber tenido trabajadores en negro, o “derogar la indemnización agravada por empleo no registrado” (Pág. 26)… todo con la rúbrica de cinismo que llama a esta iniciativa “Ley de fortalecimiento de los derechos de los trabajadores informales”. Además de las conocidas reformas por sector que quitan derechos de los convenios colectivos, se menciona, nuevamente, el impulso a los “fondos de cese laboral con origen convencional” (que el trabajador ahorre forzosamente para financiar su propio despido).

Pese a los llamados a la calma y las desmentidas de la cúpula cegetista, la reforma laboral sigue en carpeta del gobierno, el empresariado y el FMI.

Los que se arrodillan y los que apuestan a esperar hasta octubre
El 21 de febrero, la cúpula de la CGT recibió, tal como había ocurrido durante 2018, a los enviados de la misión del FMI. En un nuevo pero repetido gesto de subordinación, atendieron a la delegación en la sede de la UOCRA con una representación gremial encabezada por el secretario general del gremio, denunciado por entregar obreros durante la dictadura, Gerardo Martínez; los siempre oficialistas Andrés Rodríguez (UPCN) y Roberto Fernández (UTA); los camaleónicos Héctor Daer (Sanidad) y Julio Piumato (Judiciales); el millonario Omar Maturano (Fraternidad), entre otros. Luego del encuentro, Roberto Cardarelli, el funcionario que encabeza la misión del FMI que vino a auditar cuentas y emitir recomendaciones al país, realizó declaraciones que reconocían la preocupación del organismo por la situación económica. Por su parte los interlocutores cegetistas, que siguen esquivando alevosamente el llamado a un paro general, afirmaron luego de la reunión, y de manera poco verosímil, que el Fondo no impulsará la reforma laboral.

Casi en paralelo, en el acto de Ferro que realizó el espacio del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) ese mismo día, Hugo Moyano lanzó críticas filosas contra el gobierno nacional. En ellas, desde luego, omitió la responsabilidad de la burocracia sindical ante la avanzada de los despidos suspensiones o modificaciones de los convenios colectivos de trabajo. Sí apuntó a aquellos colegas de la CGT que “se reúnen con el FMI”. Agregó al respecto: “no cuenten con nosotros”. Más allá de que el disparo apuntaba a la CGT, las esquirlas pueden salpicar al propio kirchnerismo, cuyo referente Axel Kicillof también se reunió con el FMI recientemente. El encendido tono en el plano verbal no tuvo un correlato en las medidas anunciadas: se prevé para marzo una nueva marcha federal, que seguramente será masiva, pero sin la confirmación de que la medida sea enmarcada en un paro. Pablo Moyano amenazó en sus declaraciones a la central de Azopardo con hacer en abril “un paro con o sin ellos”, pero la afirmación posee poco en cuanto a precisiones y mucho de pirotecnia declamativa. El FSMN apuesta el grueso de sus fichas y su capacidad de fuerza a los comicios: “en octubre los vamos a derrotar en las urnas y se van a tener que ir (…) vamos a volver a instalar un gobierno que piense en la gente”, afirmó Moyano padre. Como hemos señalado en artículos previos, y como se encargan de aclarar sus propios mentores, el armado es más electoral que sindical y su apuesta fundamental se orienta al regreso por vías institucionales de un peronismo kirchnerista cada vez más pejotizado. No obstante ser el agrupamiento de mayor convocatoria del movimiento obrero en la actualidad, el FSMN está lejos de intervenir a fondo y de manera consecuente para defender y garantizar los derechos de la clase trabajadora en su conjunto.

Unir las luchas, empujar desde abajo la pelea por el paro general
La enorme pelea de los Aceiteros en COFCO contra el cierre de la planta; las luchas en SIAM, Pilkington y Coca-Cola contra los despidos; la pelea de los movimientos sociales, entre los cuales destacamos la impronta combativa de nuestrxs compañerxs del FOL; la lucha de la docencia que empieza a despuntar en el comienzo de un ciclo lectivo con paros y movilizaciones… todas éstas son peleas que se vienen dando con empuje, pero sin contar necesariamente con el apoyo e impulso de las centrales sindicales.

La profundidad del ataque patronal pone de manifiesto la necesidad de la más amplia unidad en las calles. Esa unidad, debe forjarse en la lucha, conteniendo a todos los sectores que estén dispuestos a dar batalla de manera decidida. Pero sin diluir la identidad e independencia de política de los sectores que no confiamos en que estas direcciones sindicales estén a la altura de la historia y las necesidades de nuestro pueblo trabajador.

Nuestro aporte se orienta en fortalecer la organización en cada lugar de trabajo, en las comisiones internas y sindicatos desde otro modelo sindical. Promoviendo la asamblea como método y la huelga, los piquetes y la movilización callejera como herramientas para la lucha. Podemos derrotar el ajuste en curso. Por lo tanto, urge presionar desde cada puesto de lucha a que las conducciones sindicales llamen de una vez por todas al paro general que vienen dilatando desde fines de 2018. El hambre y la desocupación no pueden esperar hasta octubre. La clase trabajadora puede dar la pelea aquí y ahora.

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