El pasado 13 de febrero los Movimientos Sociales realizaron una masiva movilización como apertura de un plan de lucha contra las políticas de miseria del gobierno de Cambiemos. Sin lugar a dudas, se trata de uno de los sectores más dinámicos en las luchas que se vienen desarrollando contra el ajuste. Su potencialidad: la unidad de acción. La tarea: lograr preservarla en un año signado por las disputas electorales.

Los Movimientos Sociales en la era Cambiemos
Desde asumido el gobierno de Cambiemos, el rol que los Movimientos Sociales han tenido en la lucha de calles ha sido muy importante. En varias notas de esta prensa hemos destacado el papel que cumplen de contención social y de organización de un amplio sector de nuestro pueblo que se encuentra en situación de precarización laboral o directamente sin empleo; además de un trabajo amplio en formación, educación, el derecho de las mujeres y disidencias, entre otras. Objetivamente, éste sector ha crecido como consecuencia de las políticas de ajuste, los despidos, los tarifazos y la inflación que destruye los bolsillos de las y los trabajadores. A esto se suma la aún más difícil situación de las mujeres que tienen menos posibilidades de inserción laboral que los varones, que son violentadas o que, en muchos casos, deben afrontar el cuidado y crianza de sus ninxs en soledad. Desde aquellas jornadas calientes de diciembre del 2017 cuando el Gobierno avanzó con la reforma previsional y fiscal a costa de una feroz represión, los Movimientos Sociales mostraron el potencial que tenían para poner en la calle las principales reivindicaciones del sector y dar batalla ante la avanzada del Gobierno sobre nuestras condiciones de vida. Anteriormente, ya habían dado muestras en jornadas de movilización masivas con reclamos sectoriales.

De éste modo, se han logrado algunas conquistas significativas como la aprobación de la Ley de Emergencia Social, el ingreso de miles de trabajadores/ as precarizados/as al Salario Social Complementario y las discusiones paritarias de los programas de empleo. Medidas que, desde ya, son insuficientes pero que sirven para pelear cotidianamente la creciente crisis económica que atraviesa nuestro país. Con diferencias en cuanto a la perspectiva política y la lógica interna de funcionamiento, organizaciones como la CTEP, Barrios de Pie, la CCC, y fuerzas más combativas como el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y el FPDS; han logrado construir una coordinación estable que les permitió abrir un canal de diálogo con los distintos organismos públicos para llevar sus demandas y recibir respuestas. Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs – saludamos está táctica de unidad de acción que ha permitido a los compañeros y compañeras pisar firme en la lucha por sus principales reivindicaciones. A su vez, no compartimos aquellas posiciones que, de manera generalizada, critican a este espacio de condescendiente con la Ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley o de ser “los Movimientos del Vaticano” omitiendo el protagonismo de organizaciones como el FOL que pueden sostener la unidad con independencia política asumiendo una posición propia y diferenciada de las otras fuerzas con una perspectiva clasista, anticapitalista y feminista. Consideramos incorrecto que se pondere permanentemente la delimitación cuando ésta impide el avance en mayores niveles organizativos de nuestra clase en el plano sindical y la conquista de sus demandas.

Un plan de lucha contra el hambre y la pobreza
El pasado 13 de febrero, los Movimientos Sociales dieron inicio a un nuevo plan de lucha con una masiva movilización en el centro de la ciudad de Buenos Aires que culminó con un acto de cierre en la Av. 9 de Julio y Av. De Mayo. La misma movilización se replicó en varias provincias. La denuncia principal fue el aumento de la pobreza y la profundización de la crisis económica que arroja a más y más familias a indigencia. Continuaron poniendo en agenda la exigencia del tratamiento en el Congreso de las “leyes de los Movimientos Sociales” que comprende la ley de emergencia alimentaria, obra pública para las cooperativas, una ley de emergencia en adicciones y apoyo para la agricultura familiar. Mientras que el FOL y otras organizaciones levantaron fuerte el eje por el aumento, la apertura de nuevos cupos en los programas sociales y la exigencia a todas las organizaciones y centrales sindicales del llamado a un paro nacional activo.

Los datos económicos y sociales empujan la ineludible necesidad de llevar adelante estas acciones. En el caso de los/as trabajadores/as precarizados/as y cooperativistas, en su inmensa mayoría cobran la mitad del salario mínimo que, además, está en el nivel más bajo desde el 2004. Desde el 2011 hasta la fecha, el salario mínimo cayó un 24%, refleja un informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Un salario mínimo que está en los niveles de indigencia de acuerdo a las propias estadísticas oficiales. Para las y los trabajadores de este sector, que cobran $ 6000, este ingreso representa tan sólo un 20% de la canasta básica. A su vez, la canasta de alimentos viene creciendo a niveles por encima de la inflación lo que hace que los sectores con menores ingresos de la población sean los más golpeados por una economía en recesión, con inflación y caída del consumo. La canasta básica de alimentos registró un incremento del 63% respecto a enero del 2018. Con este panorama es imposible pensar que una familia puede siquiera subsistir con un ingreso como el de los programas de empleo. Sin embargo, la Ministra Stanley se refirió a la movilización del pasado 13 de febrero como extorsiva, en la misma entrevista donde reconoció que los datos del INDEC mostrarán un aumento de la pobreza cuando se den a conocer en marzo. Sus argumentos hacen agua por todos lados.

En las calles y en unidad
El presente de nuestro país nos pinta un escenario realmente difícil. La crisis económica y social continúa profundizando con despidos, más tarifazos, caída del consumo y destrucción del salario; mientras que la deuda ya es equivalente al 90% del PBI. El FMI busca imponer sus políticas de ajuste e implementar la reforma laboral y jubilatoria mientras que se reúne con la oposición de los partidos patronales en busca de garantías para sus objetivos por si acaso Macri pierda en las elecciones de octubre. En esta etapa, es fundamental mantenerse en las calles como la única manera de enfrentar el ajuste y el avasallamiento de nuestros derechos, para que no seamos las y los trabajadores quienes paguemos la crisis y la fiesta de unos pocos empresarios y banqueros. Mientras que construimos una alternativa propia de las y los trabajadores, socialista y feminista. La coordinación que los Movimientos Sociales han sabido construir debe prevalecer por sobre las tácticas y las expectativas electorales para mantener en pie las demandas de las y los más humildes de nuestra clase. Dentro del espacio conviven distintas tendencias políticas. En el caso de la CTEP, Juan Grabois junto a Patria Grande y MP La Dignidad apuestan a una candidatura de Cristina Fernández de Kirchner. Mientras que el Movimiento Evita ya oficializó el apoyo a Felipe Solá como prenda de unidad del PJ. Apoyo que fue repudiado públicamente en un comunicado por el FOL y el FPDS, entre otras organizaciones, ya que Solá era Gobernador de la provincia de Buenos Aires durante la masacre de Avellaneda que se cobró la vida de nuestros compañeros Dario y Maxi en junio del 2002.

En esta línea lo reflejó nuestra compañera y referente del FOL Marianela “Pini” Navarro,, en su intervención del pasado 13F: “Sólo el pueblo en las calles podrá recuperar todos sus derechos. Solo la unidad de todos los sectores podrá ponerle freno a esta permanente injusticia que vivimos. Tenemos la responsabilidad de cuidar la unidad. Porque si esta unidad es quebrada por las diferentes perspectivas políticas o por el poder de turno nosotrxs seremos los únicos responsables de la derrota”. Desde nuestro Partido, reafirmamos la necesidad de mantener la unidad en la acción para luchar al tiempo que se mantiene una posición política propia que expresa la construcción en el sector de una fuerza social con perspectiva de izquierda, clasista y anticapitalista.

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