Lanzamiento de una campaña que se propone debatir sobre el sistema educativo y las políticas de educación nacionales y regionales. Experiencias de transformación y desafíos actuales para la construcción de una educación liberadora.
La educación no es una esfera “pura”, separada del resto de las prácticas sociales (el trabajo, la justicia, la salud, la democracia, etc.) Es una institución creada por las sociedades humanas, que en cada época y lugar da cuenta de realidades y objetivos distintos y diferenciados. Sus contenidos y metas no están disociados de las disputas en pugna y de los intereses que se imponen en una sociedad. Sus programas y fines contienen la lógica de perpetuación de esos intereses y valores, pero también recogen las conquistas de los pueblos en su lucha emancipatoria. Por ello, la educación puede ser entendida en forma dual: por un lado, como parte del andamiaje que reproduce esas relaciones sociales de dominación, concebida como transmisión de ideas, de ideología, que busca mantener las cosas tal y como están, de modo que las/os dominadas/os y explotadas/os no podamos percibir ese lugar de subordinación que se nos presenta como “natural” o, para usar un término más de estos tiempos, “meritocrático”. Su quintaesencia es asentar ideas que construyan un sentido común que impida cuestionar el status quo. Más precisamente, como decía Antonio Gramsci, la educación forma parte de la construcción de hegemonía de la clase dominante.
Pero también puede tener otra perspectiva. La educación puede ser entendida como un derecho de los pueblos al conocimiento, como acción práctica para la libertad, como una mirada crítica y cuestionadora de las relaciones sociales existentes. Para construir una nueva sociedad es necesario romper con esa ideología de la clase dominante. Para construir una nueva sociedad es necesario generar una contrahegemonía que permita recrear una nueva visión del mundo.
Es con este enfoque que en los próximos meses daremos impulso a una campaña denominada “Educación crítica para la liberación”. Tomando como punto de partida el aniversario de los 100 años de la Reforma Universitaria de 1918, proponemos una campaña que permita abrir ámbitos de debate e intercambio sobre los desafíos que implica pensar una educación crítica para un proyecto de liberación de los pueblos. Una educación que recupere lo mejor de la tradición latinoamericana, que desde una perspectiva continental y global permita recuperar la historia, la cultura, los saberes y esos núcleos del buen sentido que reafirman lo mejor de la lucha por alcanzar una sociedad justa e igualitaria. Tal y como expresaba el Manifiesto Liminar elaborado en Córdoba y que con plena vigencia citamos “los dolores que tenemos son las libertades que nos faltan”.
Los 100 años de la Reforma Universitaria seguramente serán tomados desde diferentes perspectivas educativas y académicas. Algunas vinculadas a un pasado que refiere a los cambios que se propusieron alcanzar las y los protagonistas del movimiento estudiantil frente a una universidad anticuada y conservadora. Mucho hay para revisar respecto de aquella universidad y la actual. Pero creemos más importante que circunscribirnos al ámbito universitario, abrir la mirada para tener un panorama más amplio, porque nos interesa afrontar los problemas de la sociedad argentina del siglo XXI, en la clave de las tareas del movimiento popular.
Entre estos desafíos se presentan los intentos por instalar las políticas neoliberales en materia educativa. La derecha diagnostica que el problema de la crisis educativa pasa por el exceso de intervención estatal. Desde los ´90, con la Ley Federal de Educación y la Ley de Educación Superior, junto con el recorte al financiamiento educativo, se fueron sentando las bases que permitieran ampliar la injerencia de la educación privada y la búsqueda por privatizar la prestación estatal. Desde las “escuelas voucher” hasta las “escuelas charter”, diversos modelos se plantearon como alternativos para la educación pública estatal en los diferentes niveles. En la actualidad, las políticas neoliberales se impulsan a partir de los compromisos de las “Metas educativas 2021”, y en la Argentina con la búsqueda por implementar el “Plan Maestro” y la “Escuela del Futuro”. Pero para esto es necesario quebrar la organización de los y las trabajadoras de la educación. De ahí que, apoyándose en problemáticas reales, se ataque a los sindicatos promoviendo la desafiliación, el cuestionamiento a la dirigencia, la desvalorización de las medidas de lucha frente a la comunidad educativa, y un largo etcétera que, lejos de querer brindar soluciones, pretende avanzar en un nuevo y más profundo proceso de desfinanciamiento, precarización y desorganización.
El otro objetivo que plantean es la desarticulación del sistema científico técnico. El ataque al CONICET y al INTI son ejemplos de un ajuste que no sólo busca achicar el gasto público sino que además intenta desmantelar las posibilidades de un desarrollo autónomo e independiente.
La política de Cambiemos para educación es seguir vaciando y deslegitimando la educación pública y continuar favoreciendo la privatización del conocimiento. Fragmentar el sistema en escuelas para pobres y escuelas para ricos, y generar mecanismos de evaluación educativa (como el Operativo Aprender) que avalen su propia política de financiación desigual (es decir, proveerse de estadísticas que “demuestren” y justifiquen aquello que previamente han promovido y orientado a tal resultado).
Pero la educación tiene a su vez su correlato en una idea fuerte de los gobiernos de derecha, que es articular la reforma educativa con la reforma laboral, con el fin de generar fuerza de trabajo barata y subordinada a las necesidades del capital. De ahí que, por ejemplo, se propongan programas de “primer empleo”, donde las y los jóvenes hagan sus primeras experiencias en Mc Donalds, acostumbrándose a trabajos precarios y de baja formación, generando además bajos costos para las empresas que se benefician, complementariamente, con políticas fiscales “acordes”.
Frente a este panorama se vuelve imperioso recuperar para una educación crítica, lo mejor de nuestra tradición latinoamericana: el imprescindible Paulo Freire con su “Pedagogía del Oprimido”, que sentó las bases de la educación popular y de la educación como práctica para la libertad; las enseñanzas de Simón Rodríguez, maestro del libertador Simón Bolívar, que promovía la independencia y la autonomía de las y los educandos; y muchas otras maestras y maestros, docentes, pedagogas/os y/o luchadoras y luchadores como Martí, Mella, las hermanas Cossettini o Echeverría. Buscamos recuperarlos y recuperarlas porque una educación sin historia, es una educación favorable a las clases dominantes.
Una perspectiva antipatriarcal y feminista también necesita insertarse en el ámbito educativo. Es necesario proponer una visión que rompa con los estereotipos, con las violencias y que genere una mirada desprejuiciada y de diversidad desde la niñez. En este sentido, la Educación Sexual Integral (ESI) es un piso desde el cual dar batalla y avanzar en una educación no machista.
Pero una verdadera problematización de los desafíos educativos actuales no puede dejar de lado las experiencias revolucionarias de América Latina, en las que el cambio de paradigma educativo fue uno de sus principales componentes de transformación radical de la sociedad. La revolución Cubana, que puso en el centro de los derechos populares el acceso a la educación, convirtiendo al pueblo cubano en uno de los más instruidos del continente y con niveles incluso por delante de países mucho más ricos y desarrollados; la campaña alfabetizadora del sandinismo en el marco de la revolución nicaragüense; las grandes transformaciones realizadas en el proceso bolivariano en Venezuela durante el chavismo. Todas experiencias que tienen que servirnos para pensar un proyecto educativo liberador y en perspectiva socialista.
Con todo este marco es que realizaremos desde el mes de abril una serie de actividades que permitan abordar diferentes aspectos de los desafíos de la educación en la actualidad: la lucha de las y los trabajadores de la educación en América Latina, las implicancias de las políticas educativas neoliberales, el ajuste en el sistema científico-técnico, el ajuste y desfinanciación general de la educación y el rol del movimiento estudiantil.
Porque para un proyecto de profunda transformación social necesitamos una verdadera educación crítica al servicio de la liberación de los pueblos de nuestro continente.