Construyamos la rebelión obrero-estudiantil

A una semana de haber logrado un triunfo legislativo que ratificó su veto para desfinanciar la universidad pública, aquel espaldarazo al gobierno de Milei brindado en el Congreso por los partidos de los patrones parece disiparse en el aire. El movimiento estudiantil irrumpe con fuerza en el debate, que junto a la docencia y el pueblo en un sentido amplio, repudian la asfixia presupuestaria a la que se somete a los centros de estudios. Las tomas de universidades se dan a lo largo del país: en Mendoza, Córdoba, Neuquén, San Luis, Santa Fe, AMBA; las universidades de UnCUYO, Derecho de UBA, FyL UBA, Psicología UBA, Exactas UBA, Medicina UBA, UNSAM, Humanidades UNLP, UNSL, entre otras. Al momento de publicar esta nota, casi un centenar de facultades de 29 casas de estudios se declaraban en lucha o realizaban pernoctes y tomas. En La Plata, sumaban 6 de 17 y hoy se realizan asambleas en varias facultades. En la UBA suman 7. Se proyectan además clases públicas y cortes de calles, con la confluencia en un paro masivo y nacional este jueves. La exigencia de paro general a la CGT y las centrales por el ajuste, el hambre, la creciente pobreza y el ataque a las jubilaciones es cada vez más amplia.

La política de ajuste de Milei persigue no solo hambrear laburantes y achicar “gastos” en pos de un supuesto superávit fiscal a medida de las apetencias de bonistas y banqueros: el discurso presidencial contra la universidad pública del 12 de octubre apela a falacias de toda índole para poner en cuestión el principio de gratuidad de esos estudios. Si bien la clase trabajadora atraviesa serias dificultades para acceder a estudios superiores, las políticas de Milei solo quieren excluirla masivamente del nivel universitario. Si fuera cierto que “hoy no le sirve más que a los hijos de los ricos”, las clases dominantes no insistirían con tanto énfasis para arancelarla y para obstaculizar el ingreso, tal como ya sucede en diversos países de nuestro continente.

Hace más de un siglo, la gratuidad de las universidades, la libertad de cátedra, el cogobierno y la pelea contra el oscurantismo religioso, entre otros principios, fueron ejes de la llamada Reforma de 1918, una enorme lucha estudiantil que además de cuestionar los privilegios de clase en las universidades, venían de la mano con ideas de transformación social que excedían ampliamente el ámbito académico. Muchos de esos principios son reivindicados masivamente hoy, y forman parte de derechos conquistados que el pueblo no piensa ceder. En sus bravuconadas contra el acceso del pueblo a las universidades, Milei no está solo: lo respaldan no solo los oligarcas de doble apellido, sino los Galperín, los Macri. Y lo impulsa también la pasividad del peronismo, enfrascado en la disputa interna por “la lapicera” y el “bastón de mariscal”. Pero, opuesto por el vértice, lo repudian millones: las y los cientos de miles de estudiantes universitarios que provienen de hogares trabajadores, pero también los millones que –aún sin poder acceder a los centros de altos estudios- no se resignan a que las universidades sean aranceladas o privatizadas.

Hoy, las tomas de universidades marcan el camino: no hay que esperar soluciones mágicas, ni apostar a una dirigencia desgastada en la rosca o en la resignación como la que ejercita la burocracia de las centrales sindicales, o como la que promueve en su prédica Máximo Kirchner al pedir “que no se patalee” contra el presidente ya que “ganó con el 56% de los votos”. Pese a la prédica de “hay 2025”, el pueblo va evidenciando que lo que no se conquiste con lucha en las calles no se va a obtener en el pantanoso terreno de las urnas.

En la democracia asamblearia, en la acción directa, en la ocupación masiva de los edificios y la organización colectiva de la seguridad para evitar las provocaciones de los grupúsculos reaccionarios mileístas; allí radica el potencial de un movimiento estudiantil que se levanta y que puede ser decisivo para que, junto con la clase obrera organizada, el pueblo le ponga fin a las aventuras de una minoría reaccionaria como la que representan Milei y su gobierno, aventuras que deben terminar cuanto antes. Confluyamos con fuerza en el paro universitario, construyamos una marcha federal educativa, avancemos por un paro general. Ocupemos las calles, que es donde puede ganar el pueblo.

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