Este tiempo de crisis y guerras el capital y el imperialismo muestran su rostro desnudo. La ofensiva que despliegan contra la clase trabajadora, los pueblos y la naturaleza es brutal. La crisis general no está fuera de nosotres y no es difícil reconocer que el fin de la humanidad aparece para muches como más factible e imaginable que el fin de esta forma capitalista de organización de la sociedad. Sin embargo, en lo más oscuro, germina la resistencia y la revolución.

Vivimos un momento histórico bisagra. Mucho de lo que conocimos está muriendo, pero no termina de estar claro hacia dónde vamos. Este mundo actual nació de la contrarrevolución, marcado por la iniciativa que el imperialismo y las burguesías pudieron desplegar luego de ahogar en sangre numerosos procesos revolucionarios. Solemos hacer esta referencia, pero ante el desconcierto no está mal repetir. El propósito de toda la represión y el terror fue que el enemigo (o sea, nosotres, les trabajadores, el pueblo) depusiéramos nuestro objetivo estratégico.

Una vez que el terrorismo estatal y del capital consiguió eso, se adoptaron formas supuestamente “pacíficas” que no fueron más que la consagración del resultado adverso a nuestros intereses históricos. Acuerdos de paz que significaron el desarme no sólo material sino moral de enormes proyectos de trasformación, sin respeto alguno de lo acordado por la contraparte. Transiciones hacia formas republicanas y representativas bajo condición de que nada de las relaciones estructurales pudiera siquiera enunciarse como problema. Exaltación de lo existente como lo único posible. Y en el momento de “gloria” del imperialismo occidental, celebración de un mundo a su imagen y semejanza. Toda la verborragia sobre el “orden mundial basado en reglas” y el “globalismo” muy lejos estuvo de significar paz.

Desde hace varios años todo ese orden entró en una crisis verdaderamente histórica. Sin embargo, también hay que reconocer que nosotres, como clase, como pueblos, como organizaciones de intención revolucionaria no hemos encontrado aún la manera de intervenir sobre ese desorden para transformar la realidad de manera radical. Quizás ha faltado el realismo de entender que el capitalismo, el imperialismo en todas sus variantes, los estados, no van a ofrecer otra cosa que lo que son. Sistemas de explotación, de opresión y de muerte.

La revolución no sólo como deseo, sino como necesidad. La realidad nos muestra que no hay otro camino. Volver a esa idea es indispensable. No obstante, no alcanza. ¿Cómo construir en el medio del lodo de este mundo revolución? ¿Dónde están los ejemplos? ¿Dónde está la subjetividad que permita decir que el cambio de raíz es una utopía que camina entre nosotres?

Gaza no está sola

La solidaridad práctica, material, internacional con Gaza y con toda Palestina, expresa que como humanidad seguimos resistiendo. Que la deshumanización y el genocidio perpetrado por los poderosos, tiene respuesta en miles y millones. Miles y millones capaces de alumbrar con su acción lo humano y lo bello.

Las flotillas, como la de la Libertad que fue detenida y sus integrantes detenidos y deportados por la entidad sionista, o la movilización desde Egipto al paso de Raffah, y ahora la Global Sumud flotilla, son acciones que buscan romper el bloqueo a Gaza. La acción directa, desde abajo, uniendo la diversidad de luchas, corrientes, estrategias y orígenes en una causa común, unificadora. Hasta los medios hegemónicos tienen que cubrir el hecho. En la acción y en las intervenciones de quienes viajan, se pone el foco de la crítica a los estados y a los gobiernos, los organismos internacionales, y se expresa con claridad la conclusión de que no se puede esperar nada de los que financian, negocian y dan impunidad al estado terrorista de I$rael. Asumir que no vamos a ser espectadores pasivos e inermes frente a la obscenidad de un genocidio transmitido en vivo. La perseverancia, volver una, y otra vez, y otra vez. Y cada vez con más fuerza.

Probablemente los barcos no rompan el bloqueo por ahora, pero contribuyen a denunciar el hambre como arma de guerra, a exponer la violencia y la ilegalidad con que se mueve la entidad, a la vez que hacer llegar al pueblo palestino un abrazo solidario que no se queda en los papeles. La iniciativa construye una situación en el que la solidaridad práctica no sólo se masifique, sino que se radicalice. La advertencia de los trabajadores portuarios de Génova y del Mediterráneo de bloquear la provisión de mercancía al estado sionista si actúa contra la flotilla Global Sumud muestra un camino práctico, concreto, de asestar golpes a la entidad de ocupación.

Estas acciones clarifican cuáles son los campos que definen hoy la situación mundial. El bloque imperialista – sionista occidental que en su cuesta abajo en la rodada no deja atrocidad por cometer. Un bloque en desarrollo de fuerzas de los pueblos, desde abajo, que asumen su responsabilidad histórica y que van tejiendo formas de construir fuerza. Un tercer bloque conformado por potencias que disputan su lugar en clave interimperialista y que, así como pretenden reflotar el “orden mundial basado en reglas” (del capital), resucitan la mentira de la “solución” de los dos estados que I$rael jamás aceptó ni cumplirá.

Todo esto se va articulando y definiendo a partir de esa iniciativa que cambió todo el escenario en Palestina y en el mundo. La acción de la resistencia del 7 de octubre de 2023. Todo esto es posible por la resistencia del pueblo palestino que está en la vanguardia de las luchas y sobre quien se están ejerciendo las formas más crueles y aberrantes de exterminio. Un pueblo con conciencia de sus raíces, de quiénes son sus enemigos, convencido de la justeza de su lucha: PALESTINA LIBRE, DEL RÍO AL MAR. Y decidido a vencer, PALESTINA VENCERÁ.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí