La ley del saqueo
En la jornada del 12 de junio pasado, mientras los senadores aprobaban la llamada “Ley Bases” elaborada por Milei y sus secuaces, una treintena de personas era detenida: muchas en las inmediaciones del Congreso pero algunas, incluso, a varias cuadras. El parlamento convalidaba un proyecto de ley amañado, con cientos de artículos, muchos de ellos que el grueso del pueblo desconoce; con apoyos canjeados obscenamente por prebendas. A la par, casi dos millares de policías, prefectos y gendarmes custodiaban las inmediaciones de un Congreso blindado y hostigaban a millares de personas que se acercaban a expresar su repudio al proyecto legislativo. Tal es la deteriorada fachada democrática que exhibe nuestra institucionalidad: 72 personas encerradas, sesionando a espaldas del pueblo, custodiadas por centenares de represores, definían el precio de remate al que se loteará el patrimonio de millones.
El despliegue represivo del gobierno fue acorde a la profundidad del saqueo al que nos sometieron: la ley votada habilita privatizaciones, despidos, suba de impuestos para el pueblo y rebajas impositivas para los grandes empresarios, reforma laboral… En esa confiscación de derechos, en el hambre creciente, en el autoritarismo de un gobierno que es minoría parlamentaria pero impone una ley comprando votos a la vista de todo el mundo, en la restricción al ejercicio de la protesta deben buscarse los hechos de violencia.
Un operativo montado para cercenar la protesta
Las provocaciones policiales se dieron durante toda la jornada, obstaculizando la llegada de manifestantes, intimidando a quienes ocupaban las calles, arrojando gas pimienta incluso a periodistas o legisladores. Cuando las columnas del sindicalismo burocrático dejaron tempranamente la plaza, esas acciones avanzaron transformándose en hostilidad abierta por parte de las fuerzas represivas. A esa hostilidad, grupos de manifestantes le opusieron resistencia. La posibilidad cierta de que el aparato opere e infiltre las columnas de manifestantes no debería derivar en que las organizaciones populares reproduzcamos un discurso policíaco que condene a quienes resistieron la avanzada de la infantería y confrontaron con ella.
Lxs 33 detenidxs fueron cazadxs al voleo, la mayoría a cientos de metros del Congreso. El operativo se enmarcó en una ofensiva mediática encabezada por el propio presidente, que en un discurso delirante y paranoide habla de “terrorismo” y asocia una protesta legítima al “intento de un golpe de estado”. De este disparate participa principalmente la Ministra Bullrich, pero también se hacen eco no solo los felpudos parlanchines de la prensa amarilla sino el impresentable fiscal Stornelli… Si existe un ataque a la democracia, no radica ni en las piedras arrojadas por manifestantes, ni siquiera en la espectacularidad de un auto en llamas (como los que hubo también en comisarías apedreadas hace tan solo dos semanas, en puebladas como la de Tres de Febrero, sin que nadie hablara de “sedición”). El verdadero ataque a la democracia debe buscarse en la subasta a precio vil de derechos y recursos que perpetra la “Ley Bases”.
Entre lxs apresadxs arbitrariamente se encuentran estudiantes, docentes, gente en situación de calle, jubiladxs, un delegado gremial, vendedores ambulantes y su familia, un músico… a 17 de ellxs se los excarceló, previo “paseo” por comisarías, alcaidías y el juzgado; a 16 de ellxs, los mantienen injustamente detenidxs incluso al día de hoy, martes 18 de junio, tras casi una semana y alojadxs en penales. En esta misma semana, la policía porteña apaleó feriantes, vecinxs y hasta niñxs en la villa 1-11-14; también el gobierno de Jorge Macri promovió la llamada “Ley de Reiterancia” para endurecer penas ante la protesta social… todo un clima de época que nos obliga a plantearnos de qué manera enfrentar estas políticas de criminalización que se colocan al borde de la propia legalidad burguesa.
Como venimos analizando, el actual gobierno, títere del gran empresariado, no puede exhibir fortaleza en un apoyo popular del que carece y con una imagen que se deteriora al compás de su ajuste. El experimento que encabeza Milei, más allá del efectismo de las redes sociales, carece de poder de movilización de masas; lo único que puede exhibir para confrontar o tratar de neutralizar al pueblo en las calles es un aparato represivo plagado de mercenarios, cada vez más desbocados.
Ante las detenciones arbitrarias y el encarcelamiento de manifestantes, redoblemos la movilización.
A la par que construimos una alternativa para el pueblo y la clase trabajadora, exijamos de manera contundente con una convocatoria amplia la libertad y el desprocesamiento de todxs lxs detenidxs.
Este martes 18 de junio, todxs a la Plaza de Mayo. Este jueves 20, acompañemos la ronda de las Madres.