Las medidas del gobierno de Milei multiplican la pobreza y la indigencia. En las últimas semanas se sucedieron renuncias de altos funcionarios y denuncias por corrupción, como en Capital Humano. Ante el hambre creciente, el escándalo en el acaparamiento de alimentos deja expuesta la crueldad e inoperancia de su gestión. Mientras los dólares que el gobierno requiere y prometió no aparecen, y en el plano macroeconómico también se ven incongruencias, los propios voceros de la burguesía se preguntan si el plan de ajuste vigente dará los resultados esperados. En este contexto, la movilización popular debe tomar la palabra y ejercer presión contra el engendro de su “Ley Bases”, que traerá más hambre, desocupación y pérdida de derechos. Este 12 de junio, hay que ganar las calles.

 

Milei y su fábrica de pobreza

Los efectos de la política de shock con un fuerte ajuste sobre el gasto público, con una megadevaluación y licuación de salarios y jubilaciones, tienen un enorme costo social que algunas mediciones están empezando a cuantificar con precisión. Las escenas dramáticas de las largas filas del hambre en comedores desabastecidos, la suspensión en tratamientos médicos por falta de insumos o medicamentos, el incremento veloz en la desocupación, están plasmándose en cifras que mueven al escándalo. A los números que dejó el gobierno peronista de Alberto y Cristina Fernández, con salarios que perdieron contra la inflación y niveles de pobreza sumamente elevados, la gestión Milei no hizo más que empeorarlos aceleradamente.  El gobierno derechista que venía a “pulverizar la inflación” lleva acumulados en sus 5 meses de registros oficiales un 65% de suba de precios, enteramente gestados en su mandato.

Las medidas de ajuste combinadas con los recortes en la contención social estatal arrojan números más que elocuentes. Según el reciente informe publicado por la Universidad Católica Argentina, que monitorea los niveles de vida poblacionales hace algunos años, la pobreza pasó de un ya elevado 44,7% en el último trimestre de 2023 a un 55,5% en el primer tramo de 2024. A su vez, la indigencia trepó de un 9,6% a fines de 2023 hasta un 17,5% en el período inicial de este año, casi duplicándose. Traducido a cifras, se trata de más de 25 millones de pobres, de los cuales 4,5 millones nuevos pobres corresponden a la gestión del actual presidente. En el caso de la indigencia, afecta a más de 1 de cada 6 habitantes, más de 8 millones de personas. De ellas, más de 3,5 millones de nuevos indigentes corresponden a la gestión de Milei y sus políticas.

 

“Gil trabajador”

La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que incluye lo esencial para no ser indigente, posee un valor de $373.000 para una familia tipo. A la par, el Salario Mínimo se encuentra en $234.000. Es decir, un 50% por debajo de dicha canasta. Para no ser considerada pobre, una familia tipo debe poseer ingresos por al menos $828.000. Se trata de un monto tres veces y más por encima del salario mínimo, y tres veces superior a la jubilación mínima, que con bono incluido no llega a los $277.000… Dichas canastas excluyen del cálculo el costo de alquiler.

El fenómeno de “trabajador registrado y pobre” que se extendió durante los últimos años de mandato peronista tiende a consolidarse en la era Milei. El salario promedio formal medido por la Secretaría de Trabajo mediante el RIPTE viene quedando debajo de la línea de pobreza desde hace al menos tres meses. Los aumentos en combustibles, medicamentos y servicios esenciales vienen castigando al pueblo trabajador y pauperizando a sectores medios, desmintiendo la perspectiva de “recuperación en V” que pregona el gobierno. Una recesión prolongada se avizora como inevitable.

La contracara de las penurias de la clase trabajadora la vemos en las ganancias de los grupos oligopólicos que, pese a la retracción en el consumo de al menos un 10% interanual en grandes supermercados, no dejan de amasar ganancias: en alimentos Molinos Río de la Plata, Mastellone, grupo Arcor dominan el escenario fijando precios a su antojo. En nuestro país, hay 20 grandes empresas que controlan más del 70% de la venta de alimentos. Por ejemplo, AGD, Molinos Cañuelas y Molinos Río de la Plata concentran el 90% de ventas en el rubro aceites; Swift concentra casi el 80% de ventas en embutidos; Molinos Río de la Plata acapara el 81% de ventas en fideos con 5 marcas distintas; Arcor domina el 78% de ventas en enlatados; Bimbo-Fargo, el 80% en panificación industrial. Sus megaganancias están garantizadas por su posición en el mercado; a la vez, la eliminación de las mínimas regulaciones previamente existentes liberó su codicia llevando a las góndolas remarcaciones incluso por encima del promedio de una desbocada inflación. A las toneladas de alimentos que la ministra Pettovello acumula hasta pudrirse en galpones de su ministerio, deben sumarse las toneladas de alimentos que las empresas dominantes elaboran, y que se amontonan, inaccesibles, en depósitos de supermercados. Estas grandes empresas siguen explotando a sus trabajadorxs y vendiendo a precios monopólicos mientras pagan salarios tercermundistas. La más absoluta “libertad de mercado” que promueve Milei y su camarilla de defensores del capitalismo es la libertad para que los alimentos sean impagables o se pudran en un país que los produce a granel, mientras una creciente masa no sabe cómo hacerle frente al hambre. Para esas camarillas empresarias se prevén exenciones impositivas y nuevos beneficios en la llamada “Ley Bases”. Como resuena en la canción, el sistema que Milei y sus gurúes nos venden, funciona solo si hay millones donando sangre al antojo del patrón.

 

Un gobierno que avanza, pero a los tumbos

Pese a todo, cada nueva semana es peor que la previa para el gobierno reaccionario de Milei. Si bien sus medidas de ajuste y su batería de reformas generan un notorio daño en amplios sectores de la población, su gobierno no logra dejar de dar tropezones. Sigue enfrentando la resistencia social de diversos sectores afectados por sus políticas, no logra reunir los dólares necesarios para descomprimir el cepo cambiario, y tampoco puede superar sus limitaciones ni su propia incompetencia en el plano legislativo: ostenta el récord para un nuevo gobierno de un semestre completo sin lograr que le aprueben un proyecto en el Congreso.

En tres semanas, signadas por giras estrafalarias y declaraciones insólitas ante la prensa, Milei acumula renuncias en su gabinete, denuncias a funcionarios, una incipiente agudización de la insolvencia cambiaria y financiera, y reclamos variopintos por los efectos de sus políticas de hambre. Los señalamientos ante el desmanejo en términos de contención social no sólo provienen del pueblo en las calles, sino que son señalados también por el propio FMI o la curia mediante Cáritas. El organismo de crédito sigue sin otorgarle nuevos fondos al gobierno, a la par que le sugiere mediante su vocera Julie Kozack “mejorar la calidad del ajuste fiscal” y que procure que éste no recaiga “desproporcionadamente sobre familias trabajadoras”. A la par, le recuerda al presidente que un plan semejante requiere ampliar la base de acuerdos políticos, algo para lo cual la gestión Milei exhibe una inusual ineptitud.

El “fuego amigo” por momentos parece fuego graneado. El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera CIARA, Gustavo Idígoras, habla con preocupación de cierta paralización en la explotación del suelo para la soja. No solo no se liquidan las cosechas a la espera de nuevas devaluaciones: no se invierte en maquinaria, no se avanza en la frontera agrícola tal como les gustaría a los voceros de los monopolios extractivistas. A la par que sigue procurándole elogios a Milei por las desregulaciones, Idígoras no deja de criticar el “atraso cambiario”. Llega a hablar del fracaso y colapso de la industria aceitera, por el ascenso en la explotación de soja de Bolivia y Paraguay y el estancamiento en Argentina. Cada vez son más las voces de personeros y analistas de establishment que expresan su preocupación por las inconsistencias del plan de gobierno.

El gobierno mal llamado “libertario” afrontó en poco tiempo la salida de Jefe de Gabinete, Nicolás Pose, y el boomerang de las denuncias a los comedores barriales que terminó haciendo girar los reflectores hacia los depósitos abarrotados de comida a punto de vencerse en Capital Humano, con la salida a la luz de sobresueldos y opacos mecanismos de contratación, investigados por el poder judicial. La renuncia de varios funcionarios de Capital Humano, encabezados por Pablo de la Torre (del Pro) dejó huecos en una estructura ministerial de por sí deficiente.

Existen motivos para la alarma en el plano macroeconómico, ése que el presidente y su ministro Caputo se ufanan de dominar con experticia. Como se ha dicho, la liquidación de soja no se produce dado el reclamo devaluatorio de los patrones del campo; los fondos e inversiones o préstamos desde el exterior no llegan; los dólares financieros y el blue cerraron en alza tras una semana agitada en la que el Banco Central no solo no pudo acumular divisas de la liquidación de cosecha, sino que debió desprenderse; los títulos de deuda emitidos por el tesoro argentino empiezan a ser descartados por algunos tenedores y cae su valor… Si bien el gobierno ha disminuido la emisión monetaria desde el Banco Central, sí viene incrementando la emisión de bonos desde el Tesoro, que aumentan la deuda pública pero pateándola hacia adelante. Si bien esto se produce en dosis que aún no configuran una crisis abierta o una corrida, son elementos que suman preocupación a un gobierno que apila desaciertos y no puede exhibir logros en ningún plano, salvo en el mundo de los trolls de las redes sociales.

En el terreno legislativo, la media sanción a una nueva fórmula previsional -que es a todas luces insuficiente pero que desafía al ejecutivo- es otra muestra de la endeblez en la cual se sustenta el elenco gobernante. Sectores del parlamento como la UCR y el rejunte que lidera Pichetto, que responden a fuerzas patronales que de progresistas no tienen ni el mote, impulsaron un cálculo jubilatorio que devuelve apenas un 8% a lo perdido por el sector pasivo. Esto descolocó al presidente y su equipo, que amenaza con vetar la sanción, o bien (en voz de su nuevo Jefe de Gabinete Francos, algo más experimentado) ajustar otras partidas con recortes para compensar ese incremento. En cualquier escenario, los arrebatos verborrágicos del presidente no expresan otra cosa que inestabilidad política, algo más preocupante para el futuro del gobierno que la inocultable inestabilidad emocional de su líder.

En este contexto es que se produce la sesión en el senado del día 12 para tratar de aprobar, con modificaciones que requerirán su regreso a diputados, la Ley Bases. Si bien el proyecto recibió varias modificaciones, sigue contemplando facultades delegadas para el presidente en el plano económico y financiero, una reforma laboral regresiva, la caída de la moratoria previsional, el regreso del impuesto al salario y un festival de privatizaciones… un engendro nefasto que no debe pasar.

 

Un punto bisagra

Pese a la recesión que asoma y las caídas en las ventas, que en rubros como construcción llegan a un 33% interanual, los grandes bloques empresarios apoyan la llamada Ley Bases. Más allá de las dificultades y disputas internas, la clase dominante como un todo se encolumna tras estas reformas. Por un lado, son bloques que poseen activos en el circuito financiero, más incluso que en el circuito productivo. Grupos como Techint, de Paolo Rocca, hoy se ven tentados más en avanzar respecto a Vaca Muerta y dirigir YPF, que en la misma producción de caños sin costura o laminados. El papel asignado a la Argentina es el de extraer los productos que el capital internacional -y las finanzas internacionales- necesitan. Al mercado internacional le interesa ese rol para nuestro país; esto, en detrimento del desarrollo de la pequeña y mediana industria, o del mercado interno. Milei expresa brutalmente ese proyecto. El gran empresariado festeja y festejará las desregulaciones y liquidación de bienes del Estado, la eliminación de derechos laborales y previsionales, los intentos de domesticación de la protesta social… todo eso, incluso ante una merma transitoria en sus balances.

Sin embargo, el escenario de inestabilidad política y económica ya mencionado hace que el plan de Milei no avance como su claque política y las camarillas empresarias desearían. La rapiña empresarial, consciente de esto, procura lotear cuanto antes todo lo posible, dada la incierta duración del experimento político en curso. En este campo abierto de disputas, es posible y necesario que podamos intervenir como pueblo. Cada vez son mayores las chances de que la crisis se torne abierta y generalizada, que modifique la “normalidad” de recambio institucional. Un salto en la movilización popular y el empantanamiento de la Ley Bases pueden ser un catalizador en este sentido.

 

Ganar las calles

Si bien la CGT como entidad no está convocando a dar una pelea sostenida, y claramente “los gordos” de Sanidad, UPCN o UOCRA han negociado la reforma laboral, cada vez se van sumando más conflictos. Hay cada vez más sindicatos que, empujados por sus bases o por la necesidad de no ser desplazados sectorialmente, salen a dar pelea. Sucede con conducciones antiburocráticas como la de SUTNA, en sindicatos con poder de presión como Aceiteros, pero también con conducciones ligadas políticamente al kirchnerismo, que no quieren perder su base social, como pueden ser Camioneros o La Bancaria; se expresa en movilizaciones como las que protagonizó el pueblo de Misiones, con un importante componente de democracia directa en las asambleas y cortes de ruta. Es necesario que este 12, también esto se exprese frente al Congreso.

Hay posibilidades de que la movilización popular pueda alterar el curso palaciego para la sanción de la ley; no está todo dicho aún. La apuesta orgánica del peronismo se sigue expresando en abonar a un recambio institucional ordenado, luego del desgaste del gobierno. Un sector ya está preparando la candidatura de Kicillof, que ha tomado distancia de la propia CFK y su hijo Máximo. Pero mientras exhiben altos niveles de fragmentación y rosca, su propia base reclama al elenco político del peronismo que pase a cumplir un rol activo en la oposición.

Ninguna de las corrientes internas del PJ son reales alternativas para revertir las penurias del pueblo. Ninguna salida para lxs de abajo puede tener materialidad sin romper decididamente con el FMI y desconocer la estafa de la deuda externa, o sin afectar los intereses del gran empresariado, ése que nunca deja de ganar: ni con Milei, ni antes con el peronismo o el macrismo. Los intereses de ese puñado de terratenientes, dueños de petroleras y mineras, bancos y empresas oligopólicas están irreconciliablemente enfrentados a los nuestros.

Pese al despliegue represivo, la calle sigue siendo el punto débil de este gobierno y de la posibilidad de que sus políticas se consoliden. Como el 24 de enero en el marco del paro de la CGT, como el 8 o el 24 de marzo, como en la marcha educativa en defensa de las universidades y la educación pública, el pueblo movilizado debe seguir fijando un límite a las políticas de desguace. Pese a la dirección de sectores de la burocracia sindical, cuando la clase y el pueblo se movilizan demuestran la fuerza de la que somos capaces. Será necesaria la radicalización de ese movimiento, y el planteo de una nueva dirección, para poder enfrentar con éxito la ofensiva del gobierno y la clase dominante.

La propuesta y apuesta para superar este escenario sigue siendo la rebelión popular, para que como pueblo demos una vuelta de página ante este gobierno antiobrero que trata de barrer con derechos históricos y de rematar bienes comunes; para poder construir una alternativa de lxs de abajo y aspirar a un gobierno de la clase trabajadora.

¡Fuera Milei y su gobierno!

¡Abajo la Ley Bases y el DNU!

 

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