A más de 75 años de ocupación y genocidio sionista – Parte I

Sol Morell y Lisandro Brusco[1] visitaron los Territorios Palestinos Ocupados (Cisjordania y Jerusalén / Al Quds) durante los meses de enero y febrero del corriente año.

Compartimos material sistematizado durante el viaje. En esta oportunidad hacemos entrega de la primera de las tres partes componentes de la nota.

 

Los Territorios Palestinos Ocupados perdieron toda continuidad, no solo por la partición de 1947 y la ocupación de 1967, sino también con la firma de los denominados Acuerdos de Oslo en la década del 90. Dichos acuerdos, que tuvieron su origen en la Conferencia de Madrid (en 1991), implicaron el desmembramiento de Cisjordania en Área A, B y C[1]; un plan maestro para habilitar el aumento de colonias judías en territorio ocupado y consolidar el proyecto sionista de limpieza étnica de la población nativa palestina.  De esta manera, desde 1993 hasta la fecha, el número de colonos incrementó de 100 mil a más de 800 mil por medio de la confiscación de las mejores tierras agrícolas de Cisjordania y Jerusalén oriental. La imposición de un restrictivo sistema de permisos para la construcción de viviendas es utilizada por «Israel» con el fin de limitar el crecimiento natural de la población palestina y de consolidar el control del territorio por medio de los asentamientos, las carreteras y las áreas militares. Es decir, los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, ilegales para el derecho internacional, se convirtieron en grandes localidades, constituyéndose en espacios controlados por ciudadanos extranjeros, quienes intentan reemplazar a la población nativa palestina mediante la fuerza, el robo de tierras, casas y los recursos hídricos.

Los efectos del proceso abierto en Madrid en 1991 han tenido serias implicancias. Mientras los acuerdos han permitido a “Israel” seguir consolidando su proyecto sionista para Palestina, la consecución de las aspiraciones nacionales de independencia y soberanía palestina se han visto progresivamente frustradas. En consecuencia, las expectativas creadas en 1991 han derivado en un aumento creciente de las voces palestinas que, en el interior y en la diáspora, manifiestan su escepticismo y rechazo a los “Acuerdos de Oslo” por las negativas repercusiones que su aplicación está teniendo dentro de los territorios palestinos. Si el proyecto de los dos estados, como solución de una paz duradera tuvo alguna oportunidad en el pasado, al día de hoy es inviable por la proliferación de colonias y asentamientos judíos en una cada vez más cuarteada Cisjordania. Era (y es) funcional, eso sí, para la política de hechos consumados del estado genocida de “Israel” por un lado; y, para mantener una Autoridad Nacional Palestina (ANP), totalmente inoperante, a costa de mantener su status y privilegios. La ANP, cuya creación fue fruto de los “Acuerdos de Oslo”, hoy en día se encuentra totalmente descreditada a ojos de la población palestina, por su colaboración con las fuerzas policiales y con el ejército de ocupación israelí, y su participación directa en la represión de la resistencia del pueblo palestino.

Desde hace más de 75 años, la ocupación israelí persigue, expulsa y asesina al pueblo palestino. Pero la limpieza étnica, que sueña el sionismo (apoyado por el imperialismo yanqui y la Unión Europea), es imposible porque se enfrentan a un pueblo digno, rebelde y solidario. A pesar de la ocupación y de la masacre televisada sobre Gaza, el pueblo nativo palestino se mantiene firme para proteger su tierra, cultivarla y vivir de ella.

Cisjordania vive su mayor espiral de agresión del régimen colonial israelí desde la segunda intifada (2000 – 2005)

El régimen colonial israelí ha profundizado la escalada de violencia sobre la población nativa palestina desde el 7 de octubre del año pasado. Desde entonces han muerto un total de 435 palestinos (dato hasta el 16 de marzo) por fuego israelí en territorio cisjordano y hubo más de 7.670 personas detenidas (246 mujeres y 500 niños), según la Comisión de Asuntos de los Detenidos y Ex Detenidos y la Asociación de Prisioneros Palestinos. La mayoría de ellos habitan en campos de refugiados en ciudades como Jenin, Tulkarem, Nablus, Ramallah, Belén. La agresión sistemática sobre los campos de refugiados se debe a que la resistencia se ha hecho muy fuerte y ganado consenso en el propio pueblo palestino.

Desde el inicio de la operación “Diluvio de Al Aqsa”, la situación en Cisjordania se ha deteriorado aún más. Grupos de colonos israelíes han empezado a arrogarse el derecho a evacuar pueblos enteros en el área C. Hasta la fecha, más de un millar de palestinos se han visto obligados a abandonar sus hogares para salvar sus vidas. Además, los colonos recibieron por parte del gobierno israelí muchas armas y la legitimidad para utilizarlas contra los palestinos de la zona. Si bien muchos colonos, sobre todo de “Israel” han emigrado a sus países de origen, el gobierno de la ocupación aprobó la construcción de 3.500 casas en Cisjordania.

Los habitantes del Valle de Jordán[2] y de Masafer Yatta[3] sufren diariamente la incursión de los colonos acompañados por el ejército de ocupación. Los colonos, muchas veces armados, roban los animales de pastoreo de los campesinos palestinos, destruyen sus tierras productivas o los atacan físicamente.

Masafer Yatta y las comunidades circundantes son objeto de continuas violaciones israelíes, incluidos múltiples asaltos de los colonizadores ilegales contra los agricultores palestinos y sus tierras.

Más de 2.000 residentes palestinos de Masafer Yatta se enfrentan a la inminente expulsión de sus hogares por parte de la ocupación israelí con el pretexto de clasificarla como zona de entrenamiento militar para las fuerzas israelíes en la que los palestinos no tienen derecho a vivir. En At-Tuwani, una de las doce aldeas de la región, desde el 7 de octubre sufren los ataques de los colonos diariamente. Musab, un pastor de esta aldea que vive con su familia a 200 metros del asentamiento Ma`on, nos contó que: “duermo junto a la ventana, 24 horas de atención… de guardia permanente. Hace más de dos meses que vivimos pensando que van a entrar en nuestras casas”. Efectivamente, Musab sufrió agresiones sobre su persona y sobre su hogar: “el 18 de octubre entraron a mi casa, colonos y soldados, rompiendo todo y amenazando que si volvían a ver a activistas internacionales en mi casa mataban a mis hijos”. La presencia de los activistas internacionales e israelíes (antisionistas) es muy importante: escoltan diariamente a los niños palestinos de los pueblos de Tuba y Maghayir Al Abeed a la escuela de At-Tuwani; acompañan a los agricultores y pastores en sus tierras cercanas a los asentamientos y puestos de avanzada (asentamientos ilegales aun para las leyes israelíes); vigilan y denuncian los continuos controles, detenciones, entrenamientos militares y demoliciones que tienen lugar en la zona. Las denuncias de violaciones de derechos humanos son posibles gracias a la documentación lograda mediante fotos y vídeos.

Las comunidades de Masafer Yatta. en particular, y los Territorios Palestinos Ocupados, en general, se encuentran gravemente afectadas por las medidas que ejerce el régimen colonial israelí en la región. Vivir con el miedo constante a un desalojo, ver sus casas demolidas, sufrir la restricción de movimientos o la misma muerte: estos son algunos de los obstáculos a los que se enfrenta la población palestina diariamente.

Próximamente publicaremos la segunda parte de “A más de 75 años de ocupación y genocidio sionista”

[1] Si bien en las tres zonas la Autoridad Palestina asumió plena responsabilidad por las instituciones civiles, en el área A, que en 1995 alcanzó el 3 % de las tierras de Cisjordania (Yenin, Nablus, Tulkaren, Qalqilya, Ramallah, Belén y Jericó) y el 26 % de su población, a la Autoridad Palestina se le otorgó plena responsabilidad por mantener el orden público. En el área B, que alcanzaba el 24 % de las tierras y el 70 % de la población, se le confirió la responsabilidad del orden público, pero la ocupación (Israel) mantuvo la principal responsabilidad por la seguridad. Y en el área C, que abarcaba el 73 % de las tierras y el 4 % de la población, Israel conservó plena responsabilidad por la seguridad y el orden público, así como también cuestiones civiles relativas al territorio (planificación y zonificación, arqueología, etc.).

Para el año 2000, luego de una serie de acuerdos, la distribución relativa de las áreas había cambiado. El área A comprendía el 17 % de las tierras; el área B el 24 % y el área C el 59 %. No obstante, el área A estaba dividida en 11 grupos separados, el área B en 120 grupos y el área C era todo contiguo. Las zonas en las cuales los palestinos tenían control absoluto eran como un archipiélago, mientras que las controladas por “Israel” eran pasillos estratégicos que interrumpen la contigüidad territorial de Cisjordania.

[2] El Valle del Jordán, una llanura agrícola, militarizada (por la ocupación israelí) y con importantes recursos acuíferos. Es una lengua de tierra estratégica, que representa alrededor del 30% de Cisjordania ocupada y se extiende a lo largo de la frontera con Jordania.

[3] Masafer Yatta, situada en el sur de las colinas de Hebrón, se extiende por una superficie de 30.000 dunams (3.000 hectáreas), con una población de 2.500 residentes distribuidos en 12 pueblos o aldeas.

 

[1] Activistas argentinos integrantes de Masar Badil – Ruta Revolucionaria Alternativa de Palestina y comunicadores populares de la Radio Popular Che Guevara, Rosario, Argentina. Además Sol Morell, como militante socioambiental, participa de la Campaña Fuera Mekorot Argentina. Lisandro Brusco es integrante de la Casa de la Memoria de Rosario.

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