La reacción legítima del pueblo palestino hoy la quieren llamar terrorismo. Años (más de 75) de limpieza étnica, de creación indefinida de colonias, de asfixia al pueblo palestino quitándoles tierras, derribando casas, encarcelando sin juicio y sin condenas (hombres, mujeres y niñes), tapando pozos de agua, han generado las condiciones para la ofensiva lanzada en el día de hoy desde Gaza y acompañada por acciones en Cisjordania.

Es comprensible que los israelíes y sionistas (que no son todos los judíos), que eligieron gobiernos fascistas como el de Netanyahu y una oposición que no se diferencia en cuanto a la decisión de expulsar al pueblo palestino de sus tierras por todos los medios posibles, intenten justificar sus acciones colocando a la víctima como agresor.

No nos equivoquemos. Aquí estamos en presencia del Estado de Israel, el más militarizado de la tierra (su población pertenece a las Fuerzas Armadas desde los 18 a los 45 años de edad, sea en forma de servicio obligatorio o como reservistas) frente a un pueblo cuya arma más poderosa es su moral la que les permitió que al día de hoy no sólo no los hayan vencido, sino que han comenzado la ofensiva más grande de su historia.

No es una guerra religiosa. No se trata de islamistas contra judíos. Se trata de la resistencia a la colonización sionista que comenzó después de la Primera Guerra Mundial y se profundizó después de la Segunda Guerra a partir de la intención imperialista de conservar una cabeza de playa en Medio Oriente. Maniobra que inició Gran Bretaña, cuando era imperio, y la continuó Estados Unidos cuando la desplazó y ocupó su lugar en la dominación mundial.

En definitiva, esto es lo que se está jugando. El sionismo aceptó ser el portaviones continental del imperialismo yanqui. Esto explica la colonización y sus consecuencias.

Lamentablemente el mundo mira para otro lado. Los intereses y la dependencia terminan alineando a los gobiernos más allá de la voluntad de los pueblos.

Pero en la Argentina hemos vivido en carne propia la aplicación de un genocidio. Hemos sido testigos de cómo se ha tratado de legitimar la tortura, la muerte, el robo de bebés y la desaparición de personas igualando al terrorismo de estado con la lucha legítima popular de terminar con un sistema de explotación y miseria, de muerte y marginalidad.  La subordinación a la política internacional imperialista (y por ende a la del Estado de Israel) explica el repudiable comunicado de la cancillería, cuestionando la legítima resistencia palestina llamándola terrorista. En este sentido, se visualiza con extremada preocupación el elevado nivel de coincidencia que existe entre el gobierno nacional, las fuerzas de derecha y de extrema derecha.

No sorprende pero indigna semejante genuflexión ante el poder mundial. Por eso llamamos a nuestro pueblo a solidarizarse con nuestro hermano pueblo palestino, agredido por el mismo imperialismo que nos oprime en el presente y condiciona nuestro futuro.

El mismo enemigo, la misma lucha.

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