Quedarse con la imagen romántica de un Che abatido por el infame ejército regular de Bolivia en La Higuera, en octubre de 1967, es reducir su legado revolucionario. Preferimos destacar sus convicciones, el compromiso de estudiante sensible, médico – guerrillero, comandante – amigo, ministro – jefe militar. En definitiva, en vida Guevara supo ser muchos y logró, además, fundirse con el pueblo.

Mucho se ha escrito y se escribe sobre su vida. Sin embargo creemos necesario recordar algunos pasajes necesarios que nos ayudan a descubrir sus primeros pasos y evaluarlo tal como vivió, teniendo en cuenta que hay varias generaciones que no lo conocieron, especialmente la juventud.

Lo podemos presentar como un joven sentado entre los libros de su vecino en Córdoba Capital, Gustavo Roca, quien los recibió como herencia de su padre, Deodoro Roca, el redactor del Manifiesto de la Reforma Universitaria. Uno de los libros que llaman su atención es “Humanismo Burgués y Humanismo Proletario” de Aníbal Ponce, el cual va a volver a transitar al ser estudiante avanzado de medicina ya en Buenos Aires. En el año 1951 con 23 años, a diferencia del resto de los jóvenes de su época de posición económica acomodada que viajaban a Europa, él se decide planificar y concretar un viaje por la América profunda y desigual, saliendo de Córdoba, cruzando la Cordillera de los Andes pasando por Chile para entrar en Perú.

El resto de la historia es la historia del revolucionario internacionalista. El devenir de la vida del Che claramente ha estado siempre ligado a la toma de decisiones políticas, y lo transporta a lo largo de la historia del continente al lugar que merecen aquellxs que han trabajado sin descanso por un mundo justo, menos desigual, sin explotación, sin hombres y mujeres que se enriquezcan del trabajo ajeno, habiendo conseguido esto como resultado de un férreo compromiso, de la autodisciplina pero también del estudio del marxismo y la temeridad que tiene un combatiente decidido, cualidades adquiridas bajo el fuego que forja la historia de las rebeliones y movimientos de liberación. Esta voluntad sumada a su formación militar en su paso por el Movimiento 26 de Julio de Cuba lo ubican en un sitio destacado de la historia de Nuestramérica.

Como hábil practicante del marxismo el Che se transformó en uno de los cuadros revolucionarios de su época y de todos los tiempos, como resultado de su experiencia, del estudio permanente y la aplicación práctica de las ideas que abrazó.

Entre los meses de octubre y noviembre de 1962 el Che escribió Táctica y Estrategia de la Revolución Latinoamericana, un texto de enorme actualidad. En uno de sus párrafos dice lo siguiente:

“¿Es posible o no, en las condiciones actuales de nuestro continente, lograr el poder socialista por la vía pacífica? Nosotros contestamos rotundamente: En la gran mayoría de los casos, no es posible. Lo más que se lograría sería la captura formal de la súper estructura burguesa del poder, y el tránsito al socialismo de aquel gobierno que, en las condiciones de la legalidad burguesa establecida, llega al poder formal, deberá hacerse también en medio de una lucha violentísima contra todos los que traten, de una manera u otra, de liquidar el avance hacia nuevas estructuras sociales”.

Estas reflexiones las escribió once años antes del golpe de estado que terminó con la experiencia chilena de la Unidad Popular. Toda una premonición resultado de la aplicación del marxismo para sus análisis de la realidad política y social.

En momentos como el actual consideramos que es más necesario que nunca comprometernos con ese legado, con la construcción del “Hombre y Mujer Nuevos” indispensables para el desarrollo de nuestro presente y futuro revolucionario.

Hoy, más que nunca, decimos:

¡Patria o Muerte, Venceremos!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí