Editorial//marzo 2023
La columna de humo que parece neblina, pero no es neblina, se estaciona sobre la ciudad. El sol la perfora, a veces, como si fuera una cortina delgada. La nube no impide que el calor abrase la tierra, ni las chapas de los tinglados, ni el hormigón de la metrópolis. Pasa en Rosario, pero también en el delta del Paraná y en todo el AMBA. Los pastizales nativos o áreas boscosas son incendiadas por los dueños de los campos para extender alambrados y sus cultivos o la ganadería, y llegan en forma de nube, la única a la vista, hasta nuestras narices. Las cenizas hacen que la insoportable ola de calor que afecta la región centro de Argentina se torne más hostil, si fuera posible. Con un tono apocalíptico, las temperaturas que perforaron los 40° se combinan con sistemáticos pero impredecibles cortes de luz y esa humareda, tan persistente como nociva.
La tierra quema, como denunciara Raymundo Gleyzer hace casi sesenta años. En este caso, a manos de sojeros criollos y ante la vista gorda de funcionarios de todo pelaje, de jueces y fiscales, de pensadores y economistas. Sobre esa tierra quemada, es que pretenden seguir extrayendo riquezas. Ya están loteados “a futuro” los dólares que le deben exprimir al suelo: los que exigen el FMI, los que miran con gula las multinacionales que quieren seguir girándolos a sus casas matrices, los que piensan atesorar los monopolios locales y la burguesía nativa. Si no es la soja, serán los hidrocarburos de Vaca Muerta; si no, el litio. Lo que no se discute es el destino de enclave, el porvenir de patio trasero para ser saqueado, como expresó con una sinceridad asombrosa la Jefa del Comando Sur yanqui, la generala Laura Richardson, al enlistar como propios los bienes comunes de Nuestramérica. Y, cabe reiterarlo; más allá de la esgrima verbal, tampoco se discute en todo el arco político patronal que al FMI se le va a pagar una deuda que es una verdadera estafa.
Tras 40 años de recuperación democrática, las que también se queman son las promesas de comer, educarse y tener salud en el capitalismo dependiente. ¿Cuántas deudas seguirá acumulando con el pueblo esta democracia tullida, cercenada por corporaciones y tutelada por banqueros, politiqueros de feria, patrones de estancia que además de abusar del rebenque echan nafta sobre la pradera? ¿Cuánta infamia acumulará esta democracia que no garantiza vivir y comer adecuadamente a dos de cada tres pibxs, pero permite que millonarios como Blaquier mueran impunes, con las manos retintas de sangre de desaparecidxs y con delitos sexuales varios en su haber? ¿Qué tienen para prometer en este aniversario los liberfachos de Milei, salvo una remake de privatizaciones; o los secuaces de Macri, con más reforma laboral; o esta versión devaluada del peronismo, que oscila entre el “amague y recule” y la denuncia del propio gobierno en tercera persona, pero que encuentra tanto a kirchneristas, massistas como albertistas siguiendo los libretos del establishment al pie de la letra?
A cuatro décadas del fin de la más nefasta dictadura cívico-militar-eclesiástica, también debemos hacer un lugar para que arda la llama revolucionaria. Ésa que, maltrecha, pese a la derrota y el genocidio, nunca pudieron apagar. La que nos da certezas para la lucha. La que nos dice que no se trata solode ganar una huelga o una bancada, y mucho menos de optar siempre por el malo menos malo, sino de luchar por la única salida para los pueblos ante un mundo donde proliferan la guerra y la miseria. La que arde como la memoria, y que nos dice que otro mundo es posible, solo si es socialista.✪
24/03/2023