En Venceremos – Partido de Trabajadorxs, concebimos como partes esenciales de la lucha anticapitalista el tema ambiental, contra el saqueo de los recursos naturales y el extractivismo. Asimismo consideramos que muchas veces se desconoce el rol y la responsabilidad del Estado de la situación que hoy sufrimos a causa de los temas citados.

La información certera y el conocimiento de primera mano que nos llega a través de lxs investigadorxs y profesionales calificadxs en la materia, es de suma importancia para la militancia ambiental y política, así como para todo el campo popular.

Como un aporte a la difusión de estos temas hemos decidido desarrollar una serie de notas. En esta oportunidad entrevistamos a Carla Poth para que, con la claridad que la caracteriza, nos comente sus investigaciones y ayude a comprender los fundamentos de sus conclusiones.

Agradecemos su total y permanente disposición a socializar sus saberes, respondiendo a cada una de las preguntas que en esta nota compartimos.

Una pequeña referencia sobre quién es Carla Poth

Es Licenciada y Profesora de Ciencias Políticas y Doctora en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Trabaja como docente e investigadora de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Integra equipos de investigación y extensión en los que trabaja temas relacionados con las dinámicas de acumulación del capital en el agro, las políticas públicas y las instituciones nacionales y transnacionales que sostienen ese entramado (Estado y acuerdos de libre comercio), las formas de producción del conocimiento en el marco del modelo del agronegocio, y trabaja junto a las comunidades afectadas en el diagnóstico de las consecuencias ambientales y sanitarias de esta forma de producción del capital. Es, además, parte de la organización SUBVERSIÓN, y participa en la Multisectorial contra el Agronegocio- La 41- y la Asamblea Semillas Libres. Es autora del libro “Agricultura, ciencia y poder. Un análisis crítico sobre las políticas biotecnológicas del Estado capitalista argentino”, publicado recientemente por EdUNLU.

 

Venceremos: ¿Cómo se vinculan las políticas del Estado con los espacios ambientalistas?

Carla Poth: La relación entre las políticas del Estado y el ambientalismo se podría pensar en distintos niveles. Es una relación sumamente tensa. El Estado, en términos de su política económica tiene objetivos,  particularmente en países como el nuestro y de Latinoamérica, íntimamente relacionados con la explotación de los recursos naturales. Por lo tanto la política de Estado se pone en movimiento y la consecuencia es la destrucción del territorio. Eso es algo que marca la política pública del Estado.

Hago hincapié en nuestros países latinoamericanos porque a nivel global la geopolítica, la dinámica de acumulación del capital establece que nuestros países deben cumplir ese rol en el concierto internacional, es decir el abastecimiento de los recursos naturales.

En esa línea es una relación de tensión que no siempre se traduce en una relación de enemistad, pero no por las acciones del Estado sino por los posicionamientos que plantean las organizaciones ambientales que, a pesar de que ven en el Estado un actor que participa activamente en la destrucción del ambiente, que tiene la lógica de explotación del ambiente, siguen participando o generando mecanismos para construir institucionalidad en el marco del Estado. Por ejemplo: Discuten las ordenanzas de fumigaciones en los municipios; discuten la generación de leyes que protejan a los recursos naturales, cuando se sabe que esas leyes ya existen pero no son implementadas.

Los movimientos ambientales tienen esa tendencia, esa necesidad, y esa contradicción: a pesar de no creer en el Estado siguen creyendo en el Estado, a pesar que éste genera mecanismos de acción que lo tornan no creíble (y contrario a lo que pregona) los grupos ambientalistas siguen la lógica de la institucionalidad.

Es fundamental analizar y visualizar el rol que está jugando el Estado en toda su complejidad, para no perder todo el trabajo que el movimiento viene realizando. Por eso ahí se genera una tensión que es problemática, que es necesario empezar a trabajar desde el ambientalismo: reconocer que hay toda una construcción que debe ir mucho más allá  del Estado, qué hay que trascender la organización política del Estado.

Al mismo tiempo, esa tensión se ve alimentada de experiencias de acción directa que resultan enormemente propositivas y que apuntan a un horizonte completamente transformador. Un ejemplo de ello, puede ser la agroecología, una forma de producir y pensar la circulación de alimentos que ha puesto completamente en crítica la totalidad del sistema agroalimentario, las formas de producir, las dinámicas políticas que sostienen ese sistema y las relaciones de explotación entre los seres humanos y de los seres humanos para con la naturaleza. La potencia transformadora de la agroecología hoy es disputada por el propio sistema capitalista, que intenta gestionarla como una mera técnica de producción, queriendo configurarla bajo una “alternativa subsidiaria de la producción de valor”.

 

V: ¿Por qué el ambientalismo tiene esta contradicción de ponerse en una posición en contra de las medidas que toma el Estado, pero a su vez cree en el Estado?

CP: Intentando un análisis teórico, para mí, en primera instancia, es porque no se está problematizado “Qué es el Estado en el capitalismo”. Hay una idea muy instalada, no sólo en el movimiento ambiental sino que trasciende al mismo y que recorre incluso a muchas organizaciones políticas, que ya tienen naturalizado que el Estado es sólo un instrumento. Es decir el Estado en el capitalismo es un instrumento a tomar. Con esa lógica, bajo la idea que el Estado es simplemente un instrumento, hay que cambiarlo. Ese Estado hoy responde a los intereses de las corporaciones y por eso es malo. Sostienen que hay que luchar para ganarlo y sacárselo a las corporaciones y apropiarse del Estado, para que funcione y sea bueno. No se visualiza que en realidad este Estado es un Estado capitalista. No hay consciencia de ello. Se corre el riesgo que sí, efectivamente, no desactivamos a ese Estado nos va a fagocitar.

El problema es que cuando ya tenés certezas y no tenés preguntas, las estrategias responden a esa conclusión, a esas definiciones, a esas afirmaciones de base que sostienen todo el accionar político. El ambientalismo no lo discute, no lo problematiza al Estado. Eso es terrible. Porque se recae en procesos de acciones y reacciones de manera absolutamente inconsciente. Entonces un día lo odian y otro día lo buscan. Mientras nosotros seguimos discutiendo esto, el Estado sigue aplicando un montón de herramientas para destruirnos. Para que nos fragmentemos. El problema más grande tiene que ver con eso.

Primero hay dificultades para pensar las relaciones sociales capitalistas en general, porque se habla de capitalismo y el concepto de capitalismo está vaciado de contenido. Para muchos intelectuales ambientalistas el concepto de capitalismo está vaciado de contenido. Hablan de capitalismo, pero se niegan a comprender la lucha de clases en el capitalismo. Es un capitalismo muy posmoderno. No se termina de comprender que esta institucionalidad no nos representa, no representa a las mayorías. No se asume que hay que destruirlo, que no podemos transformar las leyes que defienden el sistema burgués en leyes proletarias.

 

V: ¿Cómo debería ser la lucha ambiental para que sea efectiva, si es que es posible, en el capitalismo?

CP: En primera instancia la lucha ambiental debería ser una lucha consciente de su carácter anticapitalista. La lucha ambiental es anticapitalista porque pone en jaque a uno de los motores de la acumulación del capital global, qué es la extracción de los recursos naturales. Esta lucha le pone un límite a esa acumulación del capital, que no es ni secundaria ni menor. Claramente el capitalismo ha mostrado que dada su necesidad expansiva, esta necesidad está asociada a la ACUMULACIÓN de los recursos naturales, a la transformación de los recursos naturales en mercancías. La lucha ambiental es anticapitalista pero no se comporta como tal. Ahí está la necesidad del pasaje a la conciencia de que la lucha debe ser anticapitalista.

 

V: ¿Qué significa que la lucha se transforme en anticapitalista consciente?

CP: Es muy difícil para las luchas ambientales integrar a otras luchas anticapitalistas. Debe comprenderse que la lucha ambiental va en paralelo a la lucha sindical, porque tiene que ver con la lucha por el trabajo. No es sólo la lucha por el territorio. Si no tenés dónde vivir, no tenés donde trabajar. Y en la lucha contra la explotación del hombre y la naturaleza, en la lucha contra el patriarcado, hay una necesidad de integrarlas. Todavía está faltando ese pasito de empezar a pensar esos temas integrados no fragmentados.

 

V: ¿Cuál es el rol que tenemos que jugar las organizaciones revolucionarias para transformar esa realidad?

CP: Es necesario poner esos debates incómodos en la agenda. Debatir el Estado, debatir el rol del Estado capitalista en nuestra sociedad. Esa es una obligación nuestra hacia adentro de nuestras organizaciones y hacia las luchas ambientalistas. Pero no solo ambientales porque ese debate no está exclusivamente en relación con las luchas ambientales. En las luchas en el territorio, en los sindicatos, en la lucha feminista, vamos a tener el mismo problema. Me parece que nuestra responsabilidad es tener una mirada crítica y seguir elaborando una mirada crítica hacia el Estado Y desde ese punto crítico, en todo caso, hacer propuestas hacia el Estado.

Además, debemos tomarnos esa tarea incómoda de pensar cómo llevar adelante la integración de las luchas. Pensar cómo hacer adentro de los sindicatos para que se discuta la cuestión ambiental. Por ejemplo, pensar cómo lo hacemos desde la Campaña por el Agua Limpia en las Escuelas, cómo los sindicatos toman el tema articulándolo con la problemática de las condiciones laborales. Para empezar a garantizar que en la escuela que están rodeadas de problemáticas ambientales, con innumerables problemas ambientales (como el arsénico en la provincia de Buenos Aires, el agro-negocio en varias provincias, la cuestión de la megaminería) se resguarden los derechos de las niñeces y de les trabajadores docentes y no docentes. Lamentablemente no hay prioridades ambientales las escuelas están plagadas de problemáticas ambientales. Los sindicatos deben tomar en sus manos el problema de que sus trabajadorxs son los que están sufriendo esas problemáticas ambientales, los hijos e hijas de les trabajadores. Docentes de las escuelas Rurales en Entre Ríos y en la provincia de Buenos Aires están demostrando que necesitan tratamientos de cáncer mucho más que antes. Y los sindicatos no responden a esos tratamientos. No lo reconocen como una problemática laboral.

 

V: Te propongo cerrar la entrevista con aquello que quieras agregar

CP: La realidad es que en términos ambientales no tenemos mucho margen. La crisis climática es un hecho concreto y tiene consecuencias concretas. Quienes más sufrimos las consecuencias de esta crisis climática claramente somos la clase trabajadora. Nos quieren vender que es un problema global, pero quienes lo padecemos realmente, ante una sequía por ejemplo, es el pequeño productor que produce para la economía local y no el gran sojero que, además, después el Estado le da un subsidio para que recupere lo que perdió.

Creo como organizaciones tenemos la responsabilidad, entiendo que es muy urgente, la tarea de impulsar el debate sobre el Estado. Es una tarea para la cual hay que tener paciencia, por todo lo que hay que hacer. No podemos darnos el lujo de ver cuándo lo empezamos, cuándo arrancamos. Porque no tenemos mucho margen para seguir destruyendo el hábitat como especie humana.

Esa es una tarea súper importante y, algo que fui aprendiendo con el tiempo, que para hacer eso es necesario pensarnos mucho más allá de nuestros territorios, de un barrio, de un pueblo, incluso del país. Tenemos que abrazarnos con otras luchas en Latinoamérica que ya vienen trabajando todo esto. Por ejemplo los levantamientos en Colombia que pusieron en jaque la institucionalidad estatal, o los compañeros de las comunidades indígenas del Ecuador que también juegan en el Estado y contra el Estado, porque tienen claridad, saben bien el rol que cumple el Estado. Y pienso, también, nuestra relación con las comunidades mapuches, comunidad que tiene muy claro el rol que tiene el Estado y por eso lucha por sus territorios.

Pensar esos lazos latinoamericanos que nos están envolviendo como una unidad ya que la lucha no es tan diferente y los enemigos son comunes. Tienen discusiones mucho más avanzadas que nosotros. Por ejemplo las discusiones sobre el Estado.

Hay mucho para aprender.

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