En Venceremos – Partido de Trabajadorxs caracterizamos críticamente el estado del campo popular y de los destacamentos de izquierda y de intención revolucionaria. Identificamos una serie de debilidades que forman parte de nuestra propia autocrítica de la experiencia desarrollada. Sintéticamente, las diversas expresiones de esa debilidad pueden resumirse en la ausencia de la estrategia como eje vertebrador de una praxis. Vinculado a ello están el bajo nivel ideológico que desde hace décadas predomina, las falencias en la formación política, la superficial apropiación del marxismo y la carencia de análisis (y prácticas) que tengan la totalidad como punto de partida y de llegada. En esta oportunidad, nos interesa compartir algunos elementos surgidos del estudio del documento del IV Congreso del PRT, lectura realizada con la decisión de volver a pensar la estrategia, aquí y ahora. El propósito es recuperar la indispensable práctica de debatir, de cara al activismo, entre compañerxs que, desde diversos puntos de partida y pertenencias orgánicas, estamos en la misma búsqueda.

 

¿Por qué el IV Congreso del PRT?

La primera razón de esta selección obedece a que, como organización política, tenemos una identidad y una perspectiva que referencia al PRT como la experiencia más alta de construcción revolucionaria en nuestro país. Junto a ello, encontramos en el IV Congreso del PRT, verdadero congreso “fundacional” de un partido revolucionario con una perspectiva de poder, una síntesis teórica y política de enorme valor. En primer lugar, por el método que se expone en el análisis. El punto de partida es la totalidad, categoría clave del marxismo tanto para el estudio como para la transformación de la realidad. Vale recordar que el propio Lenin, a la hora de definir qué era la conciencia de clase en un sentido revolucionario (la “clase para sí”) afirmaba, entre otros elementos, que era la conciencia de la totalidad.

La solidez teórica e ideológica que refleja el documento, muestra una forma de proceder que es urgente retomar: el estudio de los clásicos del marxismo, la lectura atenta de los aportes de quienes encabezaron procesos revolucionarios, el análisis de la realidad mundial orgánicamente relacionada con la realidad continental, nacional y local y las conclusiones políticas como corolario de todo el proceso. Por tanto, tomar este documento es una forma de recuperar la experiencia y pararnos sobre los aportes revolucionario más serios y decididos que se han realizado en nuestro país. No hay eclecticismo, tampoco cerrazón dogmática, por el contrario la solidez teórica se manifiesta en el modo en que desde una perspectiva ideológica clara y precisa se integran elementos y aportes novedosos.

Dicho método, además, tiene su correlato en la apuesta al tipo de organización que se busca construir. Cuando nos proponemos construir una organización política revolucionaria, asumimos el compromiso de sostener la construcción incluso estando en minoría. La defensa de las organizaciones que tanto cuesta construir es parte de ese método. Desde ya, que también aquí es indispensable la perspectiva de totalidad que permite discernir lo principal de lo secundario. La organización no es un fetiche ni una finalidad por fuera de su intervención en la lucha de clases. Si hay diferencias estratégicas, ideológicas y de identificación de qué es lo que hay que construir, es lógico y necesario que los caminos organizativos se separen. Pero cuando las diferencias son parciales, en aspectos que no son primordiales, el método de la clase trabajadora es mantener la unidad, nutrirse y enriquecerse con la profundización que permite el debate, llevar adelante las decisiones de la mayoría hasta que se vuelva a evaluar.

La determinación es parte del perfil de construcción del PRT que se expresa en este documento y que, sobre todo, se reflejó en la práctica consciente del partido y sus militantes y es un valor inestimable para cualquier lucha e irremplazable para una lucha revolucionaria. La disposición a poner el propio pellejo para probar las verdades, como decía el Che, es parte central de la ética combativa y revolucionaria.

En tiempos en que el progresismo hace llamados al consenso y repudia el “odio”, resulta clave recuperar el odio de clase, el odio a los explotadores y a su estado, a los expropiadores de pan y de futuro de millones de niñxs. Sin ese odio, no es posible vencer porque no será posible asumir una verdad demostrada una y mil veces por la historia: ninguna clase dominante, ningún sistema se suicida. Aun en descomposición o, mejor dicho, peor aun cuando se sabe asediada, cualquier clase dominante refuerza su violencia y profundiza la represión más inhumana. La violencia entonces de la lucha no es algo que pueda elegirse, sino que es parte de cualquier proyecto de subvertir un orden social basado en la explotación y la opresión.

El carácter prolongado de la confrontación también deriva del análisis de la realidad. La experiencia histórica demuestra que el imperialismo y las burguesías domésticas imponen esa condición.

Finalmente, pero no por eso menos importante, resulta ejemplificador el modo en que en este documento se hace una práctica revolucionaria de la autocrítica. Las carencias, errores y debilidades no se disfrazan de virtudes, no se atribuyen a factores externos. Con honestidad se analizan, se dan a conocer y se define con claridad qué es lo que se va a hacer para superar la situación anterior.

 

Los rasgos novedosos

La recuperación del documento del IV Congreso del PRT nos sirve también para identificar cuáles son los rasgos propios de la etapa actual que contrastan con la que analizaban lxs compañerxs en 1968.

En el capítulo III se dice que no hay una agudización de la contradicción interimperialista. Hoy, por el contrario, asistimos a diario a la exacerbación de esas contradicciones llegando a una guerra interimperialista que si bien no replica las formas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial muestra cómo potencias viejas y nuevas disputan una reorganzación del mundo para el capital. Recordemos que la guerra no es causa de las contradicciones, si no consecuencia de las contradicciones intercapitalistas agudizadas por la crisis mundial. La guerra en curso muestra que esas contradicciones han llegado a tal punto que no se pueden resolver en el mercado y por ello se resuelven con la violencia de la guerra, con la muerte, con la destrucción. En resumen, hay una reproducción ampliada de las contradicciones capitalistas que lleva a la guerra constituyendo una situación nueva.

Otra cuestión diferente es que en este momento es evidente que el agotamiento del sistema capitalista es mucho más agudo que en los años ‘60 y ‘70. Se expresa en las limitaciones estructurales que tiene hoy el capitalismo. La masa de sobrepoblación para las necesidades del capital arroja a una parte inmensa de la clase obrera a niveles de precarización, miseria y hambre que no existían en nuestro país.

La limitación estructural que se expresa en una profunda crisis ambiental es otro punto novedoso, en su extensión y magnitud. La crisis climática es una expresión de esa contradicción irresoluble dentro del capitalismo entre una producción orientada por la ganancia, que no reconoce límites, y la naturaleza. Sólo por mencionar algunos elementos: la descarbonización planteada ha sido desvirtuada y Alemania y China han vuelto al uso del carbón. Eso está provocando la situación climática que estamos viendo, en estos días: en el límite con Paraguay se ha llegado a temperaturas de 50º, las más altas del Planeta y todo esto da lugar a tragedias en las que son lxs trabajdorxs, lxs expropiadxs, lxs que cargan con la destrucción que promueve el capital.

Otro rasgo novedoso es el superendeudamiento. Si sumamos la deuda global de los estados, las corporaciones y de las personas, el volumen es 4 veces mayor al PBI mundial… una situación que en cualquier momento puede estallar y dar paso a una hecatombe monetaria internacional. Se está hablando de una recesión mundial. Lo mismo a nivel nacional. Son limitaciones estructurales al desarrollo capitalista que las tenemos que analizar muy profundamente.

Vinculado a ello, está la crisis de los estados que esto provoca. En el IV congreso se dice que no podemos esperar gran cosa de la movilización en las metrópolis. Acá tenemos una situación distinta en Inglaterra, en Alemania, en Italia, en Francia… en toda Europa hay grandes movilizaciones contra la carestía de la vida, contra el deterioro del salario. Colas de personas esperando para buscar un plato de comida. En EE.UU. Biden tuvo que salir con un decreto a frenar una huelga ferroviaria. La sindicalización crece. La inflación es un elemento de aceleración de la crisis y de agudización de las luchas. Todo esto redunda en la crisis de la Unión Europea y de los mismos estados europeos. Ni hablar de lo que ocurre en América Latina donde hay directamente rebeliones populares.

Es decir, en términos objetivos las contradicciones son mucho más agudas y crecientes. No obstante, también tenemos que analizar las relaciones de fuerza entre las clases. Y ahí tenemos importantes complicaciones. Hoy no tenemos una dirección continental revolucionara, muchos países que en los `60 estaban ensayando transiciones al socialismo han retornado al capitalismo, muchos procesos y organizaciones revolucionarias fueron desmanteladas por la represión, a nivel subjetivo el capital ha logrado instalar en amplias masas que es más factible que se termine la humanidad a que se ponga fin al capitalismo. Podemos pensar que la preeminencia que adquieren hoy las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas se explica también por el corrimiento del horizonte inmediato de amplias masas hacia una perspectiva revolucionaria.

Sin embargo, entendemos que estamos entrando en una nueva etapa con todos estos elementos que estamos planteando y, como se verifica también en la historia de los 60 y los 70, siempre la adecuación de las masas y de la vanguardia es tardía. La dictadura de 1966  abrió una etapa en el país. Pero los años 1967 y 1968 no fueron de mucha movilización. Recién en 1969 las masas se adecúan a partir del Cordobazo. Y el PRT empezó de verdad a construir una alternativa en 1970 con las definiciones del V Congreso. Hay una demora, un tiempo de adecuación a la nueva situación.

La vanguardia tiene que perfilar en la perspectiva que plantea el documento del IV Congreso en el capítulo V. El problema que tenía el PRT era haber nacido en el peronismo, eso le ponía limitaciones a la perspectiva de poder, pero eso se contrabalanceaba con el surgimiento del castrismo, del guevarismo. El PRT surge en el medio de esas dos grandes corrientes, de la corriente reformista del peronismo y del desarrollo del castrismo – guevarismo con una estrategia continental revolucionaria. Resulta importante actualizar el análisis de estas corrientes hoy y de otras que inciden en los movimientos de masas.

Hasta aquí unas primeras líneas que lejos están de realizar un análisis y recuperación completa del documento del IV Congreso y de su puesta en relación con las continuidades y cambios de hoy. Sirvan como un aporte a pensar la estrategia y a socializar una discusión que sabemos dialoga con lo que están pensando otrxs compañerxs.

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