Llegando a Andalgalá, entrevistamos brevemente a Guillermo Folguera, biólogo y filosófo, militante y uno de los impulsores del Festival Puentes de Agua.

¿Qué imaginás, qué imaginan quienes pusieron el cuerpo de una manera intensísima de este encuentro? ¿De dónde viene y para dónde imaginan que puede ir?

Primero, alegría. La alegría de encontrarse siempre con gente que queremos, que resisten, que se han organizado durante muchísimos años de diferentes maneras; no sólo para decir que no al proyecto minero, sino para decir que sí a un montón de cosas que cotidianamente hacen. Es la alegría, estamos literalmente entrando en este momento a Andalgalá, y es la alegría de encontrarse en uno de los lugares históricos de nuestro país, así como tantos otros lugares a lo largo y ancho del país han protagonizado luchas históricas y búsquedas históricas.

Esto nace, por un lado, como un festival. Una búsqueda de festejar la militancia y la resistencia, por unir. En particular, en este micro vienen subiendo personas de muchísimas provincias a medida que avanzamos, y al Festival se sumarán de otro montón de provincias. Y junto con el festival, reunirnos y pensar tanto diagnósticos, situaciones que nos están atravesando cotidianamente, como formas de repensarnos a futuro. Acá hablo en primera persona, creo que estamos en un momento en que necesitamos imaginar cómo vamos a avanzar futuros pasos, estrategias. En un contexto en el cual el extractivismo no sólo no retrocede, sino que amenaza con extenderse a lo largo y ancho de nuestro país.

Muestras de resistencia ha habido no sólo a nivel de localidades como el caso de Andalgalá o de Esquel, sino hemos tenido dos formidables muestras de cambio de escala de eso como el Mendozazo y el Chubutazo, provincias enteras, históricas, diciendo que NO a medidas que parecían tomadas. Por todo eso, estamos acá.

Reitero, ante todo, es una situación de alegría y de emoción.

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