Las próximas elecciones intermedias en la provincia de Jujuy del 11 de mayo son una evidencia más de la descomposición y la crisis del régimen político, en un escenario de profunda desconfianza hacia las opciones de candidatxs que en nada representan los verdaderos intereses del pueblo. La persecución ideológica y la criminalización de la protesta son los elementos que marcan la cancha.

A diferencia de otras provincias, en Jujuy el poder económico-político inscribió a sangre y bala su reforma inconstitucional y pudo hacer esto gracias a la alianza de todos los partidos burgueses contra la enorme protesta popular que se expresó en el pasado jujeñazo de 2023. La denuncia de la izquierda parlamentaria ha sido infructuosa a pesar de poner el cuerpo en la lucha enfrentando la represión junto al pueblo. Lo que no se podía saber en ese momento y hoy es un secreto a voces es la reconfiguración de los acuerdos que se fueron dando entre los actores políticos relacionados con el campo popular a quienes hoy podemos ver conformando “nuevas” opciones de urna frente a los partidos tradicionales. Estas opciones que se presentan como nuevas alternativas electorales no son más que reagrupamientos de fuerzas que supuestamente han participado en el proceso de la lucha contra la reforma.

Queda en evidencia que las múltiples opciones no son tales. A nuestro entender esto es el resultado de rupturas dentro de todo el arco político en decadencia. Además, es indudable la subestimación a la inteligencia del pueblo, ya que, en estas “nuevas” opciones, los actores son los mismos de siempre, pero reagrupados en diferentes espacios. Por lo tanto, el campo de la lucha política está enrarecido en la provincia y las volteretas, cambios de bandos y reacomodos están a la orden del día. A la hora de la participación política, los niveles de violencia y corrupción son altísimos, sumados a la militarización de la región por parte del gobierno nacional, lo que pone claramente en duda la aparente estabilidad institucional y alerta a todos los bloques patronales que, más allá de las supuestas disputas, constituyen un frente común de un proyecto que avanza en el saqueo y el extractivismo.

Por supuesto hay referentes más cercanos a la clase trabajadora y queda claro que hay opciones menos malas que otras. Pero precisamente eso es lo que más debería preocuparnos a la hora de pensar alternativas al despojo, la precarización y la miseria planificada. Estas situaciones generadas por el capitalismo no se resuelven en paritarias y mucho menos en las urnas. Podemos ver imágenes de ex militantes del PJ levantando el puño izquierdo mientras por lo bajo dicen que darán su “apoyo crítico” al rejunte de dirigentes “menos malos” ¿Se puede, acaso, confiar en dirigentes que ocultan sus “negociaciones” para proyectar el presente y futuro del pueblo de la provincia? Después de la experiencia de la lucha contra la reforma constitucional y el extractivismo, nada podemos esperar de las instituciones del estado burgués y su democracia liberal. No podemos poner ninguna expectativa en las elecciones.

Es muy evidente la atomización de las diferentes fuerzas políticas, tanto de derecha como de la izquierda parlamentaria y las que se autodenominan del campo popular. También puede palparse el desgano popular ante el acto eleccionario, que solo le sirve a la dirigencia y a los que hacen carrera con los cargos del estado. El pueblo ya sabe, porque lo aprendió a la fuerza, que sus intereses y necesidades no cuentan. Por lo tanto, es más que probable que la participación sea baja a causa de la desilusión en los dirigentes. Es en esas condiciones que la derecha logra un caudal de votos importante en la región norte del país, donde la clase acomodada y -lamentablemente- una pequeña parte de la clase trabajadora acomodada odia a los pobres porque tuvieron la osadía de querer opinar.

Es notoria la falta de propuestas serias. No se presentan planes o plataformas de gobierno o legislativas. Sólo predominan consignas sin sustento real y el pedido de una cierta cantidad de votos con el único propósito de reforzar una fuerza partidaria.

En el alejado escenario de Jujuy es muy difícil encontrar referentes que se sienten junto con la gente a pensar soluciones para lo que vendrá. Sin opción de disputa política, y mucho menos de poder, probablemente sea una elección de tercios en donde se verá un crecimiento de fuerzas como LLA y la vieja UCR que aún está muy presente.

Tengamos presente que es necesaria una alternativa verdaderamente disruptiva, que sea referencia popular, para la gente que está harta de la miseria y el abandono, del saqueo programado y de la discriminación hacia las comunidades de pueblos originarios, que está cansada de ver cómo las empresas chinas, canadienses, estadounidenses o israelíes se llevan los recursos estratégicos, que dejan nada más que contaminación y pobreza. Es imprescindible terminar con los privilegios del poder económico y político a través de la implementación de un programa que genere nuevas condiciones de vida para el pueblo trabajador, programa que sólo puede sustentarse con un poder verdaderamente popular en manos de los y las trabajadoras.

En definitiva, se trata de construir una fuerza que represente los legítimos intereses del pueblo, que recupere la experiencia de la legítima violencia popular en contra de la violencia del enemigo de la clase trabajadora. Una fuerza social revolucionaria cuya tarea sea capaz de organizar desde abajo la alternativa política y popular que termine con este sistema decadente, corrupto, hambreador y represivo que es el capitalismo.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí