A fines del año pasado, recibimos una denuncia de parte de una compañera hacia Sebastián Henríquez, por entonces militante de nuestro partido además de secretario general del SUTE de Mendoza. Bajo la premisa política y ética de creer en la palabra de la compañera, y de cualquier compañera que se atreve a denunciar violencias y abusos machistas, tomamos el tema. Poniendo en práctica el protocolo contra violencias machistas que construimos dentro de nuestra organización, iniciamos un proceso que culminó en la resolución unánime de parte de la instancia colectiva correspondiente la expulsión de Henríquez. Respetando la decisión de la compañera no dimos publicidad al caso, aunque sí nos encargamos de poner en conocimiento a las organizaciones y ámbitos de militancia en los que él transita.

Desde entonces, una vez más, vimos en acción el machismo: pactos de silencio, descalificación y aislamiento de la compañera, victimización por parte del victimario, justificación de las acciones del macho y puesta en duda de la voz y de la persona de la compañera. Para colmo, y esto es más grave aún, todo esto de parte de organizaciones y militantes que se reivindican de izquierda y afirman luchar por una transformación social. Hemos escuchado justificaciones basadas en que “esta denuncia le hace mal al sindicalismo antiburocrático”. Nuestra respuesta fue (y seguirá siendo) que lo que le hace mal al sindicalismo antiburocrático son las prácticas machistas, NO LA DENUNCIA FEMINISTA.

Ante el descrédito de su palabra, la compañera decidió presentar la denuncia en la justicia burguesa, para que el sindicato tuviera que dar una respuesta. A partir de eso, Henríquez fue separado de su cargo. Ni ella ni nosotres creemos en esa justicia que es parte de lo más corrupto del poder patriarcal. Henríquez contrató a dos abogados, uno de ellos con amplia experiencia en defender abusadores. La compañera no estuvo en condiciones de enfrentar las instancias de revictimización a las que expone a les denunciantes esa justicia. El resultado es que, en un tiempo récord, la justicia dictaminó el sobreseimiento hace unos días.

En campaña, Henríquez rápidamente salió a comunicar su “inocencia” y a exigir que con celeridad se levantara la suspensión. La dirección del sindicato, por mayoría, ha decidido su reincorporación al cargo de secretario general.

Frente a esta situación, sentimos la obligación de exponer lo ocurrido y de reivindicar una vez más que le creemos a la compañera. Que no nos sorprende el veredicto de la justicia patriarcal ni la complicidad activa de quienes hablan de feminismo, pero luego sacan la calculadora para ver cuánto les suma o resta tener una posición consecuente. Que no queremos machistas al frente de organizaciones que tienen que defender a la clase trabajadora. Que no naturalizamos que un machista dirija un sindicato con una composición inmensamente mayoritaria de mujeres. Creemos en las compañeras y compañeres que, a pesar de los costos personales y sociales que implica, se animan a decir “basta”.

Estamos convencides de que necesitamos sindicatos antiburocráticos, clasistas, y feministas. Porque el machismo divide a la clase. En ese camino estamos y seguiremos. Con decenas, cientos y miles de compañeras y compañeres que no se resignan a que el machismo sea algo a tolerar y menos aún de referentes.

 

Venceremos – Partido de Trabajadorxs

10 de junio de 2021

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A continuación, reproducimos carta de la compañera denunciante, recientemente emitida:

 

ACERCA DEL SOBRESEIMIENTO A SEBASTIÁN HENRÍQUEZ

Existen formas de ejercer violencia de género que no están tipificadas en el Código Penal como delitos.

También hay delitos, como el abuso sexual, que son difíciles de probar, porque ocurrieron entre cuatro paredes. E intentar ofrecer pruebas implica un proceso largo y doloroso de pericias, declaraciones, etc. que la persona abusada no siempre está en condiciones de transitar.

Que una persona que sufrió violencia de género decida que no puede afrontar ese proceso para probarlo ante la justicia no significa que el hecho no existió.

Acudir a la Fiscalía a denunciar representó, en ese momento, la posibilidad de pedir medidas de protección y de establecer redes de cuidado que ayudaron a lograr cortar el círculo de violencia.

Ni mentirosa ni loca ni vengativa: mujer que pudo poner en palabras la situación de violencia que transitó, que pidió ayuda y logró salir. Y que intentó -como pudo- visibilizar esas violencias para que otras no tuvieran que pasar por lo mismo.

La lucha es larga y se necesita cuidarse para continuarla. En eso estoy. En eso estamos, porque nada de esto hubiese sido posible sin tantas mujeres que me sostuvieron y acompañaron, a las que agradezco enormemente.

Y desde el cuidado, recobrar fuerzas y volver a en-red-darnos para seguir tratando de construir espacios libres de violencia machista.

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