Jina Mahsa Amini, mujer de 22 años, fue arrestada por la “Policía de Moral” del régimen islámico de Irán por llevar “mal puesto” el velo. En dos horas, las torturas que le propinó la policía del estado iraní dejó en coma hasta provocarle la muerte días después a Masha.

Desde que se conoció la noticia, la rebelión con protagonismo de las mujeres se ha extendido por Irán, en especial por la zona occidental en la que prevalece la población kurda. La represión y los ataques, como en cualquier estado opresor del mundo, se combinan con un discurso de deslegitimación de la justa rabia de las mujeres y oprimidos.

Lamentablemente, un sector de la izquierda y del progresismo en nuestro país se suma al coro del estado iraní denunciando que son “agitadores” financiados por el imperialismo, defienden al régimen capitalista, teocrático, patriarcal y misógino. Sin duda, como en cualquier lucha que pone en cuestión el orden establecido, el imperialismo yanqui y su secuaz europeo tienen sus propios planes (como restituir al hijo del Sha derrocado en 1978). Pero no es por eso por lo que están saliendo las masas a las calles enfrentando una represión que deja decenas de muertxs y cientos de heridxs.

Como feministas revolucionarias, repudiamos todas las expresiones de un feminismo liberal y eurocéntrico que en muchas oportunidades justifica ataques imperialistas en nombre de la civilización “occidental”. Pero eso no nos llevará nunca a hacer malabares para justificar con un relativismo cultural o con la preeminencia de una mirada desde los estados a un estado teocrático que se define islámico y que condena a las mujeres a ser una mercancía que no puede decidir sobre sí misma (una policía que se dedica a controlar y reprimir la vestimenta de las mujeres); un estado que niega a las mujeres la posibilidad de tener una participación autónoma (hasta los 40 años no tienen pasaporte, sólo por dar un ejemplo); en el que es legal y sin pena el “asesinato de honor” por parte de varones; en el que las niñas de 9 años pueden ser obligadas al matrimonio.

Nuestro marxismo latinoamericano, anticolonial de raíz, no puede más que sentirse parte de una lucha en contra de la imposición de una religión, una cultura, un idioma, no puede más que indignarse contra esas prácticas opresoras, sistémicas. No defendemos el sometimiento de otros pueblos en nombre de unidades nacionales basadas en la exclusión y en el apartheid, en la militarización y persecución.

El Che nos enseñó que la cualidad más linda de une revolucionarie es sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del mundo. Somos antiimperialistas porque somos anticapitalistas, luchamos por la revolución socialista y feminista en el mundo, apostamos al protagonismo de los pueblos y a su ejercicio del derecho a la rebelión y a construir su futuro.

Nuestro odio al imperialismo yanqui nunca será condescendencia o apoyo a potencias subimperialistas o aspirantes a imperialistas. Las disputas geopolíticas actuales no exponen ninguna alternativa revolucionaria y superadora de la barbarie en curso. Agudizadas por la severa crisis civilizatoria que atraviesa el capitalismo, esas confrontaciones en las alturas pueden ser el escenario que abre las puertas para la acción independiente de las masas, de los pueblos, de las, los y les trabajadores; de lxs parias de la Tierra.

Nuestra solidaridad es con los pueblos. La salida de este estercolero que es el capitalismo en descomposición vendrá por la rebelión de los pueblos y por su capacidad de construir aquí y ahora revoluciones socialistas y feministas. Nada está ganado de antemano, pero en las calles y barricadas de Irán son miles de mujeres y jóvenes, de personas ateas y religiosas, de integrantes de pueblos diversos que están creando la posibilidad de que ese futuro de dignidad nazca.

JIN, JIYAN, AZADI – ¡MUJER, VIDA Y LIBERTAD!

Venceremos – Partido de Trabajadorxs

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