Una masiva huelga docente que sale en rechazo de la flexibilización laboral y la eliminación de la capacitación en servicio. La reactivación de espacios asamblearios y la necesidad de movilizarse. En paralelo, les estudiantes irrumpen con sus reclamos: por viandas para estudiar sin hambre, contra las pasantías esclavistas, por condiciones dignas para aprender. El gobierno porteño acusa recibo y, temeroso de un desborde, recrudece su política de intimidación y persecución al movimiento estudiantil y sus familias. Es necesario forjar la unidad docente-estudiantil, superando a las conducciones burocráticas y apostando a la acción directa, por el camino de una rebelión educativa.

La docencia dice basta

Lxs trabajadorxs de la educación vienen padeciendo una sumatoria de maltratos que incluyen el atraso salarial (con sueldos cada vez más hundidos bajo la línea de pobreza) o el vaciamiento planificado de la obra social (ObSBA). Y, finalmente, la pretensión de Larreta y Acuña de eliminar la capacitación en servicio y dentro del horario laboral junto con los espacios de reflexión (jornadas EMI) y su reemplazo por jornadas de trabajo los días sábados. Esta última medida detonó en un rechazo que se extendió como reguero de pólvora en los lugares de trabajo. A la asamblea abierta oportunamente llamada por Ademys le siguió el llamado a paro para el día 22/09, al cual UTE, CAMYP y SADOP también se plegaron empujados por sus propias bases. El rechazo a esta medida que combina la eliminación de las capacitaciones en horario laboral y la flexibilización de nuestra jornada fue contundente. El paro puso sobre el escenario el hartazgo ante políticas de avance sobre nuestras condiciones laborales, pero además se dan en un marco de agobio laboral permanente que se vive en las escuelas porteñas, y que se suman a un escenario de carestía de la vida cada vez más intolerable. La necesidad de pelear y la posibilidad de ganar las calles quedó demostrada. Resta saber si la docencia podrá superar a las conducciones burocráticas, como la de UTE, y evitar sus maniobras para desmovilizar o verse desbordada. En tal sentido, es imperioso lograr darle continuidad a las acciones y tender a una manifestación masiva de la docencia junto al estudiantado en lucha. La renuncia de la ministra Acuña, un digno ejemplar de la decadente burguesía aporteñada, reaccionaria e ignorante, es una consigna que merece ocupar todas las pancartas. La asamblea de Ademys de este jueves 29 tiene la posibilidad de recobrar protagonismo en este sentido.

El piberío enseñando

Las tomas de escuelas secundarias cobran impulso. La ministra Acuña reaccionó ante las primeras iniciativas del estudiantado con amenazantes correos a las familias, aún cuando estas medidas eran solo una propuesta a debatirse en las asambleas. Lo que quiso ser una vacuna para curarse en salud, se terminó volviendo en su contra: los intentos de intimidar a familias y alumnxs generaron más bronca. Mientras la ministra denuncia a pibxs y familias ante una justicia adicta y se recuesta en los medios de comunicación que compra con su pauta, las tomas se multiplican: en una semana, pasaron de 2 a casi 25 las escuelas secundarias tomadas.

Los reclamos son simples: viandas suficientes y de calidad, edificios en condiciones, no ser mano de obra gratuita para el gobierno y sus empresas amigas… pero partiendo de estos emergentes, lxs estudiantes toman conciencia de que pueden ser sujetos que discutan qué educación quieren. Y al grito de «colegios en lucha porque Larreta no escucha» salieron a tomar escuelas, realizar pernoctes, abrazos y asambleas.

Esta lucha tiene el potencial de despertar en centenares de pibxs la vocación de pelear contra las injusticias que sufren, de rebelarse ante el conformismo imperante. Es una gran oportunidad para forjar en la lucha la conciencia de su fuerza como sector.

Unidad y determinación para la lucha

El desafío del movimiento docente y estudiantil es ganar las calles y enfrentar sin ambigüedades a los gobiernos que recortan cada vez más los presupuestos educativos y se arrodillan ante el FMI. Ni el gobierno porteño, en una explícita deriva hacia su expresión más reaccionaria, ni el gobierno nacional, pagador de una deuda inmoral y responsable de un ajuste estructural vergonzoso, tienen respuestas para el movimiento docente y estudiantil. La política macartista asumida ante los obreros del neumático y su enorme lucha desnuda cómo el elenco de oficialistas y opositores, de la mano de burócratas sindicales al servicio de los patrones, no vacila en posicionarse del lado del poder cuando las masas organizadas protestan.

En momentos donde la crisis castiga a nuestro pueblo y sirve para que el empresariado se enriquezca más aún, la unidad en la lucha es fundamental. Hacerla masiva y radicalizar sus métodos, ganando las calles de manera independiente, es el gran desafío.

En este marco, forjar una gran rebelión educativa es posible y necesario.   

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí