
LA ESENCIALIDAD DEL EXTRACTIVISMO EN EL SISTEMA CAPITALISTA
La construcción de la autovía que destruirá, entre otras cosas, las cuencas de agua de nuestra zona; los intentos frustrados de reforma de la 7722 en Mendoza; el actual proyecto 128/20 de zonificación para la megaminería en Chubut; todos los emprendimientos megamineros que siguen contaminando nuestra agua son parte de una política de gobierno, ajustada a las exigencias del capitalismo y sus necesidades de supervivencia a cualquier costo. El gobierno de Alberto Fernandez se apoya en la actividad extractiva y busca quebrar la resistencia popular de las provincias “antimineras”. Sólo como dato: el año pasado en el marco de las medidas de aislamiento obligatorio, la minería fue declarada esencial, lo que evidencia que éste es un sector estratégico para el capitalismo nacional y provincial.
Aquí en Córdoba, el extractivismo adopta las formas de monocultivos extensivos que utilizan agrotóxicos, y de mega obras públicas viales que destruyen ecosistemas enteros, expulsando a pequeños productores y habitantes rurales, con el objetivo de lograr una mayor renta de las tierras para el empresariado.
¿POR QUÉ EL CAPITALISMO TODO LO TRANSFORMA Y DESTRUYE?
El extractivismo es parte necesaria del capitalismo. Las crisis mundiales hacen que el capital busque nuevas formas de recuperar su ganancia (o plusvalía) y eso se traduce en básicamente dos cosas: la expansión a nuevos mercados o la intensificación de la actividad en donde ya operan. En este sistema las actividades económicas no están motivadas por necesidades sociales, sino por mantener las ganancias de empresarios. La novedad de que el agua comenzara a cotizar en el mercado de futuros es una consecuencia del descenso de la ganancia mundial capitalista: necesitan nuevas “mercancías” para seguir ganando. Los capitalistas, para no perecer, son capaces de vender el aire que respiran. Las crisis económicas en el capitalismo son recurrentes y cada vez más largas. No hay posibilidad de detener el extractivismo dentro del propio sistema que lo engendra y lo necesita para vivir y que devora la madre tierra.
LA LUCHA Y RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS.
Las luchas de los pueblos de Chubut, Jachal, Andalgalá, Punilla, Esquel y muchos otros que ponen el cuerpo para defender la vida, han logrado parar emprendimientos y siguen en pie de lucha. En muchos casos han conseguido legislaciones protectoras del ambiente y en otros defender las existentes, como en Chubut. Sin embargo, la voracidad del capitalismo que lucha por sobrevivir tiene al Estado como su principal herramienta; por eso vemos que
los pedidos de participación ciudadana, los amparos judiciales contra funcionarios o empresas, o todo mecanismo que desde el pueblo pueda generarse para apelar a la defensa del Estado, no puede más que fracasar. Tal como vemos en Chubut: en cuanto el capital necesita explotar un sector, todo el arco político se apresta a facilitarle la legislación pertinente. Para las organizaciones chubutenses son 18 años de un arduo trabajo de análisis, debates, recopilación, difusión de conocimientos y acciones amparadas en los instrumentos propios del Estado de Derecho y los canales institucionales de la legalidad en «Democracia», para intentar evitar la megaminería en el territorio. Sin embargo, como se evidenció rápidamente, los intereses empresariales y de los gobiernos nacional y provincial no están respetando ninguna de esas garantías democráticas. Lo mismo sucedió con la ley de Bosques en Córdoba, el proyecto debatido en el recinto no logró ser el consensuado entre las organizaciones del pueblo, sino el que las cámaras del campo impulsaron.
El papel de lxs funcionarixs del gobierno, oficialistas y opositores, la corrupción, el aval a los hechos represivos, las componendas y el nulo respeto a la voluntad popular que se ha expresado de manera masiva en contra el extractivismo ponen al descubierto la función del Estado y sus instituciones.
¿QUÉ ALTERNATIVA?
Los partidos verdes que surgen genuínamente de las luchas del pueblo no logran imponerse frente al poder de las multinacionales, porque utilizan las mismas herramientas democráticas que las clases dominantes no respetan. Estas experiencias, comenzaron a surgir en Europa en la década del 70 y no han evidenciado en el tiempo detener el avance de la frontera agropecuaria, de la megaminería, ni del Fracking, y no logran revertir ni aminorar la voracidad del ciclo capitalista. Experimentan un crecimiento por un tiempo para desaparecer en momentos de crisis aguda,cuando el capitalismo se decide a avanzar a como dé lugar.
Por eso, se hace necesario apostar a la organización popular y a la calle. Los pueblos que enfrentan el fracking, la megaminería y la sojización tienen el mismo enemigo. Es imperioso coordinar todas esas luchas con objetivos comunes para asestar un golpe profundo al capitalismo en su conjunto.
13-02-2021