El domingo 25 de octubre fue un día histórico para Chile y para las luchas de los pueblos de Nuestra América. Desde la dictadura de Pinochet en 1973 hasta la rebelión popular iniciada en octubre del año pasado, Chile había sido el “modelo” a seguir para el imperialismo yanqui, las derechas de nuestro continente, y también para corrientes que se dicen “progresistas”. Elogiaban su orden económico, pero se trata de un modelo donde se privatiza todo, la salud, las jubilaciones, la educación, la vida misma. Ese esquema se comenzó a quebrar por las luchas de muchos años del pueblo trabajador, que se reflejaron en experiencias desde el movimiento estudiantil, el pueblo mapuche, el movimiento de mujeres, en luchas obreras y populares. La rebelión iniciada en octubre sintetiza tantos años de lucha y de represión de cualquier reclamo popular en una consigna: No son treinta pesos, son 30 años.
El plebiscito es producto de una rebelión popular gigantesca que se prolonga hasta estos días, a pesar de la pandemia y de las maniobras del sistema político del país hermano, y sigue mostrando una enorme energía popular.
Se dejó al desnudo el “modelo chileno”, que se presentaba como el ejemplo de la aplicación exitosa de las “reformas neoliberales, acompañado por la alternancia en el Gobierno entre la derecha y la Concertación que respetaron la Constitución de la dictadura pinochetista.
Las clases dominantes chilenas, con larga experiencia en el ejercicio del gobierno, se vieron obligadas a retroceder ante la admirable energía de un movimiento popular que cuestiona todo, y con sectores juveniles y de los pueblos originarios que no dudan en enfrentar la saña represiva de los carabineros
En ese marco, el plebiscito constitucional había sido acordado entre el gobierno derechista de Piñera y las fuerzas que conforman el arco parlamentario, que han sostenido la “gobernabilidad post dictadura”.
En la convocatoria existían todos los obstáculos posibles para limitar la voluntad popular de las opciones Apruebo y Convención Constituyente (contra la maniobra de una Convención mixta, integrada por un 50% de parlamentaries en ejercicio). También es muy limitante la forma en que se realizan las elecciones parlamentarias en Chile, y que la aprobación de nuevas normas constitucionales debe contar con el respaldo de dos tercios de la Convención Constituyente. Contra esas limitaciones, seguirá luchando el pueblo chileno.
Superando estas limitaciones “institucionales”, el enorme triunfo popular significa un momento histórico para la lucha de las y los de abajo, un momento en el que se abren las “grandes alamedas”.
Un dato clave fue el incremento de la participación electoral del pueblo chileno. En Chile, desde la dictadura en adelante, la participación no supera al 50% del padrón en las elecciones presidenciales, y es muy inferior en elecciones parlamentarias y locales. Los datos oficiales indican que votó más del 51% del padrón nacional, muy alto para Chile, y aún muy inferior a la participación boliviana (donde en las recientes elecciones presidenciales votó más del 85% de la población). Seguramente el reciente triunfo del pueblo boliviano derrotando a la dictadura haya influido positivamente en sectores del movimiento popular chileno.
En el terreno de la lucha de clase, y no sólo en el las votaciones, se dirimirán en el tiempo que sigue las tensiones que quedarán abiertas: la posible continuidad gatopardista (cambiar algo para que nada cambie) encarnada no sólo por la derecha, sino también por las fuerzas de la Concertación y por una parte de la izquierda parlamentaria; y el debate abierto en el movimiento popular entre quienes son partidaries de reformas que moderan las enormes desigualdades, y quienes aspiran a marchar por un camino que revolucione el dominio del capital.
Después de las elecciones, nuevamente el pueblo chileno se manifestó masivamente en la Plaza de la Dignidad de Santiago, y en todas partes. Una vez más queda demostrado que ni la dictadura ni las traiciones y complicidades posteriores consiguieron apagar ese afán justiciero de la lucha popular en el que tantas y tantos empeñaron sus vidas, y que en estos nuevos tiempos de lucha vuelven a estar presentes.
No son treinta pesos, son 30 años
Chile despertó
¡Viva la lucha del pueblo chileno!
Frente Popular Darío Santillán
Marabunta – Corriente Social y Política
Movimiento de los Pueblos: Por un socialismo feminista desde abajo (Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional / Izquierda Latinoamericana Socialista / Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social / Movimiento 8 de Abril)
Venceremos – Partido de Trabajadorxs
26/10/2020