“Si la neoliberalización ha sido un vehículo para la restauración del poder de clase, entonces, deberíamos ser capaces de identificar las fuerzas de clase que yacen detrás de la misma y las que se han beneficiado de ella” David Harvey

 Como afirma el geógrafo marxista David Harvey el neoliberalismo implica un proyecto de clase por retomar las riendas del desarrollo del modo de producción capitalista. A partir del agotamiento del modelo de producción fordista, hacia la década del 70, las ideas neoliberales se han tornado hegemónicas a nivel global e implican un nuevo impulso a la acumulación de capital. Sin embargo, nuevos límites se manifiestan: resurgen las crisis de acumulación y los movimientos obreros y populares vuelven a ponerse de pie. 

En general cuando se habla de neoliberalismo se lo suele asociar a la noción de “modelo económico”. De esta manera se produce la falsa idea de que ante un gobierno que desarrolle otro tipo de políticas estatales podríamos hablar del fin del neoliberalismo. Incluso propuestas políticas progresistas suelen mencionar que están contra el neoliberalismo, y que hacia allí van a destinar sus esfuerzos. En este marco es fundamental comprender las características del neoliberalismo y sus raíces ya que se trata de confusiones que tienen graves consecuencias políticas. En primer lugar es importante señalar que el neoliberalismo es una etapa particular del desarrollo capitalista, es decir que mantiene y confirma sus elementos estructurales aunque también presenta diferencias con otros momentos históricos de desarrollo del capital.

Las últimas cinco décadas constituyen el marco que se reconoce como etapa neoliberal. Esta etapa surgió como una respuesta a los problemas que surgían del agotamiento de la etapa fordista y del Estado de compromiso en los países centrales, producto de la caída de las tasas de ganancia a nivel global y del aumento del precio del petróleo, lo que encarecía enormemente los costos de producción. El neoliberalismo como forma específica del liberalismo surge con el objetivo de aumentar los niveles de explotación de la clase obrera y de fortalecer los procesos de concentración industrial y bancaria, para, de esta forma, restituir los niveles de ganancia globales. Los principales mentores en términos teóricos se encuentran en las usinas de pensamiento económico de la Escuela de Chicago. Sus principales exponentes son Miltón Freedman y Frederich von Hayek. Sin embargo, la etapa neoliberal implica un proyecto de clase, una ofensiva de los sectores más concentrados del capital internacional por aumentar los niveles de explotación e iniciar un nuevo ciclo de acumulación.

En este sentido, el desarrollo de esta etapa se basó en una ofensiva del capital sobre el trabajo modificando fuertemente esa relación y también, en la transformación de los rasgos del Estado, en términos de la superestructura. La crisis de los petrodólares a partir del aumento del precio del petróleo por parte de los países de la OPEP, los avances en medios de transporte y de comunicación que permitieron desarrollar nuevos modelos productivos (como el traslado de sectores de empresas a países con una clase obrera superexplotada, denominado “deslocalización industrial”), las dificultades del sistema fordista para sostener los niveles de ganancia que fue reemplazado originalmente en la industria automotriz por el toyotismo y que luego se expandió a otras ramas de la producción, el desarrollo de un movimiento obrero organizado y con mayor conciencia que comienza a poner en jaque a todo el mundo hacia fines de los 60, y el avance tecnológico que incluye la computarización y la digitalización disminuyendo fuertemente la cantidad de mano de obra, son algunas de las causas que explican la urgencia de algunos sectores por llevar a cabo estas transformaciones.

Para poder desarrollar este modelo, era necesario que los Estados lleven adelante una serie de modificaciones al interior de los países. Era necesario reducir el gasto social aplicando el ajuste fiscal, desregular las actividades comerciales, privatizar las empresas estatales y los servicios públicos achicando la intervención y las funciones sociales. El neoliberalismo consistió en términos económicos en una serie de propuestas de reformas que se proponían liberalizar la economía, reducir la intervención del estado, disminuyendo paulatinamente (y a veces no tanto) todas las formas institucionales y jurídicas que garantizaban la satisfacción de demandas sociales y reconocían ciertos derechos a los sectores populares y la clase trabajadora. La flexibilización y la precarización laboral se convirtieron en la nueva perspectiva para la contratación de mano de obra. El desarrollo en las tecnologías de comunicación permitió nuevas formas de producción y nuevas formas de trabajo que se asientan en estos postulados y que adquieren su forma más extrema en los formatos de aplicaciones que vemos hoy en día.

En EE.UU. fue Ronald Reagan quién asumió el nuevo paradigma y en el Reino Unido Margaret Tatcher. Era necesario que los países subdesarrollados y en particular de América Latina limiten el crecimiento de sus movimientos obreros y que canalicen hacia sus sectores financieros el excedente de capital generado por los petrodólares en los organismos de crédito internacional como el FMI y el BM. De esta manera, a lo largo de la década del 70 los países latinoamericanos entraron en procesos de dictaduras que implicaron la represión abierta de los crecientes movimientos obreros y que aumentaron exponencialmente sus niveles de endeudamiento externo.

En América Latina, la dictadura militar de Pinochet en Chile fue la primera experiencia aplicada a nuestros países a base de sangre y fuego sobre la clase trabajadora. Además contó en su seno con varios economistas formados en la Escuela de Chicago que comenzaron a aplicar las políticas económicas neoliberales transformándose en el alumno más aplicado de ese organismo. En Argentina los procesos de liberalización fueron iniciados por la dictadura militar de 1976 y continuados por los gobiernos democráticos, siendo el gobierno del peronista Carlos Saúl Menem, a partir de 1989 quien aplicó las recetas del Consenso de Washington impulsadas por el BM y el FMI. El desastre social provocado por la aplicación de dichas políticas tendría su estallido en diciembre de 2001 producto de la continuidad y profundización desarrollada por la fuerza de coalición que se planteaba como opositora, la Alianza. Un ejemplo notorio de esta continuidad lo marca el derrotero del presidente del Banco Central durante la dictadura, Domingo Cavallo, quien fue formado en la misma Escuela de Chicago y quien fue asesor y Ministro de Economía durante los gobiernos de Menem y de De la Rúa. Los diferentes gobiernos de los países de Latinoamérica fueron cayendo bajo las orientaciones de la Casa Blanca y del FMI.

Sin embargo el desarrollo de esta etapa del capitalismo tiene como una de sus necesidades inmediatas el mantener a un movimiento obrero pasivo. El agotamiento de esta etapa comienza a verse en las profundas crisis nacionales e internacionales que aquejan al capitalismo desde hace algunos años. Al mismo tiempo el movimiento obrero comienza a levantarse. En nuestro país el Argentinazo marcó un límite, una ruptura, un nuevo despertar de los sectores obreros y populares y sentó las bases para combatir al neoliberalismo desde un nuevo lugar, fortaleciendo la organización y la lucha desde abajo.

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