DYN23, BUENOS AIRES, 02/09/2016, MANIFESTANTES EN LA AV 9 DE JULIO POR LA MARCHA FEDERAL. FOTO:DYN/JAVIER BRUSCO.

La corrida contra el dólar de los últimos días de agosto ha llevado a un nuevo pico a la crisis económica y política al gobierno de los CEOs y el FMI. El tiempo de luchar es ahora. Como cada momento crucial de nuestra historia, debemos ganar las calles para que Macri se vaya, desarrollar un programa de emergencia y poner en discusión las bases de nuestro país.

El descontrol de la situación económica

En la última semana de agosto, la crisis económica y política entró en una acelerada espiral. Luego de la primera corrida de abril que el gobierno pretendió resolver con un promocionado regreso al FMI, el dólar se disparó nuevamente y en unos pocos días perforó el techo de los $30 y de los $40. La actividad económica cayó un 6,7% en junio y la actividad industrial continuó su desplome cayendo 7,5% en el mismo mes. Las últimas mediciones ubican el desempleo arriba del 9% y el salario real ya ha perdido cerca de 10% en lo que va del año. Según los análisis menos pesimistas, ya se evalúa una inflación anual del 40%, una deuda externa que representa el 70% del PBI y un peso creciente de los intereses en el déficit. Después de haberla negado, luego de usar el eufemismo de la “tormenta”, la crisis le estalla en las manos al gobierno que se jactaba de generar la “confianza del mercado”. Ante la terca realidad, las respuestas oficiales fueron nuevos empujones en una caída que aún no ha tocado su piso.

El “mejor equipo de los últimos 50 años” respondió con sus discursos habituales, pero esta vez sólo atizaron la corrida. Tratando de frenar la fuga, el gobierno dilapidó reservas y subió la tasa de interés al 60%. Y, como era de esperar, corrió a suplicar al FMI un “perdón” y un adelantamiento de los desembolsos que corresponden a 2019.

La crisis política

Si bien la caída de la imagen presidencial ya tiene varios meses, en esta ocasión se profundizó con una decisión clara de “los mercados” (que no son otra cosa que bancos, grupos de inversión y capitales cuya naturaleza es la especulación financiera) y de “los medios” de soltarle la mano al que hasta hace poco era “su” gobierno. Ni siquiera la sobreactuación de armonía new age logró capear el temporal y las internas de la alianza Cambiemos ya se ventilan en los medios. La propia burguesía evalúa distintas posibilidades que van desde un recambio en el gabinete -en especial de hacer saltar como fusible a Marcos Peña-, hasta un adelantamiento de elecciones. Las páginas de Clarín y la pantalla de TN ahora muestran movilizaciones populares, represión policial y sus periodistas se despegan del macrismo.

El primer fin de semana de septiembre en la quinta de Olivos fue particularmente movido. En él se cocinaron las medidas tras la crecida del dólar, que se expresaron en los discursos -grabados y ensayados- de Macri y en la conferencia de prensa de Dujovne del lunes 3. En ambos momentos, aparte de una batería de eufemismos cínicos calcados, se anunció la implementación de “retenciones” (palabra que nunca fue enunciada públicamente) fijadas no en un porcentaje sino en una suma irrisoria de 4 pesos por cada dólar para productos no industrializados y 3 para los que sí (montó que irá diluyéndose a medida que suba el precio del dólar); se “sinceró” una inflación acumulada hacia fin del año por encima del 40% y se dejó planteada la entrega de migajas para los más humildes (AUH y jubilaciones) que tendrán un “refuerzo” en septiembre y diciembre. Sólo al pasar , Macri mencionó el pase a Secretarías de algunos Ministerios (que terminaron siendo 9, a saber: Ciencia y Tecnología, Salud, Ambiente, Energía y Minería, Turismo, Agroindustria, Trabajo y Modernización) constituyendo un desguace total y brutal, cuya expresión más clara es el despido de miles de trabajadores y trabajadoras, y por lo tanto menos derechos garantizados para el conjunto de la sociedad, siendo la eliminación del Ministerio de Salud una de las expresiones más crudas del impacto que este ajuste tendrá sobre el pueblo trabajador: menos recursos para hospitales, eliminación de vacunas, medicamentos, peor alimentación, mayores enfermedades y concretamente el incremento de la mortalidad infantil, hecho que ya registran las áreas pediátricas de varios hospitales del conurbano.

El oxígeno que, por ejemplo, las retenciones podrían permitir en las cuentas (si los sojeros no siguen especulando, dado lo absurdo del monto fijado) puede resultar en un resquebrajamiento de una base fundamental de la alianza Cambiemos: el agro de exportación. Vale recordar que en la última exposición, el presidente de la SRA Carlos Pelegrina se ganó el aplauso cerrado de su gente al declarar: “si sembramos con unas reglas de juego, vamos a cosechar con las mismas reglas. Que quede bien claro: ¡nunca volveremos a ser la variable de ajuste de un modelo que ya fracasó!” (pueden ver el discurso en la página de la Sociedad Rural Argentina: www. sra.org.ar fecha 28/07/2018)

Las variantes de la oposición

El peronismo llamado “razonable” con Pichetto y los gobernadores a la cabeza es co – responsable del desastre. Desde la votación a favor de pagar a los fondos buitres en adelante, han garantizado que el gobierno que no tenía mayoría legislativa pudiera implementar su programa de ataque al pueblo. El paseo mediático de Duhalde, el asesino de Darío y Maxi, hablando de la necesidad de un gobierno de coalición muestra que el sector más ortodoxo del peronismo se preparan para ser el recambio y cumplir su rol de garantizar el orden.

El kirchnerismo por su parte apuesta a un recambio electoral que prolongue el desgaste del macrismo y permita una candidatura de Cristina Kirchner. Sin embargo, el “hay 2019” supone postergar la lucha popular y que el saqueo descomunal contra el pueblo trabajador se extienda por más de un año. Sabemos que esta decisión dilatoria no representa la perspectiva de muchos y muchas que se identifican con el kirchnerismo y que no pocas veces superan en la práctica a las representaciones oficiales.

Ahora es cuando

Quienes vivimos o intentamos sobrevivir de nuestro salario, quienes hemos sido despedidos/as, quienes cobramos la jubilación mínima, quienes tenemos que sostener una familia con planes sociales miserables sabemos que la devaluación meteórica de estos días agrava la recesión, los despidos, el hambre para nuestros pibes y pibas, el desfinanciamiento de los sistemas de salud y educación públicos.

Aún no ha habido un hecho que catalice en tiempo y espacio el descontento creciente. Pero las históricas jornadas a favor de la legalización del aborto, así como las movilizaciones en todo el país en defensa de la universidad y la educación pública, por sólo mencionar las más masivas, indican que hay una disposición a pelear. La consigna de “Fuera Macri” se extiende. No son conspiraciones desestabilizadoras como quiere ver el gobierno. Es la situación creada por la propia política de este gobierno de ricos para ricos que ya no deja margen para la espera. Los y las trabajadoras y el pueblo pobre necesitamos derrotar a este gobierno. En diciembre pudimos frenar el “reformismo permanente” que impuso la reforma previsional pero no así la reforma laboral. Ahora es momento de ganar las calles, allí donde hemos conquistado históricamente nuestros derechos, para que este gobierno de CEOs y off shores se vaya, para derrotar el paquete antipopular de medidas del gobierno y el FMI. No tenemos dudas de que nuestro pueblo estará a la altura de su historia de lucha al momento de afrontar las batallas más difíciles que se avecinan. Debemos alimentar decididamente esa resistencia popular creciente para poner fin y para siempre al experimento de este gobierno de empresarios que vino a hambrear a nuestro pueblo. Con conciencia clara de que desde su misma toma de posesión, el gobierno viene preparando material y “moralmente” a las fuerzas represivas para responder a la conflictividad que ya está creciendo.

Asimismo debemos profundizar los esfuerzos en la construcción de una salida obrera y popular de profunda transformación social; que desde el protagonismo popular postule un pliego de emergencia frente a la crisis. El no pago de la deuda externa y la salida del FMI son las condiciones indispensables para solucionar la emergencia alimentaria, sanitaria y educativa de millones. Sin esas condiciones no se podrá empezar a reconstruir la economía nacional. Hay que recobrar la soberanía monetaria poniendo fin, a través del control de cambios, a la sangría de divisas. Asimismo, cambiar de modo radical la lógica de los recursos fiscales: los grandes exportadores (sojeros, mineros, hidrocarburíferos) son quienes deben estar obligados a liquidar divisas y recibir la mayor carga tributaria.

Para ello, necesitamos una mayor unidad del conjunto de la izquierda anticapitalista y socialista, en la perspectiva de construcción de una alternativa política de las y los trabajadores, junto a una política decidida de unidad de acción con quienes estén dispuestos/as a luchar por nuestros objetivos comunes. Si nos ponemos a la altura de este desafío, podríamos potenciar no sólo la resistencia, sino una verdadera alternativa de un nuevo país.

En esta perspectiva, desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs planteamos el adelantamiento para los próximos días del paro general anunciado por la CGT para el 25 de septiembre, convocado por todas las centrales gremiales con una extensión de 36 horas, cortes de rutas, piquetes y movilización a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país; y el sostenimiento de un plan de lucha unificado protagonizado por el conjunto de la clase trabajadora hasta derrotar el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI.

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