Usted se preguntará en qué consiste. El juego consiste en correr el límite hacia lugares que no sospechamos. El juego consiste en un folklore de riñas interburguesas, escenarios judiciales y allanamientos en el prime time. Los cuadernos de un chofer, fotocopias por doquier, cortinas de humo cuando las papas queman y el mango de la sartén también. Hablan uno, dos o tres chetos por tevé y riegan todo con kerosene. De rodillas al Fondo le piden que adelante la mosca y sus propios aliados –banqueros, financistas, empresariado -pierden toda la confianza. Corrida bancaria otra vez y el dólar que “se cae para arriba y una vez no pudo bajar después”, podría apostillar una vieja canción de la niñez. El salario por los pies. Las tarifas, la comida, el alquiler, no se llega a fin de mes. En la calle una familia, por diez, por cien, por diez, ya son miles en la calle, ¿cuántos más van a ser? Excusas, las de siempre: un túnel, la tormenta, la herencia de ayer. Metáforas cada vez más cínicas, con actores que se han convertido en la extravagancia de sus propios personajes, emisarios tristes de un sistema en decadencia. Por esta vez no han revivido al fiscal para bajarlo de nuevo, será mañana por pura mística, por cábala, por estupidez. Y mientras el carro pasa buscando algo más en el descarte, lleva arriba a sus pibes y pibas, apilados entre los restos del naufragio de otra clase, la que está conectada al cable, la que sueña pesadillas con caer. Pero, ojo, que este no es el reino del revés. Es el reino del derecho, bien derecho, como usted puede ver.
Por otro escenario o por el mismo, desfilan con una parsimonia acorde a los años y al índice panza/bistec, los viejos carcamanes de un sindicalismo putrefacto. Auspicios de paro estilo CGT, con las filas guardadas, para dentro de un mes. Parece ser que aún hay que dejarlos gobernar, incluso cuando las estadísticas señalan que la miseria creció, crece y crecerá. Y aparece, siempre aparece, entre opositores bien sentados en sus sillones, la esperanza de un 2019 a todo color, alianzas y retornos. Son la orquesta que toca cuando el transatlántico se hunde de proa. Parecería que el agua nunca les va a llegar al cuello. Parecería.
El juego consiste en correr el límite hasta que el frío y hambre le calen los huesos ¿Será este el costo de una confianza reinstalada en las instituciones del Estado burgués que paga la clase obrera y el pueblo con caro, carísimo interés? Dirá usted, ¿pero entonces qué? Así es la democracia. Así es. Una democracia respetable, dirá usted, que se fuga el trabajo de millones al extranjero, le pone nombre off shore, y después… que no es delito meterte la mano en el bolsillo, que no es. Pero si osás vender un sánguche en la calle te levantan entre nueve o veintitrés o más agentes de la ley. Una democracia que ahogó a un pibe por setenta y ocho días, la que mató a Rafael, la que con millones en la calle perpetuó el aborto clandestino. Sí, esa es. Una democracia en la que “los nadies cuestan menos que la bala que los mata”. Una democracia con muchas balas, con mucha tropa riendo en la calle, diría o cantaría quizá, usted. Esa tropa pidiendo pista para entrar en acción y desfilar coquetos tanques por la avenida, que hasta los genocidas condenados quieren volver. No serán nuevos milagros, ni salvatajes, ni recetas rancias.
No serán las expectativas en aquellos y aquellas que ayer contaban “sapos” y hoy “traidores”. De esas experiencias está minado el camino de liberación de los pueblos y de la clase trabajadora. De los callejones sin salida, de los ciclos perversos de endeudamiento y dependencia, ya conocemos bastante los y las laburantes. Las promesas del patrón y de sus representantes se aggiornan, pero el cinturón se ajusta siempre sobre los mismos y las mismas, las y los que no tenemos nada que perder. El plan de los empresarios y sus fieles defensores, incluso hoy, zozobrante y al garete, se reinventa si los trabajadores y las trabajadoras no construimos alternativas políticas, alternativas de gobierno, en definitiva alternativas de poder.
Si usted googlea la palabra helicóptero, la primera opción del buscador es “precio”, la segunda, “Macri”. Los algoritmos andan buscando un presagio, o un buen remate.