El contundente paro del 25 de junio arrancado por las bases a la tibia y dubitativa burocracia cegetista, a pocos días de conocerse el acuerdo con el FMI, manifestó el enorme descontento de la clase trabajadora con las políticas que viene desplegando el gobierno de Cambiemos. El protagonismo de la izquierda en las calles, haciendo activo el paro, fue el indicador de que ese es el camino para ir construyendo una resistencia que, recuperando los métodos de lucha históricos de la clase obrera, logre derrotar el paquete de políticas antipopulares.

Las y los trabajadores paralizamos el transporte, las escuelas y hospitales, las dependencias estatales y las fábricas, pero también el comercio y el resto de los servicios del país. Se trató del tercer paro general convocado por la CGT desde que inició la gestión Cambiemos. El primero había sido arrancado por las y los trabajadores el 7 de marzo de 2017 tras copar el palco al grito de “poné la fecha”. El segundo fue convocado a último momento, también por presión de las bases, frente al tratamiento de la reforma previsional el pasado 18 de diciembre. En esta oportunidad, la agudización del ajuste y el pacto con el FMI terminaron por empujar incluso a los sectores más conciliadores del sindicalismo a convocar a esta nueva medida de fuerza el 25 de junio. La contundencia del paro puso en evidencia cómo se ha extendido con fuerza en el pueblo trabajador el rechazo a las políticas de Cambiemos.

Prácticamente no hubo voces, ni desde los sectores más oficialistas, que pudieran negar la contundencia del paro. Los ministros del gobierno apelaron vanamente a distintos argumentos para intentar desacreditar la medida, desde “el paro no sirve para nada” de Triaca hasta el cálculo de Dujovne que declaró que el paro le “costó $29.000 millones al país”. Más allá de lo que digan sus voceros, desde Cambiemos saben de sobra que la contundencia del paro es reflejo de la bronca que crece en amplios sectores del pueblo trabajador y que, en este marco, una escalada en la conflictividad social no es favorable para sus expectativas de reelección en 2019. Por lo tanto, una vez pasada la medida, sus funcionarios reiniciaron conversaciones con los sectores más conciliadores de la burocracia para intentar evitar, o al menos postergar, nuevas medidas de fuerza.

El paro en las calles

Desde el día mismo en que se anunció la medida, tras caerse la mesa de negociación con el gobierno, la conducción cegetista aclaró explícitamente en conferencia de prensa que se trataba de un paro “sin movilización”. De esta forma, si bien el paro fue contundente, se perdió la posibilidad de movilizar a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, lo que indudablemente hubiese amplificado enormemente la potencia de la medida.

Así todo, en distintos puntos del país, sindicatos y sectores combativos y democráticos del movimiento obrero, organizaciones sociales y la izquierda, organizamos piquetes, movilizaciones y actos para expresar nuestra voz en el marco del paro general.

En Buenos Aires, por ejemplo, organizamos desde temprano piquetes en los principales accesos a la ciudad, de los que participamos desde Venceremos dentro de la Corriente de Izquierda Poder Popular. Más tarde, nos sumamos a la  concentración frente a las puertas del INTI y al acto en el Obelisco, del cual participaron delegaciones del SUTNA, la UF Oeste, Ademys, ATE Sur, seccionales opositoras de SUTEBA, una delegación de la Línea 60, delegados y activistas de distintos sectores, muchos/as de los cuales fueron parte del Encuentro del Sindicalismo Combativo del 23.

En Mendoza, por su parte, sindicatos de la CGT y ambas CTA convocaron a una importante movilización que reunió cerca de 10.000 trabajadores y trabajadoras, de la que también fuimos parte. En ella se destacaron la presencia del SUTE con una gran columna, la Bancaria, SATSAID, el Sindicato de trabajadores de Juego y Casino, el SITEA, FADIUNC, SADOP y organizaciones sociales como el FOL. Se repudió el acuerdo conel FMI, las maniobras de Cornejo para quedarse con el control de la Corte Suprema y se planteó la crítica situación que atraviesan las y los trabajadores de la provincia, donde la inflación ha superado en lo que va del año el 16%. Desde el palco, nuestro compañero Sebastián Henríquez, secretario general del SUTE, afirmó: “no tenemos otro camino que el de la lucha. El gobernador se tiene que hacer cargo de su fracaso. Lo único que logró es que tengamos la inflación más alta del país, los salarios más bajos y las situaciones más trágicas… por eso, el camino que tenemos es el de la huelga general, de los planes de lucha sostenidos…”. Y, para cerrar, convocó a la unidad de todos los gremios estatales para conformar un gran frente que pelee de forma unificada por la reapertura de paritarias.

También se produjeron cortes, actos y movilizaciones en Rosario, Bahía Blanca, Tucumán, Mar del Plata y Córdoba. Lo propio hicieron las y los trabajadores de Chubut que vienen sosteniendo un importante plan de lucha por reapertura de paritarias. En definitiva, en distintos puntos del país sindicatos combativos y sectores en lucha del movimiento obrero le pusieron color al paro y llevaron sus reclamos con fuerza a las calles.

Reagrupar al Sindicalismo Combativo

Dos días antes de la medida de fuerza, tuvo lugar un importante encuentro de trabajadoras y trabajadores en el microestadio de Lanús, fundamental para construir un marco de acción coordinada entre algunos sectores importantes del sindicalismo combativo y la izquierda. La participación fue nutrida, con cerca de 3 mil asistentes y entre los sindicatos convocantes estuvieron el SUTNA ; la Unión Ferroviaria seccional Haedo; AGD-UBA, ATEN Capital, Ademys y varios SUTEBA Multicolor, como la seccional Matanza; ATE Sur Lomas de Zamora y Alte. Brown- Pte. Perón. También fueron parte delegaciones asistentes de trabajadoras y trabajadores de prensa de Sipreba y choferes de la Línea 60.

Se trató, sin dudas, de un espacio de reagrupamiento necesario de una parte de la izquierda y el activismo gremial. Al calor del impulso de listas conjuntas en la CTA Autónoma, se vive un momento de confluencia de sectores diversos entre los que solemos compartir peleas reivindicativas y, en algunos casos, direcciones sindicales conjuntas.

Si este encuentro pudiera ser un punto de partida que se proponga interpelar a sectores más amplios del activismo sindical, si se propusiera erigirse en polo de atracción para comisiones internas, delegados y delegadas, sindicatos y  movimientos sociales que buscan una perspectiva de lucha; si se plantease como alternativa que exceda a sus propios convocantes, estaría realizando un enorme aporte a las peleas en curso y las que vendrán. Sabemos que el desafío es enorme y las limitaciones son concretas: es preciso superar el “delimitacionismo”, las imposiciones sectarias y autoproclamatorias que hegemonizan una parte importante del campo de la izquierda.

Como sostuvimos en nuestra declaración como Rompiendo Cadenas, corriente sindical que impulsamos y de la que somos parte junto a otras organizaciones y activistas independientes, nuestra perspectiva es la de “empujar desde abajo y estar en las calles toda vez que haya trabajadores/ as dispuestos a enfrentar el ajuste y exigir ¡Fuera el FMI! (…) Vemos de manera positiva y necesaria este reagrupamiento de una parte muy importante del sindicalismo combativo. Pero creemos necesario superar los límites del activismo presente, apostar a ganar las calles masivamente, lo que implica una tarea mucho más ambiciosa que delimitarnos de la burocracia. Necesitamos unidad de acción con independencia política para derrotar el ajuste, discutiendo en todos lados la necesidad de no darle la espalda a los compañeros y compañeras de los barrios, de incorporar la lucha por el aborto legal seguro y gratuito y todas las reivindicaciones de las mujeres, lesbianas, trans y travestis.”

Consideramos entonces que se ha dado un paso importante, pero sin lugar a dudas, y más aún luego del parazo del 25, es primordial la continuidad de este espacio. La ampliación dentro del sindicalismo antiburocrático hacia experiencias sindicales no necesariamente vinculadas de manera orgánica con partidos de izquierda, un mayor protagonismo de las bases y la coordinación en la lucha con sectores amplios de nuestra clase, son una posibilidad concreta para derrotar el ajuste de Cambiemos y el FMI en las calles.

La necesidad del plan de lucha

Por estos días, la cúpula de CGT se sumerge en su interna, que -de seguir lo anunciado- terminará definiendo una nueva conducción el 22 de agosto. Es sabido que los sectores de mayor peso, entre los que se cuentan los “Gordos” e “Independientes”, le han garantizado a Macri dos años y medio de tregua, evitando promover la movilización de las y los trabajadores.

Los efectos del acuerdo con el FMI ya se empiezan a sentir. Al día siguiente del paro nacional llegaron los 354 telegramas de despidos a Télam dando cuenta del desguace que el gobierno va a buscar hacer en todos los ámbitos públicos. En el mismo sentido debe ser leída la asfixia presupuestaria en Chubut que golpea directamente a los docentes y al conjunto de los y las trabajadoras estatales, que hace un mes están en huelga y han sido duramente reprimidos, siendo el primer ejemplo de lo que va a ser un ajuste general de recursos desde el Estado nacional a las provincias. También en este caso, la CTERA dió muestras de su dubitativo accionar, llamando a un paro nacional una semana después de los hechos y no de manera inmediata.

Por todo esto, aparece como tarea fundamental que desde los sectores democráticos y combativos del movimiento obrero sigamos aportando a la unidad de las y los que luchan, rodeando de solidaridad a los sectores que enfrentan despidos y pelean por aumento salarial, y empujando desde abajo para construir un sólido plan de lucha, como única vía para poner freno al ajuste y la entrega.

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