Se cumplen 57 años del asesinato en Bolivia de Ernesto Che Guevara, y, sin embargo, hoy su pensamiento y acción están más presentes que nunca. Es un contemporáneo del siglo XXI.  Decidido a enfrentar esta ofensiva mundial del capitalismo, de agónica sobrevivencia.

Asistimos a la descomposición del capitalismo y el imperialismo en una escala brutal. Se multiplican las guerras, el genocidio y la destrucción de la naturaleza. El capitalismo no tiene nada para ofrecer a la humanidad más que muerte, miseria y destrucción. Y ante esa realidad, se alzan la teoría y la praxis del Che para marcar un norte y también un camino. Una perspectiva clara de construcción de poder del pueblo que permita efectivamente construir otra sociedad.

El Che fue médico, guerrillero, teórico, dirigente de la revolución cubana y funcionario del gobierno cubano. Su pensamiento y sus aportes políticos, económicos y filosóficos no pueden escindirse de su praxis, que sintetizó una totalidad, un pensamiento y una acción revolucionaria. Su humanismo profundamente revolucionario, no puede ni debe escindirse de su absoluta claridad respecto del objetivo estratégico, la toma del poder por parte del pueblo para la construcción del socialismo.

Ya en 1917 la Revolución Socialista en Rusia mostró que el mundo estaba maduro para el socialismo, para reemplazar a un capitalismo en decadencia y descomposición. Estamos asistiendo al final de época de un régimen agotado: catástrofes financieras, ecológicas y ambientales, de producción, de guerras. A más de 100 años de la Revolución de los bolcheviques, se impone más que nunca la actualidad de la Revolución Socialista.

Y esta actualidad está en la agenda de hoy, como nota dominante de la época. Como totalidad, como sentido principal y conductor. Como finalidad de todas nuestras cuestiones diarias, donde no se escinde nada de lo personal respecto a la militancia revolucionaria y a todas las cuestiones teóricas y prácticas. Se puede estar de acuerdo con la Revolución Socialista, “que algún día llegará” dicen algunxs desde su comodidad, dejándola para un más allá que se aleja de la construcción real de una alternativa verdaderamente revolucionaria. Esa alternativa que existió en nuestro país y nuestro continente en la década de 1970 y que debemos recuperar frente a la confusión y las falsas alternativas del mal menor y las luchas institucionales que nos llevarán nuevamente a los callejones sin salida.

Decía el Che: “En las fuerzas progresistas de algunos países de América existe una confusión terrible entre objetivos tácticos y estratégicos; en pequeñas posiciones tácticas se ha querido ver grandes objetivos estratégicos. Hay que atribuir a la inteligencia de la reacción el que haya logrado hacer de estas posiciones ofensivas el objetivo fundamental de su enemigo de clase. En los lugares donde ocurren estas equivocaciones tan graves, el pueblo apronta sus legiones año tras año para consultas que le cuestan enormes sacrificios y que no tienen el más mínimo valor. Son pequeñas colinas dominadas por el fuego de la artillería enemiga.

Una colina parlamento, la colina legalidad, la colina huelga económica legal, la colina aumento de salarios, la colina constitución burguesa, la colina liberación de un héroe popular… y lo peor de todo es que para ganar estas posiciones hay que intervenir en el juego político del estado burgués y para lograr el permiso de actuar en este peligroso juego, hay que demostrar que se es bueno, que no se es peligroso, que no se le ocurrirá a nadie asaltar cuarteles, ni trenes, ni destruir puentes, ni ajusticiar esbirros, ni torturadores, ni alzarse en las montañas, ni levantar con puño fuerte y definitivo la única y violenta afirmación de América: la lucha final por su redención.

Contradictorio cuadro el de América, dirigencias de fuerzas progresistas que no están a la altura de los dirigidos, pueblos que alcanzan alturas desconocidas, pueblos que hierven en deseos de hacer y dirigentes que frenan sus deseos[1].

 

 

Pero si consideramos la Actualidad de esa Revolución Socialista, su imperiosa necesidad, nuestra militancia será muy distinta.

Y el Che nos trae permanentemente esa Actualidad. Por eso su pensamiento, su marxismo latinoamericano, su praxis revolucionaria, son una fuente inagotable para pensarnos a nosotros mismos. Esta actualidad de la Revolución Socialista, expresada en las palabras y gesta del Che, nos trae a nosotros, tan atribulados por los aconteceres del presente, una esperanza que no es una vana ilusión. Que es un análisis profundo de la necesidad, pero también de la plena posibilidad de la realización de una revolución socialista.  Y el Che estaba pleno de esta pasión esperanzada, y también de la convicción y el estudio serio de los escenarios y relaciones de fuerza, de la agonía ya probada del capitalismo.

Y es que tenemos que enfrentar esta cultura mezquina e individualista que nos imponen donde lo posible se achica día a día, donde nos quieren convencer de que no hay más alternativa que elegir el mal menor y reducirnos a meras metas individuales de difícil acceso.

El Che nos enseña que se puede mucho más si confiamos en lo colectivo, en lo movilizador y en la fuerza de la moral y de la ética. En la fuerza arrolladora de la mujer y el hombre nuevos. Y también, decimos hoy, de todas las identidades diversas que construyen una humanidad más plena. La esperanza guevarista en la Revolución tiene que ver con la fuerza de la conciencia y la organización colectiva. Que extienden lo posible al proyecto de realidad plena del ser humano y la naturaleza viviente.

Con todas las fuerzas de la historia, con toda la filosofía y la praxis del Che en nuestro acervo, construyamos de una vez por todas para Nuestramérica el sueño de la Patria Grande Socialista.

Carlos «Vasco» Orzaocoa; Córdoba, octubre de 2024

[1] Táctica y Estrategia de la Revolución Latinoamericana.

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