En las elecciones legislativas del 14 de noviembre, votamos críticamente las listas del Frente de Izquierda y lxs Trabajadores-Unidad (FIT-U). Antes, durante y después de las elecciones, llamamos a redoblar la lucha en las calles, sindicatos, lugares de estudio y de trabajo en la más amplia unidad contra el FMI, el pago de la deuda y desde la independencia política de lxs trabajadorxs.

 

La crisis política derivada de las PASO de septiembre trasladó a ese escenario los cimbronazos que se vienen dando en el plano económico. Nuestro país se encuentra hundido en la pobreza, azotado por la inflación y la precarización laboral. La reactivación de algunas áreas de la economía en poco incide en los índices de pauperización y deterioro del salario real. El gobierno nacional encabezado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner ha asumido una serie de políticas demagógicas a partir de su dura derrota electoral, como la elevación del piso para tributar Impuesto a las Ganancias o la irrisoria cifra de aumento al Salario Mínimo pactado con las burocracias sindicales a $32.000 en octubre… lo que equivale a menos de la mitad de lo necesario para que una familia no sea pobre. Esto se contrapone a los beneficios que el sector empresarial sigue recibiendo, tanto en subsidios como en permisos de giro de utilidades, políticas que en ambos casos se amplían. A su vez, los discursos oficiales de un sector del Frente de Todos se permiten críticas al FMI mientras como fuerza política gobernante se siguen abonando millonarias cifras por vencimientos de intereses (más de u$s 3.800 millones desde 2020). La reciente gira presidencial por Roma donde se participó de la cumbre del G-20 y se mantuvieron reuniones con altos mandos del FMI tuvo ese espíritu: negociar las condiciones en que Argentina pague una multimillonaria estafa, esto es, aspirar a lo sumo a estirar los plazos y reducir algunas tasas… pero pagando. La “propuesta soberana” del oficialismo peronista consiste en criticar al endeudador de Macri, pero pagar íntegramente; garantizar la cancelación de esa deuda basada en la usura, la fuga de divisas y los negociados financieros; aceptar las exigencias del FMI (mayor ajuste fiscal, reformas estructurales como la laboral o jubilatoria) y seguir condenando a la miseria al pueblo.

En semejante escenario que combina una elevada pauperización y la falta de respuestas a problemas inmediatos, una parte de la población que fue su base electoral le dio la espalda en las urnas al actual oficialismo. Parte de esos votos los cosechó la derecha, con un leve reposicionamiento de “Juntos” y con el surgimiento de variantes más reaccionarias aún como las de los ultraliberales Espert y Milei, especialmente en la zona del AMBA. También la izquierda del FIT-U logró captar una parte de ese descontento, aunque no muy alta en cuanto al caudal de votos.

 

Un voto crítico al FIT-U

Las fuerzas de la izquierda trotskista que hegemonizan el campo político parlamentario y confluyen en el FIT-U vienen desarrollando una campaña que tiene como puntos destacables ser la única expresión electoral que rechaza abiertamente el pago de deuda externa, repudia al FMI o denuncia desde el Congreso el ingreso de tropas yanquis para la realización de “ejercicios conjuntos”, como ha ocurrido recientemente. Integran sus listas luchadorxs que ponen en práctica que lxs dirigentes políticxs ganen lo mismo que lxs laburantes. Su plataforma contiene elementos programáticos y reivindicativos que ampliamente suscribimos todxs quienes nos reivindicamos marxistas. El ingreso de luchadorxs al parlamento y la representación de la izquierda allí puede ser progresiva, por eso llamamos a votar a sus listas. No obstante, no podemos dejar de señalar fraternalmente las diferencias con muchas de las concepciones de estas fuerzas políticas, que privilegian el terreno institucional-electoral, y consecuentemente no practican una denuncia sistemática en su campaña a las instituciones burguesas. La sobreestimación de la lucha electoral hace que sus fuerzas tampoco hayan desplegado todo su poder de movilización en las calles y mediante la acción directa, sobre todo en los preludios de los comicios. Esta política, que en el FIT-U viene privilegiando el terreno institucional, se combina con una crítica corrosiva hacia escenarios como la revolución cubana o el proceso bolivariano, o una valoración que tiende a subestimar las rebeliones populares en Nuestra América, como Chile, Ecuador o Colombia. Esta contradicción entre cierta ortodoxia de los análisis sobre los procesos latinoamericanos con una praxis en lo local sumamente flexible, nos ubica muchas veces en análisis divergentes aún dentro de la izquierda marxista.

Reconocemos en el FIT-U una experiencia importante en lo electoral, pero no exenta de prácticas expulsivas, y que solo en contadas ocasiones tradujo los avances en ese escenario a una organización unitaria de la clase en sindicatos, lugares de estudio o movilizaciones callejeras.

 

Nuestro presente es de lucha

Que la bronca del voto se exprese votando al FIT-U. Pero que esa bronca no se quede en el voto. A la derecha reaccionaria que pretende acaparar parte del descontento popular con un discurso pretendidamente contestatario pero mentiroso, no sólo hay que desenmascararla en los debates, sino enfrenarla en las calles. A su vez, necesitamos construir un amplio movimiento de rechazo al pago de la deuda externa que exprese también en las calles nuestra oposición al ajuste. Por una unidad de acción que supere la actual fragmentación y nos permita mayores niveles de movilización, de intervención en los sindicatos, en los barrios, en el movimiento de mujeres y disidencias, en los lugares de estudio. Por el camino de las rebeliones populares en Nuestra América. Por un gobierno de la clase trabajadora, única posibilidad de poner en pie una alternativa contraria al saqueo del FMI, a la devastación del extractivismo, a la explotación capitalista y a las múltiples opresiones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí