En una reunión mantenida entre representantes de la CTERA y las entidades nacionales docentes con el Ministro de Educación, se rubricó ayer viernes 26 de febrero el acuerdo marco entre los sindicatos y la patronal. Se pautó un aumento en cuotas del salario docente a nivel nacional que arroja un 34,6% como suma de tres cuotas que se completan en septiembre. El salario docente llegaría así a $37.000 dentro de cinco meses: una cifra que mira muy por detrás a las mediciones oficiales del INDEC para arribar a una canasta básica, hoy en $56.500. En una reunión en que se convalidó el regreso anticipado a clases presenciales y se avaló un salario que lejos está de “ganarle a la inflación” el gran ausente vuelve a ser el protagonismo de la docencia en la toma de decisiones.

 

El salario del miedo   

Ya se hace costumbre: las y los afiliados se enteran por televisión de una negociación que, en gran medida, regirá el rumbo de su difícil subsistencia durante el año. A lo acordado en materia salarial hay que añadirle el acuerdo previo con el cual CTERA avaló el regreso a las clases presenciales sin ningún tipo de resguardo, como en la práctica se está llevando a cabo en varias jurisdicciones, empezando por CABA. Pese a las declaraciones altisonantes de algunxs de sus dirigentes, sobre todo emitidas con anterioridad a la conferencia de prensa conjunta de Nicolás Trotta y Soledad Acuña en la capital porteña, la central mayoritaria no realizó acción alguna en defensa de la salud de miles de sus representadxs. Muchxs de sus propixs afiliadxs se ven en la obligación de asistir a escuelas deterioradas y sin ventilación, sin haber recibido la vacunación, yendo a trabajar pese a tener familiares con comorbilidades y sin dispensas para el cuidado de hijxs. La pirotecnia verbal contra Larreta, Acuña y su vuelta a clases a mediados de febrero fue sustituida por un tímido pedido de cumplimiento de un protocolo tan poco seguro en su letra como de escasa aplicación en la realidad. Si a esto se le añade la miseria salarial pactada, el escenario parece difícil de empeorar.

Todo esto, es necesario reiterarlo, fue acordado nuevamente sin la participación de lxs afiliadxs ni deliberación alguna entre la base en las escuelas.

 

Algunas cuentas sencillas para no llevarse Matemática a marzo

La CTERA, la mayoritaria entre las 5 entidades nacionales (las restantes son UDA, AMET, SADOP y CEA) presenta como un logro la cifra pactada: un aumento salarial del 34,6% en tres tramos. Recordemos cuál es el punto de partida de ese porcentaje, de por sí alejado de mediciones que proyectan una inflación para este año por encima del 40%. El salario inicial a nivel nacional para un docente es de $27.500 desde diciembre. Vale decir que se trata de un sueldo que incluso trabajando dos cargos (algo que no es posible en todas las jurisdicciones) tampoco llegaría a cubrir la canasta de bienes y servicios para una familia tipo que describe el INDEC, ubicada en $56.500 por el organismo oficial, pero situada por técnicos de su Junta Interna en más de $85.590. Si comparamos estas cifras salariales pactadas, que ya hoy son obsoletas en varias jurisdicciones, con las que recibe un trabajador bancario (cuya paritaria fue menor en términos porcentuales, con un 29%) el sueldo docente representa menos de un tercio. Así, unx docente ganará en marzo inicialmente $31.000, mientras que unx bancarix obtendrá no menos de $96.800, por poner un ejemplo.

La definición de la Federación Aceitera, cuyo parámetro para discutir paritarias es el del Salario Mínimo, Vital y Móvil real, que resume las necesidades de una familia obrera, muestra ser cada vez más un norte necesario para salir de la encerrona de porcentajes que perpetúan ingresos bajísimos.

 

Sindicatos de lxs trabajadorxs: ni de los gobiernos, ni de los patrones

La central dirigida por Sonia Alesso y Roberto Baradel, encolumnada hasta la obsecuencia con el actual gobierno nacional, se esfuerza por presentar como logros lo que no pasan de ser parte de una escenografía. Exhiben desde CTERA en su comunicado oficial que en el primero de los puntos del Acta Paritaria, que ni siquiera han publicado completa hasta ahora, se resalta “El reconocimiento a maestras y maestros, a profesoras y profesores, equipos de dirección y supervisión, y a la comunidad educativa toda, siendo la escuela un ámbito insustituible que la sociedad en su conjunto ha revalorizado, destacando que las trabajadoras y los trabajadores de la educación han transitado -y continúan transitando- esta etapa de pandemia con un compromiso permanente e inclaudicable”. Lamentablemente, esa felicitación verbal no tiene un correlato en el resguardo de las miles de trabajadoras docentes, empujadas a ir a dictar clases a escuelas semiderrumbadas, repartiéndose entre la labor y las tareas de cuidado, sin haber recibido la vacunación y viéndose forzadas a una precipitada presencialidad escolar que sirve principalmente para transformar a las escuelas en guarderías.

La paritaria firmada por las centrales consagra nuevamente un salario de miseria. Pero fundamentalmente cede ante las presiones para que la docencia y la escuela asuman el papel de auxiliares del aparato productivo en beneficio del empresariado, relegando a nuestra rama a tareas de cuidado de niñxs y sin el menor amparo para nuestra salud. Nada se garantiza sobre licencias para madres y padres; nada para docentes con familiares de riesgo; nada para evitar los contagios que van precipitándose ante una vacunación que no llega, y que sí se ve desviada para amigos del poder y clínicas privadas, de ambos lados de la “grieta”.

La independencia política de lxs trabajadorxs se muestra como una necesidad palpable. Para no depender de direcciones que se subordinan sin sonrojarse ante gobiernos que nos empujan al contagio para garantizar que la rueda del capital siga girando, necesitamos salir a pelear pero además plantearnos la superación de esas experiencias organizativas burocráticas.

Este 1 de marzo, distintas jurisdicciones darán pelea a pesar de estas direcciones que pactan por encima de nuestra salud y dejan en el subsuelo nuestros ingresos. En CABA, Ademys sostendrá una jornada de paro y movilización junto con seccionales antiburocráticas de Pcia. de Bs. As. Los SUTEBA de oposición a la Lista Celeste sostendrán 48hs de paro, como en Bahía Blanca, Tigre y Matanza, entre otras seccionales. La oposición en ATEN marchará en un frente de lucha amplio a la legislatura en Neuquén Capital, en una semana donde habrá medidas de fuerza extendidas. También la oposición al oficialismo de la UEPC en Córdoba se movilizará denunciando la vuelta a una presencialidad sin recursos ante una burocracia local que trata de pactar. Habrá, además, paro en Mendoza de la mano del SUTE, y jornadas de lucha con paros y movilizaciones en Misiones, Tucumán, Santa Cruz, Rosario, Tierra del Fuego, La Pampa y Catamarca. Aquello que la CTERA no quiere unir y deja librado a su suerte, emerge pese a su intención de garantizar la “paz social” ante el gobierno nacional y sus expresiones locales.

 

El desafío de mostrar una alternativa ante las direcciones que claudican es grande. Pero las graves consecuencias de la pandemia y la crisis económica en curso imponen encarar esa tarea con urgencia.

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