El déficit habitacional en nuestro país (y en la mayor parte del mundo) es un problema estructural que el capitalismo arrastra desde hace décadas y que posee como base la creciente desigualdad social, el modo de producción agropecuaria y la concentración de la tierra que expulsa millones de personas del campo a las periferias urbanas y la especulación inmobiliaria que mantiene decenas de miles de casas vacías mientras una enorme porción de la población se hacina en barrios precarios. Si bien el problema no es nuevo, parecería que muchos se han enterado de su existencia desde el estallido de la pandemia de Covid, de pronto las villas y asentamientos (o “barrios populares”, como ahora la prensa gusta de llamarlos para que no suene tan mal) han tomado la pantalla de los grandes medios para explicarnos que allí es más difícil evitar el virus, y que, por lo tanto, su población se encuentra en mayor riesgo. La novedad en realidad no es nada novedosa, que la población que habita estos barrios vive de forma riesgosa lo sabemos desde hace tiempo, y no por el Covid, los motivos abundan, y abundan desde siempre: Servicios inexistentes, calles de tierra que se vuelven intransitables cuando llueve, hacinamiento, construcciones precarias y una lista que se extiende. Hoy el Covid ha visibilizado esta problemática como nunca antes, y lo ha hecho cobrándose miles de vidas, la pregunta que queda hacia adelante es ¿aprendimos algo? Buscando la respuesta entrevistamos a dos militantes del FOL (Frente de Organizaciones en Lucha), organización social con amplio trabajo en decenas de villas y asentamientos en todo el país. Sebastián Zubizarreta (militante de la Villa 1-11-14) y Diego Mauro, (integrante de la organización en Neuquén). Esto nos dijeron
V-PT: Durante los primeros meses de cuarentena fue noticia diaria la situación de las villas de capital y algunas del conurbano, como Villa Azul e Itatí, luego dejó de hablarse del tema en los medios. ¿Como está la situación sanitaria actualmente en estos barrios?
Sebastián Zubizarreta: En las villas de Capital, principalmente en la 31 y la 1-11-14, la situación fue y es preocupante, hay miles de personas contagiadas, más de 3 mil positivos confirmados en la 1-11-14 y en la Villa 31 los testeos serológicos indican que la mitad de sus habitantes estuvieron en contacto con el virus. La situación de precariedad de estos barrios es completamente contrapuesta a los recursos presupuestarios con los que cuenta el gobierno de la ciudad para intervenir allí. La ciudad de Buenos Aires es la ciudad más rica del país, incluso cuenta con préstamos en dólares del Banco Interamericano de Desarrollo. Es inexplicable que con esos recursos estos barrios continúen en la situación en la que están, donde al hacinamiento se suma la falta de servicios, en la propia Villa 31 y en plena pandemia un amplio sector del barrio estuvo sin agua durante más de 10 días cuando los principales consejos para combatir el virus son la higiene y el lavado de manos. Esta situación fue denunciada por la propia Ramona Medina, vecina de la villa y activista social que falleció de Covid días después de hacer pública la situación del barrio.
Diego Mauro: La situación en el resto del país es similar a la de CABA y conurbano, incluso peor. En la provincia de Neuquén la situación es bastante complicada, si bien no es de las provincias más grandes hemos tenido muchos contagios e incluso una situación de circulación comunitaria del virus en algunos departamentos. En algunas localidades periféricas a la ciudad de Neuquén, como Centenario y Plottier nunca existieron, en los barrios populares, testeos como deben hacerse, solo después de mucho tiempo y gracias a la presión que ejercimos las organizaciones sociales logramos que se atienda la situación, pero incluso en ese momento los “testeos” se limitaron solo a tomarle la temperatura a la gente. La dejadez del estado en este aspecto fue tal que incluso toda la primera plana del Sistema de Emergencias Médicas de Neuquén fue removida luego de que denunciaran no tener condiciones para afrontar la pandemia en los barrios populares.
La situación habitacional en la provincia es muy deficiente, faltan más de 70 mil viviendas, para darse una idea de esto vemos que solo en Neuquén capital se llevaron a cabo tres tomas de tierras a principios de este año. A esto se suma la falta de servicios básicos, incluso en una provincia petrolera y gasífera como esta la falta de gas y electricidad para calefacción es alarmante, a tal punto que la sobrecarga de tensión y los accidentes trágicos consecuencia de ello, como el incendio de casillas, son habituales. Lo mismo pasa cuando llueve mucho, ya que la tierra es arcillosa y se generan muchas complicaciones, estos problemas y todos los referidos a viviendas precarias en una provincia patagónica son cotidianos, hasta se han naturalizado y el estado no hace mucho más que generar parches ocasionales
V-PT: ¿con esta crisis los funcionarios han comprendido que se necesita trabajar seriamente y estructuralmente en el tema? ¿Se ha sentado el gobierno a elaborar planes a largo plazo para la construcción de planes de vivienda para todos los que las necesiten?
S.Z.: Debemos decir que al comienzo de su primera gestión, hace 5 años, Rodríguez Larreta buscó tener una actitud proactiva para con la villas de la ciudad, se realizaron obras con mayor o menor éxito, pero ya este año el presupuesto para el sector se redujo en 2400 millones de pesos, y el primer trimestre de 2020 ese mismo presupuesto reducido además se sub ejecutó, por lo tanto lo que se observa es que viene habiendo un descenso en cuanto a los recursos destinados a urbanización, a construcción de viviendas, a obra pública, a infraestructura, etcétera. Al día de hoy no sabemos si existen planes integrales para solucionar esta problemática de forma estructural en un mediano o largo plazo, pero teniendo en cuenta el dato de la baja presupuestaria, el dato de que aun contando con recursos millonarios el gobierno porteño nunca a priorizado el sector, incluso privando a las decenas de miles de familias que viven en las villas de los servicios más básicos como el agua, y si a esto le agregamos otros datos destacables, como por ejemplo que el funcionario al frente de la Secretaría de Integración Social es Hugo Fernández, un hombre con cuantiosos recursos propios que incluso es acreedor de BlackRock, uno de los principales fondos tenedores de deuda Argentina y el mayor administrador de fondos del capitalismo occidental, las expectativas que tenemos al respecto no son las mejores.
D.M.: No parece que los funcionarios hayan abierto los ojos, cuando desde las organizaciones sociales le planteamos estos problemas, que son estructurales, la respuesta siempre es que sí se va a hacer algo, como ocurre en todos lados, pero luego todo queda en palabras. Incluso si vemos las últimas obras hechas en la provincia, el gobierno anterior se endeudó para hacer el Metrobús, se han gastado fortunas en esa obra pero en los barrios sigue todo roto y no se ha destinado un peso en solucionar los problemas de acceso a los servicios, o a la tierra, o a una vivienda digna. Por otro lado, como ocurre en todas las provincias, los contrastes son alarmantes, en Neuquén capital por ejemplo, ciudad donde en las últimas elecciones ha ganado nuevamente el MPN (Movimiento Popular Neuquino), se han anunciado planes de obras publicas para determinados barrios, que se podrían caracterizar como barrios de clase media y clase alta, pero en los barrios más humildes, donde la gente vive de manera muy precaria, rodeados de basureros y en ausencia de muchas cosas necesarias las obras no aparecen.
Nosotros desde el FOL y en conjunto con otras organizaciones sociales hemos planteado el problema al gobierno y hasta ahora no hemos sido escuchados. Incluso en el transcurso de esta pandemia hemos pedido que nos convoquen a las mesas del Comité de Crisis ya que somos las organizaciones las que ponemos el cuerpo en los barrios para contener la cuestión sanitaria y la crisis económica, pero hasta ahora no nos han convocado; en muchas de esas reuniones han participado sindicatos, incluso organismos de derechos humanos, pero a los movimientos sociales no nos invitan porque desde su visión eso significaría darnos entidad, y no quieren hacerlo. Nosotros por nuestra parte seguimos movilizados y en la lucha para que el gobierno finalmente destine los fondos para las obras que son necesarias en los barrios, donde incluso se podrían emplear muchos de los vecinos desocupados de las barriadas populares, para que se regularicen las tierras donde se construyen asentamientos, para que se garantice acceso a los servicios básicos, en definitiva, que se asegure una planificación que permita el acceso a una vivienda digna para cada vecina y vecino. Hasta hoy nos queda claro que dicha planificación no existe, y ante esto nosotros estamos convencidos que la única forma de arrancarle estos derechos al estado es a través de la organización y la lucha.
Alrededor del mundo al pandemia a impactado de manera infinitamente mayor en los sectores empobrecidos de cada sociedad: inmigrantes en Europa; comunidades negras y latinas en EEUU; barrios populares, villas, asentamientos, favelas, villas miseria, o como quieran llamarse, en América Latina, la diferencia de habitar en un espacio digno, en una vivienda digna, no pasa simplemente por vivir en un lugar más cómodo o más bello, de esa diferencia dependen en gran medida las posibilidades futuras de cada persona, depende la dignidad, depende la salud y también depende la vida. La pandemia actual a arrojado de manera cruel y contundente esta realidad en el rostro de todxs, ya no hay posibilidades de hacerse los distraídxs y cada gobierno debe dar una respuesta contundente y definitiva a esta problemática, de lo contrario es el derecho de cada pueblo arrancar, a fuerza de organización y lucha, lo que por derecho le pertenece.