A pocas semanas de asumir en el cargo, el ministro de Hacienda Hernán Lacunza fue el encargado de anunciar el ingreso a un virtual default por parte del estado argentino. Lo hizo, fiel al estilo de Cambiemos, con una narrativa particular en donde se habló de «reperfilar» los vencimientos de deuda, pero lisa y llanamente es una reprogramación forzada sin quita de capitales o intereses ante la incapacidad de afrontar los pagos de los próximos 3 años que, sumados, alcanzan los 178.000 millones de dólares. El endeudamiento que ya supera el 100% del PBI, y con 75% en dólares, se confirmó como una hipoteca impagable.
En concreto, se postergará el 85% del pago de Letes, Lecap, Lecer y Lelinks en manos de personas juridicas -no de las Leliq, cuyo stock super el billón de pesos- y se buscará renegociar los pagos de bonos emitidos bajo leyes locales, en el extranjero y con el FMI. La reprogramación de las Letes implica postergar el 74% de los 21.000 millones de dólares que afrontaba en vencimientos el gobierno en el corto plazo.
El anuncio llega después de dos nuevas jornadas «negras», donde el dólar había vuelto a subir sin freno, a pesar a la intervención del BCRA que vendió 300 millones de dólares de reservas y el riesgo país superó los 2 mil puntos. La nueva corrida ocurrió tras el encuentro entre la delegación del FMI y Alberto Fernández, donde trascendió que el organismo habló de un «vacío de poder» tras el resultado de las PASO y el virtual presidente electo del Frente de Todos deslindó responsabilidades en el organismo y en el gobierno. El ex jefe de gabinete, sin embargo, se limitó a señalar lo obvio: la bicicleta de la deuda externa solo sirvió para financiar la fuga de capitales. Pero detrás de su retórica beligerante, Alberto Fernández omite que se ha venido reuniendo con los principales representantes de la burguesía (Mercado Libre, Clarín, mineras, aceiteras) para prometerles que cumplirá su agenda.
El gobierno especulaba con el respaldo de las reservas del BCRA y el desembolso de un nuevo tramo de 5.400 millones de dólares del acuerdo con el FMI para afrontar el cuadro de inestabilidad cambiaria. Sin embargo, el escenario de incertidumbre para el imperialismo y los capitalistas luego de las primarias con un gobierno liquidado aún en funciones precipitó un default que ya estaba en el horizonte. En este contexto se inscribe también el choque entre Cambiemos y «la liga de gobernadores» que ha salido en defensa de los beneficios de las petroleras (y de sus regalías para evitar una quiebra provincial).
Es indudable a esta altura que el macrismo carece de cualquier autoridad política para encarar renegociación alguna. Más aún cuando esta es la tercera negociación que el oficialismo debe encarar con el Fondo tras sus reiterados traspiés, por decir lo menos. Por esa razón, el Ejecutivo ha enviado al Congreso los proyectos de renegociación de los bonos locales y extranjeros. Busca de esa forma obligar al peronismo a tomar posición y ser co-responsable de la situación, algo que Alberto Fernández ha venido esquivando desde la noche del 11 de agosto.
También el imperialismo y la burguesía exigen alcanzar un acuerdo con el virtual presidente electo que todavía es candidato al dar por descontado que será su próximo interlocutor en un cuadro de profundización de la guerra comercial entre EEUU y China. En tanto, el fondo se juega una parada fundamental en la crisis argentina, a quien le ha prestado el equivalente al 25% de su capital. Es inevitable que cualquier postergación en los pagos traerá aparejada nuevas condiciones, como el programa de reformas neoliberales contra el trabajo y las jubilaciones y una supervisión en el ajuste sobre las finanzas públicas.
Mientras tanto, lxs trabajadorxs son convidadxs de piedra en esta crisis aunque sus salarios son los más afectados en cada corrida. A contramano de quienes convocan a esperar hasta diciembre, la crisis da muestras a diario que es fundamental la intervención de la clase trabajadora para ponerle un freno al saqueo. Es el camino que vienen desenvolviendo en forma heorica el pueblo de Chubut, los movimientos sociales y organizaciones del sindicalismo combativo.