El 8 de agosto de 2018, fue un día histórico,donde todo se tiñó de verde, día en el cual miles, miles y miles inundamos las plazas del país al grito de Aborto Legal ya ¡Que sea ley!
A pesar de la lluvia constante y el viento frío que nos acompañaron todo el día (y noche) la marea verde en la ciudad de Buenos Aires, sin riesgo a equivocarnos logró la concentración más grande de la historia de nuestro movimiento en las inmediaciones del Congreso Nacional. Con acumulación y organización de años, con la irrupción de la juventud en las calles, con la media sanción de Diputados del 14 de junio en nuestras manos, el movimiento de mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, travestis y no binaries ganó en las calles el consenso social que reconoce el aborto, como derecho de mujeres y personas gestantes. Adentro en el recinto, la historia sería otra.
Por primera vez el año pasado el Congreso trató el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE) presentado por la Campaña Nacional por el Aborto legal, seguro y gratuito. Proyecto presentado en reiteradas oportunidades bajo la gestión del kirchnerismo, que no habilitó en 12 años su tratamiento, y que la fuerza de la organización de todo el movimiento logró que el macrismo habilitara su tratamiento, no sin especulaciones mediantes.
Con la media sanción obtenida en la Cámara de Diputadxs, que significó la división de todos los bloques parlamentarios a excepción del FIT, se llegó al 8A con la fuerza acumulada por años de organización y la emergencia de las juventudes como protagonistas de la lucha por el aborto legal. Los meses que separaron una y otra contienda estuvieron marcados por una fuerte disputa en todos los terrenos donde el pañuelo verde fue el símbolo que identificó y unificó a miles en todo el país, trascendiendo las fronteras para lograr la solidaridad y acompañamiento del movimiento de mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, travestis y no binaries en distintos países, especialmente en nuestro continente.
El Senado, el conservadurismo clerical
Luego de la media sanción, la reacción de los sectores conservadores no se hizo esperar, las operaciones de todo tipo de las iglesias católica y evangélicas desplegaron todas sus influencias para bloquear la posibilidad de lograr la aprobación del proyecto de ley votado en diputados.
La embestida de la iglesia católica, con el papa Francisco a la cabeza, desplegó no sólo su poder oscurantista, sino también las argumentaciones más nefastas sobre nuestro derecho a decidir; este accionar fue co protagonizado por las iglesias evangélicas, con creciente poderío en nuestro territorio llegando a esgrimir que contaban con 13 millones de votos de sus fieles.
Así desplegado el poderío, el Senado, que como institución de la democracia burguesa expresa el poder más conservador, pasada la media noche del 8A rechazó por diferencia de unos pocos votos el proyecto de ley, condenando a miles de mujeres y personas gestantes a la clandestinidad, a la cárcel o a la muerte
Los distintos bloques patronales evidenciaron, una vez más, que sus programas políticos van en contra de nuestros derechos, de nuestras reivindicaciones. Defendieron la muerte como reacción de derecha, como defensores de intereses que poco tienen que ver con nuestras demandas como trabajadoras y trabajadores.
La lucha continúa. Será Ley
Lo que se ganó en las calles, no pudo ser ganado en el parlamento; eso es así. Y tras ese revés, los sectores más derechosos y conservadores buscaron por todos sus medios hacernos pagar la osadía de querer decidir sobre nuestros cuerpos. Así se presentaron en los meses posteriores muchos casos en donde siquiera se permitió implementar la Interrupción legal del embarazo, derecho garantizado desde 1921 en nuestro país, obligando a niñas a ser madres como Manzur en Tucumán o Morales en Jujuy. La embestida contra la ESI fue similar.
El debate por la legalización del aborto se impuso como realidad. En las calles, lugares de trabajo, de estudio, en los barrios, en los medios de comunicación y en la agenda política de quienes pretenden gobernar en nuestro nombre.
Sabido es que en un año electoral como este, tanto para el oficialismo de Cambiemos, como para la oposición K-PJ no era oportuno que nuevamente tomara estado parlamentario. Sin embargo, por habernos ganado el consenso social en las calles, la mayoría de les candidates para estas elecciones debieron expresar con claridad que no estaban dispuestos a tratarlo este año como tampoco están dispuestos a incluirlo dentro de su plataforma política.
Macri lanzado a su re elección por Juntos por el cambio, no ha hecho referencia explícita en lo que va de su campaña (aunque se conoce su posición). Pero a veces un hecho dice más que mil palabras, el recibir a Amalia Granata luego de que fuera elegida por Unite por la familia y la vida en la quinta de Olivos, la “flamante diputada” afirmó que “él es pañuelo celeste”.
Por su parte Alberto Fernández, candidato del Frente de todos salió prontamente a desmarcarse afirmando que no se puede avanzar rápidamente en la legalización sino que hay que plantear la despenalización, dando de esta manera también la espalda a la lucha de millones en las calles.
Sólo el FIT-U lleva en su programa la legalización del aborto, incluso desde hace muchos años previo a la masividad de la marea verde.
Nosotras, nosotres sabemos el poder de la movilización popular, sabemos del poder de la organización y la unidad para lograr nuestros derechos y reivindicaciones. A ello nos sabemos convocadas y convocades, a continuar en las calles, a desplegar toda la marea verde en el Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries en territorio querandí. Vidal seguramente nos espera, y con toda nuestra fuerza, con millones en las calles retumbará por la ciudad de las diagonales… ¡Aborto legal ya!