
Ni los más optimistas encuestadores ligados al Frente para Todos, ni los más pesimistas de los que asesoran al gobierno de Cambiemos, fueron capaces de pronosticar un triunfo tan holgado de la fórmula Fernández-Fernández ni, como contrapartida, la caída tan estrepitosa del macrismo (que se asemeja a un derrumbe).
Con un triunfo demoledor del 50% en la provincia de Buenos Aires, el Frente de Todos se impuso en todas las otras provincias a excepción de CABA y Córdoba, únicas jurisdicciones en las que triunfó la fórmula Macri-Pichetto confirmándose como bastiones macristas, aunque con menos caudal de votos que en las últimas elecciones.
La admisión de la derrota por parte de Macri pasadas las 22 horas, junto a unos devastados Pichetto y María Eugenia Vidal a su lado, expusieron la manipulación de los resultados electorales por parte del oficialismo, ya que se dio el insólito hecho de que el Presidente debió reconocer la derrota cuando todavía no se había anunciado ni un solo dato oficial por parte del ministro Frigerio.
Si en 2015 Cambiemos construyó su triunfo en tres tramos (derrota en las PASO y en las generales para construir un ajustado triunfo en ballotage), la derrota de ayer se parece más a un golpe de nocaut técnico que a un primer round de pesadilla. Con 15 puntos de diferencia (47% a 32%), el triunfo del peronismo reunificado constituye un golpe demoledor, que pone en cuestión no sólo ya la (improbable) posibilidad de reversión de la derrota electoral en octubre, sino la gobernabilidad misma en los 4 meses de transición que restan hasta la finalización del mandato, tanto en el plano económico como en el político. En lo inmediato, «los mercados» van a jugar a fondo acelerando mayores transferencias desde los sectores populares hacia banqueros y empresarios mediante una fuerte devaluación, a modo de contragolpe.
Del mismo modo, estos resultados tendrán impacto en el plano regional al ser Macri una pieza clave de la Embajada yanqui y un aliado fundamental del bolsonarismo reaccionario y ultraderechista en el principal país del continente.
Sin ninguna duda, las consecuencias de las políticas de ajuste de Cambiemos y el FMI sobre las condiciones de vida de amplios sectores de nuestro pueblo, fueron determinantes para que el malestar popular encontrara en la fórmula F-F una vía para su manifestación masiva. La sola perspectiva de continuidad por 4 años más de macrismo y sus ataques contra las y los trabajadores (inflación, tarifazos, despidos), resultaron motivo suficiente para que amplios sectores medios y de la clase trabajadora volcarán su apoyo al Frente de Todos en la coyuntura.
Las caras de derrota y desconcierto del bunker de Juntos por el Cambio, que producen una lógica y justificada simpatía en cualquier militante popular, dejaron al desnudo los límites del marketing político como recurso permanente de simulación y ocultamiento de políticas abiertamente antipopulares y reaccionarias. Tarde o temprano la realidad emerge y en esta ocasión hizo estallar los diseños de laboratorio y big data que guían la comunicación política característica del PRO.
La elección del Frente de Izquierda y las luchas por venir