Al final el tercer año de mandato de Mauricio Macri se habían fugado al exterior 59 mil millones de dólares, una cifra superior al préstamo impagable del Fondo Monetario Internacional. La previsión para este año es que más de 15mil millones de dólares más vayan a parar a cuentas en tierras extranjeras. Tamaño negociado no es el resultado de un error de cálculo económico, sino la puesta en práctica de un plan concienzudo de saqueo del país.
El costo real de esa fuga de capitales, que supera por lejos cualquier otra coyuntura histórica previa en Argentina, no se puede contar en dólares, sino en los 14 millones de pobres sobre cuyas espaldas pesa el saqueo y de los cuales, la mitad son niños/as.
Nunca se insistirá lo suficiente en que todo esto no se trata de errores, sino de resultados planificados y buscados; que no se trata de un acto negligente, sino de la ejecución de una política que venía a quitar ganancias a los/as trabajadores/as y a aumentar exponencialmente la de los ricos. Para muestra basta un botón: difícil sostener que una supuesta ineptitud, que hace que el presidente Macri despilfarre las arcas del Estado y endeude a las tres próximas generaciones, pueda achacársela al empresario exitoso que en apenas un año aumentó su patrimonio en un 52%. Mientras tanto, en el extremo opuesto, los salarios siguen derrumbándose con cada golpe de la devaluación y la inflación.
Mendoza, como hemos afirmado en otras ocasiones, no solo es un ejemplo de la política del macrismo a nivel nacional, sino que incluso en varios aspectos lleva la delantera. Los salarios de los estatales han caído a tal punto que se necesitaría duplicarlos para llegar a la canasta básica familiar, producto de una política de disciplinamiento constante. Municipales, obreros de las viñas se encuentran directamente en situación de indigencia.
Junto al ahogamiento económico de las familias, el cornejismo, que va camino a renovar gestión de la mano de Rodolfo Suárez, avanzó todo lo que pudo en el desmantelamiento de derechos laborales -por ejemplo, desconociendo paritarias-, persiguió y procesó a cuanto luchador/a pudo, sobre todo dirigentes sindicales y trabajadores/as de la educación. La ofensiva del fracking, intento de aniquilar la Ley 7722 mediante; la imposición del Código de Faltas para reprimir y silenciar toda forma de protesta y disidencia; la complicidad con el oscurantismo y el sentido común más retrógrado para borrar la educación sexual de las escuelas forman parte de un combo que, claramente, excede meramente el ajuste.
La derecha local, nacional y latinoamericana viene a imponer nuevas condiciones de dominación a explotados/as y oprimidos. Es más que un ajuste ante la crisis económica internacional y local. Nos quieren hambreados/as, disciplinados/as, desorganizados/as, saqueados/as y sin un horizonte político. Es necesario observar todo este panorama más allá del calendario electoral, que es una coyuntura fugaz debajo de la cual hay tendencias más profundas que exceden por lejos a los actores y actrices individuales que acostumbramos a mirar.
Cuando termine la larga lista de elecciones el escenario será que los/as explotados/as y oprimidos/as estaremos nuevamente frente al desafío insoslayable de confiar y aunar nuestras fuerzas para las batallas que vienen.
El pago de la deuda es una política del Estado burgués, no de un gobierno. La destrucción de la educación pública para crear mano de obra precaria e ideológicamente neutralizada es una política del Estado burgués. La fuga de capitales, la dependencia son situaciones estructurales que permanecerán intactas más allá de diciembre porque, sencillamente, están al servicio de los burgueses locales. El impulso de reformas previsionales para trabajar, literalmente, hasta morir es una tendencia internacional y de largo plazo y se pondrá en marcha venga quien venga. El desempleo, lo mismo: hay una porción de la población expulsada de las fuentes laborales que no encontrará una salida ni siquiera en un contexto económico un poco más favorable.
De esto se sigue la necesidad urgente -y aquí lo urgente es lo importante- de que el activismo avance en mayo unidad y en la construcción de ejes de lucha que tengan un horizonte antiimperialista, feminista y socialista. Durante años, décadas, el activismo sindical ha dedicado esfuerzos a la lucha por el salario y a la defensa de nuestros/as derechos; durante años, compañeras de han hecho enormes esfuerzos en la pelea por el aborto, por la educación sexual integral y los derechos de las disidencias; otros/as, en defensa de los bienes comunes; otros/as más, en la organización del pueblo más precarizado.
Entre todos, todas, todes nos encontramos constantemente en la calle. Hoy, frente al desafío electoral, sostenemos y llamamos a todos/as a elegir a la fuerza anticapitalista y feminista que encarna en el FIT-Unidad. Y más allá de las elecciones, decimos que hay redoblar los esfuerzos en organizarnos, en sacar balance común de las experiencias y de encontrar puentes que nos unan no solo para resistir en todas las batallas que vienen, sino también para forjar una opción de masas para explotados/as y oprimidos/as.
No necesitamos más slogans que nos hablan del futuro y la esperanza. No queremos más épica de marketing electoral. No queremos más promesas berretas que no cree nadie ni queremos esperar. Queremos conquistar todo aquello por lo cual nosotros/as y también las generaciones que nos precedieron lucharon: queremos terminar con el hambre, con la explotación, con la opresión de todes. Y queremos el poder para lograrlo. Vamos con el FIT-Unidad conquistar nuevos espacios para la izquierda y vamos a construir poder popular para un gobierno de los/as trabajadores/as. Esa es la tarea.