Los despidos se multiplican a lo largo y a ancho del país, mientras el gobierno y las patronales buscan por distintos medios profundizar la flexibilización, con miras a imponer una profunda reforma laboral. Por abajo la coordinación y la unidad se transforman en una tarea de primer orden. En el proceso de lucha van surgiendo nuevos desafíos para la clase trabajadora y se ensayan respuestas.
La gestión macrista va finalizando su mandato pero no por eso aminora el daño. El desempleo ya supera el 10% y según el reciente informe del Ministerio de Producción y Trabajo a mayo son 217 mil los puestos de trabajo destruidos en el sector registrado en el último año, mientras que la caída del salario real promedio para el sector privado fue del 8,9%. Como si esto fuera poco las patronales y el gobierno quieren chuparnos más sangre. Mientras el titular de la UIA, Miguel Acevedo, plantea que «Argentina necesita todas las reformas: laboral, previsional y que se cumpla la impositiva. No hay que tenerles miedo», al cual se le suman en coro distintos empresarios,mientras miles y miles de trabajadoras y trabajadores están en la calle con sus familias y quienes no perdieron el trabajo están sufriendo la pérdida de derechos a través de la implementación de una reforma laboral de hecho en los ataques a los convenios colectivos de trabajo y con las paritarias por debajo de la inflación.
Para avanzar con la reforma laboral flexibilizadora que pretenden imponer, el gobierno y las patronales saben que deben debilitar al movimiento obrero. Con ese objetivo, en las últimas semanas distintos funcionarios del gobierno y voceros empresariales han sido promotores de una virulenta campaña antisindical, que con distintos tonos -desde el insólito discurso de Macri en una escuela el pasado 20 de Junio, hasta el “en EEUU se terminó con Hoffa, matándolo” del escriba Daniel Muchnik en referencia a la disputa por el encuadramiento de los trabajadores de Mercado Libre- persigue el único objetivo de demonizar y desprestigiar al conjunto del sindicalismo. Esta campaña antisindical se monta sobre el desprestigio real de parte de las conducciones gremiales, que tiene sus expresiones más crudas en los burócratas que colaboran con el gobierno y la patronal, como se vio hace unas semanas en el gremio de la carne, donde la Federación bajo el mando de Fantini mandó patotas para intentar imponer un sindicato pro patronal para negociar luego condiciones a la baja. Como afirmábamos, sin embargo, no hay dudas de que el objetivo de estos ataques que se promueven de conjunto desde el gobierno y las patronales, persigue el debilitamiento, no de estos burócratas propatronales -que son sus propios socios las más de las veces-, sino del conjunto del movimiento obrero para avanzar con mayores niveles de precarización.
Por otra parte, también se ha recrudecido la persecución sobre el activismo de base que se organiza y da la pelea en los distintos conflictos. Un dato no menor es que aumentaron en estos últimos años las demandas judiciales a delegados/as sindicales, un método más para hacer escarmentar a las y los trabajadores, que se combina con la detención de luchadores/as y la represión directa a las distintas acciones de lucha.
Lucha y organización
No caben dudas de que la única alternativa ante este panorama es la coordinación y la lucha unitaria. La unidad que tiene un doble sentido, no sólo para resistir sino por solidaridad. Resistencia y solidaridad para mayores grados de organización y mayor desarrollo de la conciencia de clase.
Mientras el conjunto de las cúpulas sindicales han abandonando las calles y concentran sus esfuerzos en la campaña electoral de cara a octubre, donde el grueso de la dirigencia de la CGT y las CTA apoya la fórmula Fernández Fernández y deposita sus expectativas en un cambio de gobierno como forma de resolución de la crisis económica y social que nos aqueja como clase, resulta fundamental destacar las experiencias de organización y lucha que han surgido desde las bases y los sectores combativos y que vienen dando la pelea contra el ajuste. Dos ejemplos concretos donde se vienen llevando a cabo coordinaciones en el Área Metropolitana de Buenos Aires es en la Zona Norte, donde desde el año pasado confluyen distintas organizaciones sindicales, sociales y políticas, como el cuerpo de delegados de la Línea 60, el SUTEBA Tigre, la Comisión Interna de Praxair y el FOL, entre otras, en el Espacio de Trabajadorxs de Zona Norte, desde donde se han desarrollado acciones de acompañamiento en el caso de despidos en el Frigorífico Rioplatense y de solidaridad a partir de un festival por la absolución de los choferes de la 60 procesados por la lucha de 2015.
En la Zona Sur se lleva a cabo la Coordinadora de Organizaciones en Lucha de Lomas de Zamora, donde decenas de organizaciones políticas, sociales, estudiantiles, territoriales y sindicales (como Ate y las CTA Lomas – Alte. Brown) junto con los trabajadores del Expreso Lomas, Canale y Cresta Roja se vienen dando tareas para que los reclamos tomen mayor contundencia. Desde festivales hasta la acción conjunta en los paros del 30A y el 29M para garantizar los distintos piquetes que se realizaron en el Puente de la Noria. En el último festival realizado en Llavallol se hicieron presentes también trabajadores de distintos sectores, ferroviarios de distintas líneas, Coca Cola, Siam, sectores estatales y docentes. Esta coordinación en la zona condensa un cúmulo de experiencias que sin duda son escuela para el resto de la clase trabajadora. Mientras que los compañeros de Canale están comenzando a producir, en un contexto económico muy duro y con las típicas trabas y retrasos del sistema judicial, los compañeros de Expreso Lomas mantienen la cabecera mientras negocian a la espera de que la UTA, el ministerio y alguna empresa pulpo hagan algo. En metalúrgicos y en el ferrocarril se logró la reincorporación por fallo judicial de una delegada (Siam) y de un candidato a delegado en la Unión Ferroviaria (Roca).
Los tiempos y lógicas de los conflictos varían según el sector y además pueden tener diversas expectativas políticas de la situación. Con lo cual lo más importante y lo que debería ser el río que divida las aguas es entre quienes luchan y salen a las calles y quiénes no. No hay tercera posición, la coordinación se tiene que basar en la lucha concreta, real, sin importar a quien vote o con quien simpatice cada compañerx. La ocupación y autogestión obrera ante los cierres cada vez más frecuentes de fábricas, la coordinación en paros y medidas, la lucha en las calles por la reincorporación de despedidos/as se van haciendo cuestiones cada vez más cotidiana para todo/a trabajador/a. Independientemente de cómo se desenvuelvan las próximas elecciones, no podemos sentarnos a esperar soluciones por arriba. La unidad cada vez más amplia con todos los sectores en lucha es cada vez más necesaria. Para defender nuestros intereses como clase tendremos que estar cada vez más unidos, movilizados y en la lucha. ¡Por el triunfo de las luchas obreras!