A 50 años de la revuelta de Stonewall, pero también del surgimiento de los primeros grupos organizados LGBTIQ+ en nuestro país, realizamos un breve recorrido histórico por una tradición de lucha que es necesario reivindicar para entenderla como parte sustancial de nuestras luchas presentes por una existencia plena, justa y orgullosa para todxs.

Recuperar nuestra historia

Hace 50 años, en el barrio neoyorkino de Stonewall, de madrugada y enfrentando a la policía, nuestro movimiento daba un salto en la conciencia y en la capacidad de disputa política. StonewallInn, un bar situado en los números 51 y 53 de la calle Christopher, sería el lugar de los hechos, que no fueron ni enfrentamientos ni disturbios, sino una rebelión y el comienzo del movimiento LGTBIQ+ como actor político.

En aquel momento en Estados Unidos, como en cualquier país de toda nuestra América, la homosexualidad era sinónimo de enfermedad, tanto para la Organización Mundial de la Salud como también para las sociedades civiles que, más o menos cruelmente, expresaban su odio hacia la comunidad LGBTIQ+. Se vivía a escondidas, escapando del closet, de la discriminación, de la represión policial y de la muerte en todas sus formas. En ese contexto comenzaron a aparecer casas, bares, lugares donde la comunidad homosexual de la época se juntaba a ejercer algo tan sencillo pero que le estaba prohibido: recrearse, pasar tiempo con su gente querida, establecer lazos de comunidad que permitieran transformar la vergüenza inculcada en orgullo autoconstruido. Las razzias policiales eran comunes en estos lugares: la policía irrumpía en cualquier momento, reprimía y clausuraba el lugar llevándose presx a quien estuviera dentro. Hasta que el 28 de junio de 1969 quienes estaban adentro del bar StonewallInn  dijeron basta y, en un acto que cambiaría la historia, aquel intento de represión terminó siendo una rebelión contra la policía por parte de travestis, gays y lesbianas.  Esta rebelión permitió mostrar a la comunidad la necesidad de salir a la luz y enfrentar la represión en todas sus formas. De esta manera comienza nuestra historia, la lucha de gays, lesbianas y personas trans por sus derechos civiles y políticos, con esta rebelión que a modo de celebración instaura ducha fecha y el 28 de junio de 1970 se realiza la primera marcha del orgullo Gay (luego LGTBIQ)

En Argentina este hecho fue la mecha que encendió los fuegos para que comenzara una historia de lucha propia. Corrían los años ‘70 y en la Argentina como en toda América Latina la clase obrera alcanzaba un grado alto de organización y de disputa contra el imperialismo y sus gobiernos. Influenciadxs por este clima de época, el Mayo Francés y la rebelión de Stonewall el incipiente movimiento LGBTIQ+ de la Argentina comienza a construir sus propias organizaciones. Así fue como en 1971 se crea el Frente de Liberación Homosexual (FLH) conformado por varias agrupaciones, feministas , de gays, lesbianas e incluso heterosexuales que apoyaban la lucha en esa epoca: Nuestro Mundo, Bandera Negra, Safo, Eros, Emanuelle y distintos intelectuales de la época, muchas de ellas surgidas también en ese encendido 1969. El FLH publicó una revista llamada Somos, en la cual escribieron sobre la politización del sexo, la necesidad de luchar contra la moral burguesa y guías prácticas para la lucha contra los edictos policiales, entre otros temas. Algunas de sus consignas en las diferentes movilizaciones pedían la libertad de lxspresxspolíticxs, la lucha contra el machismo y el fascismo como una sola y retomaban definiciones y posiciones políticas que se inscribían en el movimiento revolucionario que desplegaba por esa época una lucha abierta contra el sistema a través de sus organizaciones políticas y armadas. Esto último sobre todo desde que se incorporó a dicho espacio NestorPerlongher que venía de la militancia de izquierda y fue el impulsor de buscar una alianza con el movimiento revolucionario de la época.Sin embargo, también es necesario reconocer que ese movimiento revolucionario no supo recibir los planteos del FLH que invitaban a cuestionar la homofobia y el prejuicio de las propias organizaciones en la dirección de construir un futuro en el que se pudiera “amar y vivir libremente en un país liberado”, tal como expresaban sus publicaciones. Con la llegada de la Triple A, y poco antes del comienzo de la dictadura, el FLH se disuelve ante un crecimiento de la represión del Estado y el abandono del movimiento revolucionario a las reivindicaciones de este espacio.

El movimiento LGBTIQ+ hoy: América Latina y Argentina

Hoy nos encontramos ante una situación de claro retroceso en las condiciones de vida de las comunidades LGBTIQ+ de toda la región. Gobiernos como el de Bolsonaro en Brasil o el de Macri en Argentina; el crecimiento de sectores fundamentalistas religiosos, tanto evangélicos como pertenecientes a la Iglesia Católica, y la creciente relegitimación del odio a nivel social son algunas de las características de este escenario. Por otra parte, las organizaciones disidentes,al igual que toda la izquierda (y también más allá de ella) se encuentra fragmentada y sectorizada, favoreciendo la priorización de las diferencias por sobre lo que nos une y fomentando así la multiplicación de espacios que nos nuclean, pero sin tener siempre coordinaciones que nos aglutinen.

En estos momentos de avanzada de la derecha y con la fuerte contrapartida que en nuestro país y en el mundo entero está oponiendo la marea verde y los movimientos de mujeres y feministas creemos imprescindible fomentar y profundizar la organización del movimiento disidente ya que no solo tenemos que pelear por la posibilidad de la ampliación de derechos civiles sino también la potencia de empujar la disputa ideológica un poco más allá: de la vergüenza hacia el orgullo, del odio hacia la aceptación plena, de la represión hacia la lucha abierta por nuestros derechos humanos, de la moral burguesa y liberal hacia una subjetividad nueva donde la heterosexualidad obligatoria deje de ser la marca que nos ubica en un casillero o fuera de él.

Con el orgullo como bandera irrenunciable y con la historia de medio siglo de organización, creemos necesario retomar la experiencia del FLH y de las organizaciones de lesbianas y travas que nos precedieron para profundizarnuestras posiciones y actualizar sus propuestas para nuestros marcos organizativos. Creemos también necesario construir desde una autocrítica sincera hacia nuestras organizaciones de izquierda, que implique no solo reivindicar la experiencia del movimiento LGBTIQ+ sino también apropiarnos de esas banderas y construir una praxis de lucha contra el odio, que construya en contra de la heterosexualidad obligatoria y por una perspectiva disidente que aporte su mirada, sus vivencias y sus cuerpxs militantes en las necesarias luchas que hoy estamos dando. Es importante retomar y no olvidarnos de como conseguimos cada derecho, en las calles luchando contra toda forma de represión visibilizando nuestras identidades y también en deseo de transformar nuestra sociedad.

Contra toda opresión y explotación, “por un mundo  donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.  ¡Al closet y al calabozo nunca más!

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