Las primeras medidas tomadas por Bolsonaro al asumir la presidencia de Brasil confirman lo que desde su campaña viene planteando, que su gobierno es un peligro para las disidencias y que al odio habrá que oponer rabia y organización disidente y feminista.

Queda más que claro que en Brasil se abre un período de políticas reaccionarias en todos los planos de la política y de la vida del pueblo brasilero. El gobierno de Jair Bolsonaro ha inaugurado su gestión con gestos claros que buscan concretar más de una de sus promesas de campaña. En este sentido, son bien conocidas las posiciones que tiene en cuanto al movimiento feminista y LGBT+ y, considerando algunas medidas que han sido públicas en estos días, podemos ver cómo este sector, y en particular la comunidad LGBT+, se encuentra en una situación de alto riesgo en la que se espera que la violencia institucional y social y las expresiones de odio se agudicen exponencialmente.

Su decisión de excluir a la comunidad LGBTIQ+ de las políticas del Ministerio de Derechos Humanos y la modificación de la denominación de esa cartera a Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos (entre otras medidas) expresan una posición que buscará instalar a fuerza de represión y violencia un ideario social que ya se expresa en múltiples casos de asesinatos y ataques de odio y que se basa en un machismo y un heterosexismo a ultranza. En consonancia con sus declaraciones, estas políticas identifican a la “ideología de género” como el mal a combatir y al movimiento feminista y disidente como el enemigo que encarna la peor amenaza hacia los valores de una ultraderecha fascista. Hoy Brasil es el país con más asesinatos y ataques de odio de la región y el peor país para la comunidad trans. Ya son varios los casos de ataque a personas trans en los que los agresores invocan a Bolsonaro en el momento de la agresión. El asesinato de Marielle Franco, militante popular, feminista y lesbiana es un claro ejemplo de la magnitud de esta avanzada.

Por otra parte, la comunidad LGBTIQ+ vive un alerta en toda la región: son cotidianas las noticias de asesinatos y ataques de odio: en Chile el año empezó con dos ataques a chicos gays, quienes fueron torturados y gravemente heridos el 1 de enero en distintas ciudades; el mismo día en Perú un padre mató a su hijo a balazos en razón de su orientación sexual. Más recientemente, el 10 de enero, el artista y activista LBTIQ+ puertorriqueño Kevin Fret fue asesinado de ocho balazos cuando circulaba con su moto por la ciudad de San Juan, en Puerto Rico.

En nuestro país, en los últimos días se pudieron conocer tres hechos que dan cuenta de esta situación: un grupo de jóvenxs fue agredido y golpeado en el boliche Absentha de la ciudad de El Bolsón, a pocas horas de finalizada la 11° edición del Festival Disidentx y Diversx de El Bolsón. En este caso, ni la policía ni los servicios de salud atendieron debidamente a lxs agredidxs, en un continuo de violencia que, lejos de ser aislada, se reproduce en las instituciones estatales luego de perpetrados los ataques. El segundo hecho sucedió el sábado 5 de enero en un boliche de la ciudad de Córdoba, cuando Pablo Dell’Oso fue insultado y agredido por un varón, el cual le pegó una trompada que lo dejó inconsciente. Por último, el martes 8 por la noche la activista trans Lara María Bertolini fue agredida en el Parque Lezama (CABA) por un varón que le gritó “Acá putos y travas no queremos. Rajá de acá”. Luego de eso le pegó un botellazo en la cabeza que la hirió, aunque no de gravedad. Estos tres ataques de homolesbotransodio no son casos aislados sino que forman parte de una violencia permanente a la cual las disidencias debemos hacer frente cotidianamente. En el último año (2018) ocurrió en la Argentina un asesinato o ataque de odio cada tres días.

La pregunta que aparece ante esta lectura tan aberrante de la situación actual de la comunidad LBTIQ+ en nuestra región y nuestro país es cómo enfrentar esta avanzada de la derecha a la vez que seguimos ganando espacios en la vida social y política y en todos los ámbitos en los cuales existimos, trabajamos, cultivamos nuestros vínculos, etc. Desde Venceremos creemos firmemente que la organización política es indispensable para poder construir colectivamente una perspectiva disidente y de lucha que pueda ponerle un freno a estas políticas de muerte. Organizarnos para crear un lenguaje común, para encontrarnos dando la pelea en la calle. Organizarnos para aprender a acompañarnos, para desarmar nuestras historias de violencia. Organizarnos para resistir, pero también para seguir cultivando nuestro orgullo disidente y para seguir destruyendo este sistema heteropatriarcal que solo nos propone un horizonte de vergüenza, represión y violencia.

En un mundo de gusanos capitalistas, hay que tener coraje para ser mariposa, ¡seamos mariposas!

¡Basta de odio!
¡Toda nuestra solidaridad con la comunidad LGBTIQ+ de Brasil!
¡Que otrxs sean lo normal!
¡Venceremos!

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